La imagen de hoy

LA CRUZ

Por Emiliano Pérez Mencía

En Pueblica de Valverde todavía se conservan algunas casas construidas con barro, bien sea utilizando adobes, o mediante el tapial y con las paredes revestidas al modo tradicional. Sobre la puerta de una de las casas vemos un tejadillo desempeñando la función de protección. Las ventanas, nada menos que seis, de diversos tamaños, y algunas enrejadas.
Aunque pequeña, no pasa inadvertida la cruz de madera, que esta bajo el alero. Es señal de que por esta calle pasaba el Via Crucis y los asistentes se detenían o estacionaban en este lugar para rezar, cantar y recordar una de las escenas de los últimos momentos de la Pasión de Cristo. La cruz, sencilla y sin adornos, era suficiente para ellos. Como ésta había catorce por las calles y plazas, porque catorce eran y son las estaciones que la iglesia quiere destacar desde el momento de la condena a muerte hasta ser colocado en el sepulcro.
Y es que, antiguamente, durante algunos días de la Cuaresma y de la Semana Santa, el Via Crucis o Calvario era una práctica religiosa bastante corriente y a la que solían asistir casi todos los vecinos de los pueblos. Seguramente que recorrer las estaciones les servía de consuelo y alivio para llevar con resignación su cruz de cada día.
Pero en Pueblica de Valverde, como en los demás pueblos de Valles, que han confiado y confían en la divinidad, no entienden por qué razón, en la actualidad, existe tal variedad de cruces, y el modo de llevarlas, entre los humanos. Algunas, o para algunos, como si fueran de plata y oro por lo fácil que les resulta cargar con ellas.
Ellos también necesitan suavizar su cruz y que alguien les eche una mano, para llevar mejor las cosas en algunos momentos de su vida. Sobre todo los que tienen que ver con su salud o enfermedad, su educación y cultura o cualquier otra infraestructura del bienestar. Porque hablando de cruces, aunque no sea posible la igualdad, sí se puede aminorar la carga.