¿Lancia en Arrabalde?
UN INVESTIGADOR AFIRMA QUE LA AÚTENTICA CIUDAD ASTUR DE LANCIA ESTÁ EN EL CASTRO DE ARRABALDE
El yacimiento leonés de Villasabariego queda «descolgado» del corazón del territorio astur, mientras Las Labradas encaja, por topografía, su gran perímetro defensivo y su cercanía a la ruta del oro, con la Lancia de las Guerras Cántabras
Verónica Viñas
Sus teorías pueden cambiar la historia. El investigador e ingeniero forestal José Luis Vicente González (*) defiende que Lancia, la gran capital de los astures, no está en León sino en Zamora, en el Castro de Las Labradas. Deja claro que no desea abrir una guerra entre provincias. Difícil. Aunque no es la primera vez que se formula esta hipótesis y hay más de un especialista -”caso del catedrático de Historia Antigua Santos Yanguas-” dispuesto a avalar las tesis de Vicente, que ha reunido un listado de «pruebas» a favor del enclave zamorano. Han sido dos años contrastando evidencias para llegar a la conclusión de que la Lancia astur conquistada por los romanos en el año 25 antes de Cristo, durante el transcurso de las Guerras Cántabras, se correspondería con el Castro de Las Labradas, situado entre los términos municipales de Arrabalde y Villaferrueña.
Está probado que hubo una ciudad de Lancia donde hoy se localiza el yacimiento de Villasabariego, pero, según José Luis Vicente, no es la única. Además, lo que es cuestionable es «que la Lancia de Villasabariego y la Lancia del relato de Floro -”uno de los autores romanos que mejor relata las Guerras Cántabras-” sean la misma». El catedrático Ángel Morillo, uno de los mayores expertos en asentamientos romanos de la provincia de León, ha denunciado reiteradamente que algunas «verdades históricas» se han construido sobre unas bases tan endebles como la toponimia. «En vez de partirse de la identificación arqueológica previa de unos vestigios claramente atribuibles a unos hechos bélicos para, posteriormente, intentar relacionarlos con determinados pasajes citados en las fuentes clásicas, se ha procedido completamente a la inversa».
Pero hay más argumentos. Mientras en Villasabariego, donde todos los veranos se llevan a cabo campañas arqueológicas, los hallazgos no han permitido identificar este enclave con la Lancia que describen los autores romanos (Tito Livio, Floro, Dión Casio y Orosio), los descubrimientos en las Labradas son lo suficientemente sólidos como para reconsiderar la ubicación de la gran ciudad astur. Si se utiliza la excusa de que la Lancia leonesa está prácticamente por excavar, Vicente replica que en Las Labradas se ha excavado aún menos y sin embargo todas las piezas encontradas, como las epigrafías y denarios, avalan que la capital astur estuvo aquí, en lo que hoy es la provincia de Zamora. Vicente también ha estudiado los dos yacimientos, el de León y el de Zamora, desde el punto de vista topográfico y orográfico. Mientras el de Villasabariego tiene forma de «lengua» y era de fácil acceso, el asentamiento de Las Labradas contaba con mayores posibilidades defensivas, de ahí que los romanos tuvieran tantas dificultades, según cuentan los cronistas de la época, en tomar la ciudad astur. El Castro de Las Labradas tiene un perímetro defensivo de 2,5 kilómetros, mientras que en el yacimiento leonés es inexistente.
La ruta del oro. Pero hay más datos que hacen creíble la teoría de Vicente. Este experto considera «altamente sospechoso» el notorio alejamiento de Villasabariego respecto al corazón del territorio astur, separado además por una barrera natural tan importante en aquella época como el río Órbigo.
Tampoco parece cuadrar en absoluto la orografía de Villasabariego con la que cabría corresponder a un hábitat de tipo castreño dotado de poderosas estructuras defensivas, ni se ajusta su geología a la que relata Floro, que da a entender que toda Asturia era aurífera. El mantenimiento de dos legiones en territorio astur desde su conquista hasta bien avanzado el siglo I sólo se justifica por la enorme riqueza aurífera de la zona. Según Plinio el Viejo, Asturia producía para el erario imperial a finales del siglo I unas 20.000 libras de oro al año (6.000 kilos). Si en Villasabariego no hay evidencias de ninguna explotación aurífera próxima, Las Labradas está en plena «ruta del oro». Los autores clásicos, al describir el teatro de operaciones, hablan de un «triángulo» de enclaves astures muy rebeldes. Villasabariego está completamente «descolgado» del territorio astur, pero Las Labradas sería el vértice de un triángulo perfecto con las vecinas Petavonium (Rosinos de Vidriales) y La Chana (Castrocalbón).
