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sábado, enero 21, 2006

Las perlas de nuestro patrimonio

LA IGLESIA DE VILLANÁZAR

Redacción


A lo largo y ancho de la comarca de los Valles de Benavente quedan pequeñas perlas escondidas. No se trata de grandes obras monumentales. Lo que importa es su contenido. La iglesia de Villanázar es una de ellas. Un retablo barroco, con el grupo escultórico de San Martín, y otros dos retablos de corte clasicista, rematados con las imágenes pintadas de otros dos santos relacionados con la peregrinación: Santiago y San Julián, forman parte del patrimonio mueble de esta iglesia. Incluimos aquí un estudio sobre el templo, realizado por José Ignacio Martín Benito:
"El edificio está fabricado en mampuesto de cuarcita. Hacia poniente lleva una espadaña, de acceso exterior, con tres vanos para las campanas, dos geminados y un tercero, más pequeño, hacia el vértice.
El templo es de una sola nave y se cubre con armadura de madera, reforzada con tirantes, todo ello labrado. A los pies, cobijado por arco de medio punto están el coro y el baptisterio. En la parte baja se abre el espacio reservado a la pila bautismal, que es de piedra, con basa, peana y copa, con gallones helicoidales. Al lado, una escalera con peldaños de madera, lleva al coro. Todo, cancela del baptisterio y espacio coral, va en madera con balaustres.
Al presbiterio se accede por arco de medio punto, que se apoya en repisas sobre el muro. Una de la ellas, lleva decoración en bolas, lo que indicaría un momento de construcción de finales del siglo XV o primeros del XVI. De esta última centuria debe ser la armadura con la que se cubre tanto el presbiterio como la nave.
La iglesia conserva tres retablos en la capilla mayor. En el lado de la Epístola se sitúa uno, de madera dorada, rematado con un lienzo que lleva pintado al apóstol Santiago. El mueble lleva un basamento, con cuatro pequeños cuadros donde se han pintado los evangelistas, de factura muy popular. Sobre el basamento, montan cuatro columnas, dos en cada lateral, de fuste estriado y helicoidal y capitel corintio, que sujetan un entablamento clásico. En el centro, arco de medio punto. El retablo está coronado por un pequeño ático, con pilastras y rematado por frontón. En el centro, la imagen susodicha del hijo del Zebedeo, de buena factura. El apóstol va ataviado con túnica y esclavina con insignias. Va calzado con sandalias y en su mano derecha porta bordón con calabaza. En la parte superior del lienzo se lee: S TIAGO MAIOR. Retablo y lienzo serán del siglo XVII.
El retablo que está al lado del Evangelio es de factura similar al anterior, esta vez con cuatro columnas regularmente repartidas, que sujetan un entablamento, al que se ha superpuesto otro, que sirve de arranque del ático. Este es también muy parecido al del retablo de la Epístola. En el lienzo que cobija se representa pintado a San Julián, vestido a la manera del siglo XVII. El santo mira una cruz, que sujeta con el brazo izquierdo, en tanto que en la mano derecha lleva posado un halcón, que evoca su origen noble. En la parte superior, la leyenda: S IULIAN SOLDADO.
El retablo mayor es un mueble barroco del siglo XVIII, de madera dorada con pan de oro, con zócalo, cuerpo y ático, todo muy recargado. El cuerpo central aloja tres hornacinas, ligeramente más elevada la central. Todas están separadas por columnas, con fustes que llevan prendidos angelotes entre follajes. De las imágenes sólo merece destacarse el grupo de San Antonio de Padua, con el niño en brazos, que será del siglo XVIII.
En el ático, rematado en curva, va otra hornacina, entre estípites, donde se aloja el grupo escultórico que representa al titular de la iglesia. San Martín, aquí monta un caballo, va ataviado con sombrero de tres picos y se dispone a partir la capa que compartirá con el mendigo.
Llama la atención la existencia iconográfica de tres santos relacionados de algún modo con la peregrinación, como son: Santiago, San Julián y San Martín, sobre todo los dos primeros. Además del apóstol, representado aquí con los atributos de peregrino, sabido es que la leyenda de San Julián, el Hospitalario, está asociada al paso de los ríos y a la hospitalidad ofrecida a los peregrinos. El santo es el patrono de los barqueros, de los pescadores. Los viajeros y los peregrinos lo invocaban para encontrar buen alojamiento. San Martín, por su parte, es un santo caballero, que presta también auxilio a los necesitados, pues comparte sus bienes –en este caso su manto- con un mendigo. No hay que olvidar, que estas tierras del valle del Tera son camino natural hacia Compostela.
Hay también colgados sobre los muros laterales de la capilla mayor cuatro tablas, en grupos de dos, que representan a los padres de la iglesia: San Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo y San Agustín, de tamaño y ejecución similar a las de los evangelistas. Se les representa de medio cuerpo, sentados, sujetando una pluma, con libro abierto y rodeados de flores.
En la nave, del lado de la Epístola, se abre un retablo de fábrica, empotrado en el muro, flanqueado por pilastras, arco de medio punto y rematado por frontón triangular. El espacio aloja un Calvario, formado por un crucifijo de madera y dos imágenes pintadas al fresco, muy deterioradas; se conserva mejor la de San Juan, en tanto la de la Virgen prácticamente ha desaparecido. Será del siglo XVI. En la repisa, imagen de bulto de la Virgen del Rosario con el Niño en brazos, también del siglo XVI".
Fotos: Interior de la iglesia. Santiago peregrino. Grupo escultórico de San Martín ( Villanázar).