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LA FUENTE

Por Emiliano Pérez Mencía

No se trata de un fuente cualquiera, ni se construyó de cualquier forma o material. No, esta fuente es distinta, es de hierro, como el sabor del agua que de ella sale desde que, hace ya más de 100 años, los vecinos de Fuentes de Ropel construyeron un pozo artesiano de mucha profundidad en el lugar en el que se encuentra. Y desde entonces no ha dejado de echar agua para el servicio de las personas y también de los animales, pues no lejos de ella hay un pequeño abrevadero.
Pero la fuente no se encuentra bien, está quejosa de que haya pasado su primer centenario sin que nadie o muy pocos se hayan acordado de ella. El paso de los años se deja notar, no solo en las personas y animales, sino también en los edificios y todo tipo de construcciones, incluidas las fuentes y los abrevaderos. Se ha pasado el primer centenario y el mejor regalo, para ella y para todos los vecinos, hubiese sido su restauración y la de su entorno, porque todavía sigue prestando servicio, y el lugar es visitado con frecuencia por niños y mayores. Es como un hito. De hecho el nombre del pueblo tiene, si no origen, sí estrecha relación con ella.
Teme por su desaparición si no se pone remedio y sería un error para quienes se preocupan de la cosa pública. Porque un pueblo como Fuentes de Ropel, con mucha historia, abundantes tradiciones y personas con muchos oficios que le dieron vida, no se puede permitir perder esta fuente de hierro, a la que llaman el Caño Viejo, y que fue construida en el año 1905, fecha que, junto con el nombre del alcalde de aquella época, figura grabada en la misma.Aunque en este año no se celebrase el centenario con el regalo de su restauración y la de su entorno, todavía es posible hacerlo, para que durante este siglo XXI, niños, jóvenes y mayores puedan seguir viéndola, acercarse, probar su agua ferruginosa y sentarse al lado para disfrutar de ella y de su entorno. Nunca de una obra tan pequeña se obtendrían mejores resultados.