La imagen de hoy
EL GATO
Por Emiliano Pérez Mencía Descansaba feliz y tranquilo en la pequeña ventana de una antigua casa de Fuentes de Ropel, en una tarde soleada, y ya primaveral, de este mes de marzo. Como que estuviese acostumbrado a ello, no le asustaban o inquietaban personas, animales, coches, ni maquinas agrícolas que pasaban por allí. Estaba en su dominio, en su casa, a la que por estar deshabitada se encarga de cuidar, al menos de que no haya ratones ni ratas que la ensucien más y contribuyan a un mayor deterioro. Y es que se trata de una casa de barro, construida con adobes y tapial, materiales antiguos, pero no por eso menos dignos, y de singular belleza.
Los dueños no lo tienen olvidado ni a él (le suelen llevar comida) ni a la casa, pues se observa que han capachado sus paredes, y procuran mantener el tejado, el alero, las ventanas (algunas con rejas), y las puertas en buen estado. Es una casa, como otras que aún se conservan en el pueblo, cuya construcción nos muestra, además de los materiales empleados, algunos aspectos de la forma de vivir en el pasado.
El gato se siente bien en la casa, aunque esté sólo, y su deseo es seguir asomándose a la ventana durante muchos más años. Sería una señal evidente de que tal vez su dueño esté pensando más en su conservación o rehabilitación que en la destrucción de la misma. En el fondo no deja de ser algo heredado de sus antepasados, que, lo mismo que la historia y la tradición, merecen todo su respeto.Para los que pasan por allí con frecuencia el gato, la ventana y la casa es algo familiar y que están acostumbrados a ver, pero para los forasteros que visitan el pueblo la escena y el lugar les llama la atención. Y algunos sacan conclusiones a favor de los animales domésticos, las costumbres populares y los valores tradicionales, cuya menosprecio y pérdida sería lamentable para la sociedad actual.
Los dueños no lo tienen olvidado ni a él (le suelen llevar comida) ni a la casa, pues se observa que han capachado sus paredes, y procuran mantener el tejado, el alero, las ventanas (algunas con rejas), y las puertas en buen estado. Es una casa, como otras que aún se conservan en el pueblo, cuya construcción nos muestra, además de los materiales empleados, algunos aspectos de la forma de vivir en el pasado.
El gato se siente bien en la casa, aunque esté sólo, y su deseo es seguir asomándose a la ventana durante muchos más años. Sería una señal evidente de que tal vez su dueño esté pensando más en su conservación o rehabilitación que en la destrucción de la misma. En el fondo no deja de ser algo heredado de sus antepasados, que, lo mismo que la historia y la tradición, merecen todo su respeto.Para los que pasan por allí con frecuencia el gato, la ventana y la casa es algo familiar y que están acostumbrados a ver, pero para los forasteros que visitan el pueblo la escena y el lugar les llama la atención. Y algunos sacan conclusiones a favor de los animales domésticos, las costumbres populares y los valores tradicionales, cuya menosprecio y pérdida sería lamentable para la sociedad actual.
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