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lunes, diciembre 28, 2009

Patrimonio en peligro en Benavente

LA ASOCIACIÓN DE CONSTRUCTORES PROASBEN PROPONE REDUCIR LA RELACIÓN DE EDIFICIOS A CONSERVAR
. El colectivo profesional pide un canon que ayude a conservar y restaurar los inmuebles significativos

Isabel Reguilón

Las normas urbanísticas protegen desde los años ochenta 65 edificios de Benavente como baluartes del valor histórico artístico de la ciudad, un catálogo que ha adelgazado a medida que pasan los años y que la actividad constructora ha ido en aumento. En muy pocos años, la ciudad ha ido perdiendo vestigios de su pasado histórico, como los grandes conventos que jalonaban el cordón urbano, como Santa Clara, San Bernardo, San Francisco, y que pasaron a formar parte de ese recuerdo al que ya pertenecían los conventos de Santo Domingo, la iglesia de San Nicolás y la de San Juan del Reloj o los restos de la muralla medieval.
En los años noventa, la promoción de nuevas viviendas en el centro urbano no hizo más que levantar una polémica tras otra al afectar en ocasiones a los más antiguos restos históricos, como los del castro de la Edad del Hierro que aloja La Sinoga, el antiguo hospital de la calle Herreros cuyo último uso le daba nombre como Casa del Tinte y algunas otras más.
El último dilema urbanístico acaba de zanjarse con la renovación del que fuera el Hotel Mercantil, por muchos años un emblema de la ciudad, cuya intervención ha supuesto un problema prolongado durante nueve años y que ha llegado a resolverse en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.

Otros 30
La entrada en vigor del Plan General de Ordenación Urbana ha incrementado la lista de edificios a proteger, de manera que a los ya catalogados se han sumado otros treinta, lo que, sin embargo, no ha resuelto la polémica.
Mientras que la nueva normativa considera que cerca de un centenar de inmuebles del centro urbano merecen una protección estructural; es decir, en su conjunto, los promotores locales consideran que la solución dada es inviable y que solo 15 edificaciones de las relacionadas exigen una protección, que en ningún caso debe de ser estructural, sino ambiental. Esto significa que se deben conservar sus fachadas, dado que sus interiores ni tienen un carácter singular ni reúnen los requisitos para poder acometerla.
«Antes las edificaciones se hacían de madera en el interior y las escaleras eran pequeñas, de manera que a la hora de adaptarlos a la nueva normativa urbanística en materia de seguridad es imposible adecuar estos huecos, ya que las zonas comunes tendrían espacio insuficiente; no se puede cumplir la norma en materia de ascensores y tampoco en lo que afecta a las alturas», explica Ángel Villar, presidente de la asociación de promotores, Proasben.
El colectivo demanda una modificación del Plan General de Ordenación Urbana que reforme el catálogo de edificios a proteger y que establezca una solución individualizada para cada uno de ellos, tras una inspección del interior y exterior, que recoja lo válido y defina cómo reconstruirlo.
En su opinión, también es necesario reducir la relación de edificios vulnerables de conservación, no más de 30, y todos ellos con protección ambiental, para los que además considera que el Ayuntamiento debería asignar una cantidad anual destinada al mantenimiento, en señal de compromiso con el patrimonio urbanístico, que asegure su conservación.
Para este sector, la arquitectura benaventana tiene claros distintivos: construcciones de principios del siglo XX realizadas en ladrillo, como las que abundan en La Rúa y Herreros, Plaza del Grano y todo el entorno de la Plaza Mayor.


Problemas de altura
Los constructores consideran que la ciudad cuenta con edificios singulares que es necesario conservar, como el de Donci, en la Plaza del Grano, o el modernista de la Plazuela de los Leones, pero no así el conocido como de las Pescaderías, en el Pasaje de las Guindas, del que consideran que sólo son significativos sus soportales y que la intervención en el edificio supondría un problema a la hora de darle una altura más para adecuarlo al entorno.
A pesar del acuerdo plenario en el que los grupos políticos decidían por unanimidad hace algo más de un año la realización de un catálogo y nivel de protección de edificios significativos, nada se ha hecho al respecto, de manera que cada vez que la pala llega a las puertas de uno de ellos la polémica vuelve a estar servida.
La crisis económica actual, que afecta especialmente al sector de la construcción es, en opinión de los especialistas, favorable a la recuperación de este patrimonio. «Siempre hay familias deseosas de vivir en el centro urbano, de manera que cuando la venta escasea, es factible construir en el casco histórico porque se trata de promociones pequeñas y para gente con poder adquisitivo, de manera que sería buen momento para solucionar estas cuestiones», apunta Ángel Villar, quien cree que la institución municipal tiene toda la responsabilidad para hacer que la tendencia de los últimos años cambie para consolidar un patrimonio que poco a poco ha ido mermando.

Foto: Edificio modernista entre la calle Santa Cruz y el Corrillo de San Nicolás.

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