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LA ESPADAÑA DE CUNQUILLA DE VIDRIALES
Por Emiliano Pérez Mencía
Cunquilla, como la misma palabra expresa, es un pueblo pequeño, pero con una iglesia grande. En ella podemos ver, en su interior, un bello artesonado y varios retablos e imágenes de los siglos XVI y XVII. En el exterior, muros y contrafuertes de piedra, procedente sin duda alguna de lo cercana Sierra de Carpurias, y la Espadaña, destruida por un rayo “hace más de cien años”, según cuentan.
Al estar la iglesia situada en un altozano, algo apartada del pueblo, se la ve desde lejos al pasar por el Valle, o desde cualquiera de su montes y sierras cercanos. Y a todos llama la atención por el estado en que se encuentra.
La espadaña, o lo que queda de ella, es de construcción sólida, como toda la iglesia y de gran consistencia. Pero, parece ser, que el rayo pudo con ella, cortándola por la mitad. Y así ha estado, durante un siglo, sin que nadie se haya ocupado de su restauración o reconstrucción: ni el obispado de Astorga, a cuya diócesis pertenece el pueblo; ni la Diputación de Zamora, de quien depende el ayuntamiento; ni la Mancomunidad de Los Valles, que también puede atender este tipo de asuntos; ni el municipio, ni la administración autonómica, ni los ciudadanos, vecinos unos y forasteros otros, amantes y defensores como nadie de lo suyo. Por lo visto, durante cien años, no ha sido posible contar con los recursos necesarios para ello.
Es de esperar que, iniciado ya el siglo XXI, se tome la cosa más en serio y, contando con la voluntad y los medios necesarios, se realice la obra.
A pesar de la ruina las cigüeñas tienen su nido y llegan todos los años para acompañar a los habitantes de Cunquilla y recordarles la situación de la espadaña, para que, sin desánimo, sigan buscando y solicitando, a quien corresponda, la ayuda necesaria para la reconstrucción.
Cunquilla, como la misma palabra expresa, es un pueblo pequeño, pero con una iglesia grande. En ella podemos ver, en su interior, un bello artesonado y varios retablos e imágenes de los siglos XVI y XVII. En el exterior, muros y contrafuertes de piedra, procedente sin duda alguna de lo cercana Sierra de Carpurias, y la Espadaña, destruida por un rayo “hace más de cien años”, según cuentan.
Al estar la iglesia situada en un altozano, algo apartada del pueblo, se la ve desde lejos al pasar por el Valle, o desde cualquiera de su montes y sierras cercanos. Y a todos llama la atención por el estado en que se encuentra.
La espadaña, o lo que queda de ella, es de construcción sólida, como toda la iglesia y de gran consistencia. Pero, parece ser, que el rayo pudo con ella, cortándola por la mitad. Y así ha estado, durante un siglo, sin que nadie se haya ocupado de su restauración o reconstrucción: ni el obispado de Astorga, a cuya diócesis pertenece el pueblo; ni la Diputación de Zamora, de quien depende el ayuntamiento; ni la Mancomunidad de Los Valles, que también puede atender este tipo de asuntos; ni el municipio, ni la administración autonómica, ni los ciudadanos, vecinos unos y forasteros otros, amantes y defensores como nadie de lo suyo. Por lo visto, durante cien años, no ha sido posible contar con los recursos necesarios para ello.
Es de esperar que, iniciado ya el siglo XXI, se tome la cosa más en serio y, contando con la voluntad y los medios necesarios, se realice la obra.
A pesar de la ruina las cigüeñas tienen su nido y llegan todos los años para acompañar a los habitantes de Cunquilla y recordarles la situación de la espadaña, para que, sin desánimo, sigan buscando y solicitando, a quien corresponda, la ayuda necesaria para la reconstrucción.
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