Está probado que hubo una ciudad de Lancia donde hoy se localiza el yacimiento de Villasabariego, pero, según José Luis Vicente, no es la única. Además, lo que es cuestionable es «que la Lancia de Villasabariego y la Lancia del relato de Floro -”uno de los autores romanos que mejor relata las Guerras Cántabras-” sean la misma». El catedrático Ángel Morillo, uno de los mayores expertos en asentamientos romanos de la provincia de León, ha denunciado reiteradamente que algunas «verdades históricas» se han construido sobre unas bases tan endebles como la toponimia. «En vez de partirse de la identificación arqueológica previa de unos vestigios claramente atribuibles a unos hechos bélicos para, posteriormente, intentar relacionarlos con determinados pasajes citados en las fuentes clásicas, se ha procedido completamente a la inversa».
Pero hay más argumentos. Mientras en Villasabariego, donde todos los veranos se llevan a cabo campañas arqueológicas, los hallazgos no han permitido identificar este enclave con la Lancia que describen los autores romanos (Tito Livio, Floro, Dión Casio y Orosio), los descubrimientos en las Labradas son lo suficientemente sólidos como para reconsiderar la ubicación de la gran ciudad astur. Si se utiliza la excusa de que la Lancia leonesa está prácticamente por excavar, Vicente replica que en Las Labradas se ha excavado aún menos y sin embargo todas las piezas encontradas, como las epigrafías y denarios, avalan que la capital astur estuvo aquí, en lo que hoy es la provincia de Zamora. Vicente también ha estudiado los dos yacimientos, el de León y el de Zamora, desde el punto de vista topográfico y orográfico. Mientras el de Villasabariego tiene forma de «lengua» y era de fácil acceso, el asentamiento de Las Labradas contaba con mayores posibilidades defensivas, de ahí que los romanos tuvieran tantas dificultades, según cuentan los cronistas de la época, en tomar la ciudad astur. El Castro de Las Labradas tiene un perímetro defensivo de 2,5 kilómetros, mientras que en el yacimiento leonés es inexistente.
La ruta del oro. Pero hay más datos que hacen creíble la teoría de Vicente. Este experto considera «altamente sospechoso» el notorio alejamiento de Villasabariego respecto al corazón del territorio astur, separado además por una barrera natural tan importante en aquella época como el río Órbigo.
Tampoco parece cuadrar en absoluto la orografía de Villasabariego con la que cabría corresponder a un hábitat de tipo castreño dotado de poderosas estructuras defensivas, ni se ajusta su geología a la que relata Floro, que da a entender que toda Asturia era aurífera. El mantenimiento de dos legiones en territorio astur desde su conquista hasta bien avanzado el siglo I sólo se justifica por la enorme riqueza aurífera de la zona. Según Plinio el Viejo, Asturia producía para el erario imperial a finales del siglo I unas 20.000 libras de oro al año (6.000 kilos). Si en Villasabariego no hay evidencias de ninguna explotación aurífera próxima, Las Labradas está en plena «ruta del oro». Los autores clásicos, al describir el teatro de operaciones, hablan de un «triángulo» de enclaves astures muy rebeldes. Villasabariego está completamente «descolgado» del territorio astur, pero Las Labradas sería el vértice de un triángulo perfecto con las vecinas Petavonium (Rosinos de Vidriales) y La Chana (Castrocalbón).
* La hipótesis de José Luis Vicente González puede verse en "Bellum asturicum". Una hipótesis ajustada a la hsitoriografía romana y al marco arqueológico y geográfico de la comarca de "Los Valles de Benavente" y su entorno". "Brigecio", núms. 18-19 (2008-2009). Centro de Estudios Benaventanos "Ledo del Pozo".
Etiquetas: Patrimonio, Valles de Benavente
<< Home