La chicharra
PROHIBIDO SILBAR
Por José Mª Lebrero Vecino
Sí, está prohibido silbar. No solamente en lugares públicos, también en la calle. Bueno, sí que puedes silbar, pero si te pillan tendrás que pagar una multa, o un impuesto dicen ellos (que en esto de la semántica hemos avanzado mucho). Por cantar también tienes que pagar; salvo que estés en la ducha. No te rías por lo que acabas de leer, y si lo haces, que no sea una risa sonora; porque ese sonido que acompaña a la risa, también puede tener su correspondiente impuesto (digo puede porque aún es un proyecto de ley). Todo se andará.
Yo no le veo la gracia. En serio.
No te rías, porque al igual que cuando conduces a más velocidad de la permitida, un radar te detecta la infracción, con las nuevas tecnologías será muy fácil descubrir quien sobrepasa los decibelios permitidos. Una carcajada fuerte puede tener hasta cárcel. La sonrisa una amonestación verbal.
Que alguien pare este cúmulo de despropósitos porque si seguimos así, estas líneas que de momento no son más que una fantasía del arriba firmante, desgraciadamente, se pueden convertir en realidad. Sólo hay que mirar para atrás para comprobar las prohibiciones, multas e impuestos que antes no teníamos y que ahora poco a poco nos van inculcando casi sin darnos cuenta.
El nuevo impuesto (no diré revolucionario, pero con ganas me quedo) que ahora nos llega, es el de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores). Una sociedad sin ánimo de lucro, dicen. Que cara tienen. Además, se lo tenemos que agradecer porque velan por nuestros intereses y tienen como objeto potenciar las actividades culturales. Y todo esto sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Muchos son los zamoranos que han recibido una carta de la SGAE reclamando un dinero, desorbitado en algunos casos, por el simple hecho de tener un aparato de radio en su negocio. Por escuchar música. Sí, esto no es ninguna broma, que se lo pregunten a los dueños de los bares, restaurantes, hoteles, clínicas privadas (por el hilo musical), o lo que aún es más delirante, a asociaciones culturales (estas si que subsisten sin ánimo de lucro).
Podríamos hablar también del Canon digital… Nos multan hasta por respirar.
No quiero que nadie vele de esta manera por mis intereses, que me dejen en paz. Estoy harto de multas y prohibiciones, impuestos dicen ellos. Me voy silbando una canción que se titula: “Que le den…”
Somos más de dos los que pensamos así.
Por José Mª Lebrero Vecino
Sí, está prohibido silbar. No solamente en lugares públicos, también en la calle. Bueno, sí que puedes silbar, pero si te pillan tendrás que pagar una multa, o un impuesto dicen ellos (que en esto de la semántica hemos avanzado mucho). Por cantar también tienes que pagar; salvo que estés en la ducha. No te rías por lo que acabas de leer, y si lo haces, que no sea una risa sonora; porque ese sonido que acompaña a la risa, también puede tener su correspondiente impuesto (digo puede porque aún es un proyecto de ley). Todo se andará.
Yo no le veo la gracia. En serio.
No te rías, porque al igual que cuando conduces a más velocidad de la permitida, un radar te detecta la infracción, con las nuevas tecnologías será muy fácil descubrir quien sobrepasa los decibelios permitidos. Una carcajada fuerte puede tener hasta cárcel. La sonrisa una amonestación verbal.
Que alguien pare este cúmulo de despropósitos porque si seguimos así, estas líneas que de momento no son más que una fantasía del arriba firmante, desgraciadamente, se pueden convertir en realidad. Sólo hay que mirar para atrás para comprobar las prohibiciones, multas e impuestos que antes no teníamos y que ahora poco a poco nos van inculcando casi sin darnos cuenta.
El nuevo impuesto (no diré revolucionario, pero con ganas me quedo) que ahora nos llega, es el de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores). Una sociedad sin ánimo de lucro, dicen. Que cara tienen. Además, se lo tenemos que agradecer porque velan por nuestros intereses y tienen como objeto potenciar las actividades culturales. Y todo esto sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Muchos son los zamoranos que han recibido una carta de la SGAE reclamando un dinero, desorbitado en algunos casos, por el simple hecho de tener un aparato de radio en su negocio. Por escuchar música. Sí, esto no es ninguna broma, que se lo pregunten a los dueños de los bares, restaurantes, hoteles, clínicas privadas (por el hilo musical), o lo que aún es más delirante, a asociaciones culturales (estas si que subsisten sin ánimo de lucro).
Podríamos hablar también del Canon digital… Nos multan hasta por respirar.
No quiero que nadie vele de esta manera por mis intereses, que me dejen en paz. Estoy harto de multas y prohibiciones, impuestos dicen ellos. Me voy silbando una canción que se titula: “Que le den…”
Somos más de dos los que pensamos así.
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