La Esquina
LA BARBARIE EN POLÍTICA
Por José Ignacio Martín Benito
En el mundo clásico, bárbaro era sinónimo de extranjero, esto es, que hablaba una lengua distinta al griego o al latín. Roma firmó varios tratados con los pueblos situados al otro lado de la frontera del Imperio e incluso aquellos defendieron las fronteras romanas de otros pueblos bárbaros.
Con el tiempo, pueblos bárbaros procedentes del norte del Imperio invadieron las fértiles campiñas, asolaron pueblos y ciudades y acabaron con la unidad de Roma. De aquellas correrías viene la acepción de bárbaro en el sentido de que, por asociación con las atrocidades que cometían algunos de los pueblos guerreros que invadieron Europa desde el Asia central en los albores de la Edad Media, bárbaro pasó a significar también “Fiero, cruel. (S) Inculto, grosero, tosco” (DRAE). De bárbaro deriva barbarie, que significa rusticidad, falta de cultura, fiereza, crueldad...
Viene esto al caso después de conocer que la concejala de Promoción Humana del ayuntamiento de Benavente, Bárbara Palmero, le ha espetado a la concejala socialista, Purificación Fraile “que no moleste a los técnicos” y que “cualquier pregunta se la haga a ella”. La señora Palmero, doña Bárbara, desconoce las más elementales normas de funcionamiento de un ayuntamiento y debe pensar que los técnicos municipales están a su absoluto servicio, que debe ser ella y nadie más quien tiene poder para dar y poder para quitar. En este sentido de falta de conocimiento –por tanto de falta de cultura- y de la fiereza que demuestra su actitud, se puede colegir que la barbarie ha entrado en el ayuntamiento de la mano de la concejala de Promoción Humana. Y eso es algo que en la civilizada Atenas, esto es, en la civilización democrática, no se debe consentir.
La concejala socialista ha anunciado, por su parte, que pedirá la protección o el amparo del alcalde, la autoridad que debe velar por el correcto funcionamiento de la corporación que preside. Mañanes debe poner fin a los abusos, si se dieran, de sus concejales. Aquí tiene uno y bien “palmario”, antes que este tipo de comportamientos “fascistoides” salpiquen al propio alcalde. O se le pone freno o puede llegar un día, incluso, que un bárbaro concejal, se harte, le pierda el respeto a la primera autoridad y hasta le dé cuatro voces en cualquier sesión de cualquier órgano municipal.
Y es que determinadas actitudes retratan a quienes las ejecutan. Algunas personas se ven de pronto con tanto poder que deciden contratar personal al margen de la bolsa de empleo. Y claro, como nadie les dice nada, se creen poseedores de un poder omnímodo y sin freno. El abuso de poder suele darse en aquellos que no hicieron bien la digestión política y pasaron sin rubor de presentarse por una siglas en su pueblo y, años después, por las contrarias en la ciudad. ¡Vivir para ver!
Por José Ignacio Martín Benito
En el mundo clásico, bárbaro era sinónimo de extranjero, esto es, que hablaba una lengua distinta al griego o al latín. Roma firmó varios tratados con los pueblos situados al otro lado de la frontera del Imperio e incluso aquellos defendieron las fronteras romanas de otros pueblos bárbaros.
Con el tiempo, pueblos bárbaros procedentes del norte del Imperio invadieron las fértiles campiñas, asolaron pueblos y ciudades y acabaron con la unidad de Roma. De aquellas correrías viene la acepción de bárbaro en el sentido de que, por asociación con las atrocidades que cometían algunos de los pueblos guerreros que invadieron Europa desde el Asia central en los albores de la Edad Media, bárbaro pasó a significar también “Fiero, cruel. (S) Inculto, grosero, tosco” (DRAE). De bárbaro deriva barbarie, que significa rusticidad, falta de cultura, fiereza, crueldad...
Viene esto al caso después de conocer que la concejala de Promoción Humana del ayuntamiento de Benavente, Bárbara Palmero, le ha espetado a la concejala socialista, Purificación Fraile “que no moleste a los técnicos” y que “cualquier pregunta se la haga a ella”. La señora Palmero, doña Bárbara, desconoce las más elementales normas de funcionamiento de un ayuntamiento y debe pensar que los técnicos municipales están a su absoluto servicio, que debe ser ella y nadie más quien tiene poder para dar y poder para quitar. En este sentido de falta de conocimiento –por tanto de falta de cultura- y de la fiereza que demuestra su actitud, se puede colegir que la barbarie ha entrado en el ayuntamiento de la mano de la concejala de Promoción Humana. Y eso es algo que en la civilizada Atenas, esto es, en la civilización democrática, no se debe consentir.
La concejala socialista ha anunciado, por su parte, que pedirá la protección o el amparo del alcalde, la autoridad que debe velar por el correcto funcionamiento de la corporación que preside. Mañanes debe poner fin a los abusos, si se dieran, de sus concejales. Aquí tiene uno y bien “palmario”, antes que este tipo de comportamientos “fascistoides” salpiquen al propio alcalde. O se le pone freno o puede llegar un día, incluso, que un bárbaro concejal, se harte, le pierda el respeto a la primera autoridad y hasta le dé cuatro voces en cualquier sesión de cualquier órgano municipal.
Y es que determinadas actitudes retratan a quienes las ejecutan. Algunas personas se ven de pronto con tanto poder que deciden contratar personal al margen de la bolsa de empleo. Y claro, como nadie les dice nada, se creen poseedores de un poder omnímodo y sin freno. El abuso de poder suele darse en aquellos que no hicieron bien la digestión política y pasaron sin rubor de presentarse por una siglas en su pueblo y, años después, por las contrarias en la ciudad. ¡Vivir para ver!
Foto: Bárbara Palmero, concejala de Promoción Humana del Ayuntamiento de Benavente (C. de la Cal-La Opinión de Zamora).
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