La polis
DOLOR EN AFGANISTÁN
«Mi sueño es tener un Estado», le confesaba una joven traductora somalí, Sara Alí Sharif, a una periodista española. Que mal debe andar el mundo para que ese sea el sueño de una joven de 18 años. A nosotros nos parecerá muy raro soñar con tener Policía, Ejército o tribunales, pero así son las cosas. Para hacer posible una aspiración tan elemental como la de Sara y de millones como ella, Rubén Alonso Ríos y Juan Andrés Suárez García, militares españoles, arriesgaban sus vidas en Afganistán y han sido asesinados en un ataque suicida. En su memoria, recordemos el enorme valor de su trabajo de soldados.
¿Qué hacen los militares españoles en Afganistán? En Qualai Naw han puesto en pie un equipo de reconstrucción provincial ejemplar. ¿Soldados en misión de paz? Es comprensible que muchos se pregunten por qué tienen que participar militares armados en operaciones de reconstrucción y estabilización, qué pintan las armas a la hora de prestar asistencia sanitaria o construir carreteras. Pues sí, hay lugares en el mundo donde no es posible vacunar a unos niños sin la protección militar, donde sólo fuerzas militares pueden hacer posible la asistencia a la escuela de los niños.
¿Sirve para algo su esfuerzo? La compleja situación afgana podría hacernos olvidar algunos resultados de esta misión de la ONU. Más de 4 millones de refugiados han podido volver a sus casas en estos 5 años (250.000 en lo que llevamos de 2008). Más de 5 millones de niños han sido vacunados de polio o sarampión, gracias a la protección de las tropas de la ISAF. Hace 6 años, en Afganistán había menos de un millón de niños escolarizados, y ninguna niña; hoy, están escolarizados más de seis millones de niños y niñas. Hay violencia y un altísimo riesgo, pero sería muy injusto no reconocer los resultados del esfuerzo.
¿Por qué estamos en Afganistán? Porque nos lo han pedido Naciones Unidas. Nuestra participación en las distintas operaciones de la ISAF se ha producido siempre como respuesta a una petición expresa del secretario general. Así, España respondió a su petición de apoyo a los procesos electorales, a la creación del equipo de reconstrucción, a la de una base avanzada en Herat para la protección a varios equipos de reconstrucción. Finalmente, el secretario general solicitó, y aprobamos, la formación de unidades militares del ejército afgano, en la que participaban Juan Andrés, Rubén y sus compañeros heridos.
¿Participamos en una guerra? La ONU define sus operaciones militares con precisión. Las llama «medidas de establecimiento de la paz», «operaciones de mantenimiento de la paz», «medidas de imposición de la paz», «medidas de consolidación de la paz», «ayuda humanitaria». Podrían incluir el término guerra, pero no lo hacen. «La ONU pide protección para niños y maestros afganos»; «En Afganistán, más de 6 millones de niños han podido iniciar el nuevo año escolar»; «Afganistán: ONU pide entorno de paz para campaña de vacunación», son notas de prensa de Naciones Unidas que reflejan la naturaleza de los objetivos de la ISAF. Los militares españoles hacen posible lo que los terroristas que han asesinado a Juan Andrés y Rubén, y herido a sus cuatro compañeros, quieren impedir, que 30 millones de afganos puedan soñar con algún futuro. Un trabajo que, en un mundo globalizado, está al servicio también de la seguridad de los españoles.
Hoy no hay consuelo posible para las familias, para los amigos, para los compañeros de Juan Andrés y Rubén. Pero podemos, y debemos, recordar que dos excelentes militares españoles han sido asesinados cuando se dedicaban a la acción más noble para un ser humano: trabajar por la seguridad de todos.
¿Qué hacen los militares españoles en Afganistán? En Qualai Naw han puesto en pie un equipo de reconstrucción provincial ejemplar. ¿Soldados en misión de paz? Es comprensible que muchos se pregunten por qué tienen que participar militares armados en operaciones de reconstrucción y estabilización, qué pintan las armas a la hora de prestar asistencia sanitaria o construir carreteras. Pues sí, hay lugares en el mundo donde no es posible vacunar a unos niños sin la protección militar, donde sólo fuerzas militares pueden hacer posible la asistencia a la escuela de los niños.
¿Sirve para algo su esfuerzo? La compleja situación afgana podría hacernos olvidar algunos resultados de esta misión de la ONU. Más de 4 millones de refugiados han podido volver a sus casas en estos 5 años (250.000 en lo que llevamos de 2008). Más de 5 millones de niños han sido vacunados de polio o sarampión, gracias a la protección de las tropas de la ISAF. Hace 6 años, en Afganistán había menos de un millón de niños escolarizados, y ninguna niña; hoy, están escolarizados más de seis millones de niños y niñas. Hay violencia y un altísimo riesgo, pero sería muy injusto no reconocer los resultados del esfuerzo.
¿Por qué estamos en Afganistán? Porque nos lo han pedido Naciones Unidas. Nuestra participación en las distintas operaciones de la ISAF se ha producido siempre como respuesta a una petición expresa del secretario general. Así, España respondió a su petición de apoyo a los procesos electorales, a la creación del equipo de reconstrucción, a la de una base avanzada en Herat para la protección a varios equipos de reconstrucción. Finalmente, el secretario general solicitó, y aprobamos, la formación de unidades militares del ejército afgano, en la que participaban Juan Andrés, Rubén y sus compañeros heridos.
¿Participamos en una guerra? La ONU define sus operaciones militares con precisión. Las llama «medidas de establecimiento de la paz», «operaciones de mantenimiento de la paz», «medidas de imposición de la paz», «medidas de consolidación de la paz», «ayuda humanitaria». Podrían incluir el término guerra, pero no lo hacen. «La ONU pide protección para niños y maestros afganos»; «En Afganistán, más de 6 millones de niños han podido iniciar el nuevo año escolar»; «Afganistán: ONU pide entorno de paz para campaña de vacunación», son notas de prensa de Naciones Unidas que reflejan la naturaleza de los objetivos de la ISAF. Los militares españoles hacen posible lo que los terroristas que han asesinado a Juan Andrés y Rubén, y herido a sus cuatro compañeros, quieren impedir, que 30 millones de afganos puedan soñar con algún futuro. Un trabajo que, en un mundo globalizado, está al servicio también de la seguridad de los españoles.
Hoy no hay consuelo posible para las familias, para los amigos, para los compañeros de Juan Andrés y Rubén. Pero podemos, y debemos, recordar que dos excelentes militares españoles han sido asesinados cuando se dedicaban a la acción más noble para un ser humano: trabajar por la seguridad de todos.
*Portavoz del PSOE en la Comisión de Defensa del Congreso.
Este artículo puede encontrarse también en ABC.es
<< Home