La Otra Voz de Benavente y Los Valles

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jueves, febrero 22, 2007

La imagen de hoy

LA VEJIGA DEL CERDO
Por Emiliano Pérez Mencía

En la matanza del cerdo, al modo tradicional, celebrada el pasado sábado día 17 en Santa Cristina de la Polvorosa, cada uno de los protagonistas desempeñó su función. No faltó a la cita el matanchín oficial del pueblo, que contó con buenos y forzudos ayudantes para sujetar al animal, ni un grupo de mujeres que, vestidas a la antigua usanza, se afanaban en calentar agua y preparar en la lumbre unos torreznos, para degustación de los asistentes, acompañados de pan de hogaza y rico vino de los Valles; tampoco faltaron la dulzaina y el tamboril, que dieron la nota en su momento y con músicas apropiadas. Allí estaba el banco del sacrificio, los cuchillos, la soga, el barreño para recoger la sangre, los pajones de centeno, los raspadores, etc. Todo a punto para comenzar la faena, que se realizó puntualmente y de forma ritual, una vez que el matanchín clavó certeramente el cuchillo en la papada del animal.
Todos, manos a la obra, consiguieron, en poco tiempo, que el cerdo fuera sangrado y muerto, chamuscado, lavado, raspadas sus cerdas y abierto en canal para sacarle el mondongo y la sadurilla. Alguien se encargó de extraerle las pezuñas e invitar a su degustación, así como del rabo y oreja asados. Y otros, aunque personas mayores jubiladas, se encargaron de la vejiga del animal, a la que lavaron, limpiaron y se pusieron a hincharla con una paja de centeno, como hicieron siempre, siendo niños, en este día de la matanza.
Y ellos mismos fueron quienes, una vez hinchada, le dieron la primera patada, pues desde tiempos medievales a la vejiga del cerdo se la utilizó por parte de los niños como una pelota para jugar.