Diario del peregrino del Hospital
DE SEVILLA A SANTIAGO (IV)
Por Santiago Ferreras Vecino
Día 23 de Mayo de 2006
Torremejía- Casar de Cáceres
Salimos de Torremejía después de haber descansado. Buscamos las flechas amarillas del camino en el pueblo, como no las encontramos decidimos tomar la carretera. Un par de km. después encontramos el camino que sale a la derecha, lo tomamos pero tenemos que volver a la carretera porque la vegetación no nos permite avanzar por él. La carretera hasta Mérida tiende hacia abajo y se va muy bien.
Salimos del Guadalquivir en Sevilla y vamos a pasar por el Guadiana en Mérida. A lo largo de este viaje cruzaremos los principales ríos de la vertiente atlántica de la península ibérica.
La entrada en Mérida es por el puente romano. Paramos a hacernos unas fotos para el recuerdo y lo cruzamos, dando un paseo por el centro histórico. Visitamos el templo de Diana y nos dirigimos a la oficina de turismo para preguntar por nuestras credenciales de peregrinos.
Nos dan una dirección del centro y llaman para confirmar que nos atenderán. Vamos y en un domicilio particular nos dan las credenciales, ya somos unos peregrinos documentados, con los papeles en regla.
Hay mucho que ver y poco tiempo. Decidimos ver el teatro romano construido entre los años 16 y 15 a. C. con una capacidad para seis mil espectadores y el anfiteatro levantado en el año 8 a. C. Buena cuenta de esta visita son las fotos que realizamos en estos lugares. Pasamos por delante del Museo Nacional de Arte Romano, donde vemos por la cristalera un tramo de la calzada romana. Emilio hace la firme promesa de volver con más tiempo para visitar esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.
Salimos de Mérida en dirección norte parando para comprar avituallamiento. Por el camino divisamos el acueducto de los Milagros que mide unos 830 m. y 25 de altura y sirve para transportar las aguas del embalse de Proserpina.
Tomamos la carretera del embalse, bien señalizada, donde tenemos que subir un fuerte repecho. Hoy será otro día de calor, pero parece que el viento en contra no ha hecho acto de presencia. Esto quiere decir que es un buen día para ir en bici.
Paramos en la presa romana del embalse de Proserpina a hacernos unas fotos y poner unas pegatinas del Hospital de Benavent. Seguimos por la carretera unos km. buscando la señal que nos indique la entrada en un camino. La señalización es abundante. Una flecha amarilla nos indica entre encinares la dirección la dirección hasta el Carrascalejo, pedaleando entre toros que nos miran detrás de sus vallas. Sube la adrenalina.
El camino es ancho aunque con mucha arena, lo que hace que algunas veces derrape la rueda de la bici. Llegamos a El Carrascalejo, donde aprovechamos para dejar constancia de nuestra reivindicación poniendo algunas pegatinas. Y desde allí ascendemos hasta Aljucén a dos Km. y ochocientos m, nuestro siguiente punto en el camino. Allí paramos a descansar, tomar alimento y bebida y visitar la iglesia parroquial de San Andrés.
Una vez repuestas las fuerzas salimos por la antigua carretera que conecta la población con la N-630 para cruzar el río. No encontramos la señalización de nuevo, hasta que frente a la gasolinera vemos las flechas que nos van a llevar a un paraje muy bonito.
El camino continúa paralelo al río y entre un paisaje de encinas que forman el Parque Natural de Cornalvo. El camino es ancho aunque tiende hacia arriba. Tenemos que pasar algunas portelas que guardan extensos territorios donde el cerdo ibérico “campa a sus anchas”. Después de unos km. salimos por una portela que nos lleva a la N-630, en un lugar donde la futura autovía discurre paralela y se ha debido comer el camino.
Hacemos un descanso para nuestra cita diaria con la cadena Ser de Benavente en conexión telefónica y seguimos nuestro camino por la carretera hasta Cruce de las Herrerías. Allí paramos a recuperar líquidos, comprando una botella de agua fresca y nos sentamos para decidir los pasos a seguir.
Alcuéscar se desvía de nuestro camino por lo que seguimos adelante. Hace mucho calor, hoy no hace viento que nos retrase la marcha. Llevamos un buen ritmo y posiblemente podamos recuperar el retraso acumulado en estos dos días anteriores.
Nuestro siguiente sitio de paso es Casas de Don Antonio, donde entramos por un antiguo cordel ganadero. Nos hacemos unas fotos en un puente medieval que salva las aguas del río Ayuela, parando a tomar alimento y bebida junto a un árbol a la entrada del pueblo.
Avnzamos por un camino que va paralelo a la carretera. Nos encontramos con un miliario muy bien conservado, seguimos por el camino pero la vegetación se va comiendo el sendero y resulta imposible ir con la bici por allí. Desde la carretera se ve el bonito puente de Santiago, de origen romano y trazos medievales. Emilio se para un instante para hacerle una foto.
Hoy es el día que más calor hace desde que comenzamos la peregrinación. Al llegar a Aldea de Cano paramos en una sombra para un merecido descanso. En este momento tenemos claro que al menos hoy llegaremos hasta Cáceres porque nos faltan solamente 22, 5 km. Allí, al bajarme de la bici y ponerme en cuclillas, siento un fuerte dolor en mi rodilla izquierda. Por un momento pienso que no podré dar pedales. Me siento y se me va pasando. Es el comienzo de una tendiditis que me acompañará a lo largo de todo el camino. Pero teníamos que cumplir nuestro pacto: “Nuestros dolorcillos debíamos sufrirlos en silencio, como en el anuncio”.
Y si no que se lo digan a Emilio y su dolor de espalda, que no le “dolía casi nada”…
Nuestro siguiente punto del camino es Valdesalor, donde pasamos sin detenernos. Subimos el puerto de Las Camelias; desde allí se divisa al fondo la cuidad de Cáceres. Entramos siguiendo las flechas amarillas que nos llevan hasta el corazón urbano. En una avenida paramos para pedir agua fresca en un taller y preguntar el camino del centro. Subimos por una cuesta y estamos en el casco antiguo. Nos dirigimos a la oficina de turismo de la plaza de España. Sellamos nuestras credenciales y pedimos dejar las bicis allí. No nos dejan. Así que con un plano del centro y con todas nuestras cosas nos vamos a dar un paseo por su casco histórico, admirable conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986.
Tenemos que subir unas escaleras con nuestras bicis para ir a ver el Museo Provincial, situado en la casa-palacio de las Veletas. Este originario alcázar almohade, remodelado posteriormente como palacio, tiene un gran aljibe en su sótano que recoge las aguas de lluvia de todo el edificio.
Emilio se reafirma en su idea de volver por esta Vía de la Plata porque hay mucho que ver y necesita dedicar tiempo este precioso casco histórico. Sentados en las escaleras de la plaza de España programamos donde dormir. Llamamos a Casar de Cáceres, se está a 11 km. para que nos confirmen si hay plazas en el albergue municipal. La respuesta es afirmativa. A la salida de la cuidad compramos unas coca colas y bollería para reponer fuerzas. Paramos en un jardín, nos tumbamos en la hierba y descansamos.
Vamos por una carretera local. Es una impresionante recta con varios toboganes. Vamos deprisa porque nos aguarda una cama, ducha y cena. Cuando miro para atrás compruebo que Emilio no viene detrás. Doy la vuelta y lo veo venir al fondo. Espero. Cuando se acerca me dice que se le salió la cadena, se atasca y le resulta difícil volver a colocarla. Cuando me quiere avisar estaba lejos y no podía oírle. Todo esta solucionado. Llegamos, sellamos la credencial en un bar-restaurante y nos vamos al albergue. Es un edificio rehabilitado por el Ayuntamiento en la Plaza de España, en lo que fuera antigua calzada romana. Este edificio dispone de capacidad para veinte personas.
Buscamos una cama, nos damos una ducha, estiramientos musculares y un periodo de descanso. Recibimos la llamada diaria de José Ignacio para el artículo del día en La Otra Voz. Hablamos con nuestros compañeros de albergue. Hay dos malagueños que han venido por la sierra de Ronda y Córdoba.
Vamos a cenar. Pedimos de postre torta de Casar, pero no entra en el menú del día; nos quedaremos sin probarla. Después de dar un paseo por el pueblo y ver la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre los siglos XV y XVI, nos vamos al albergue a dormir. Esa noche es famosa porque la campana del reloj del Ayuntamiento se oye muchísimo. Oímos todas las señales horarias con repetición, los cuartos y las medias. Todo esto, acompañado de unos buenos ronquidos, da como resultado una noche de insomnio y poco descanso.
En la etapa de hoy hemos recorrido 105 km. llegando al albergue a las siete de la tarde, después de haber dedicado tiempo a visitar Mérida y Cáceres. Hemos recuperado el retraso sobre la programación prevista.
Por Santiago Ferreras Vecino
Día 23 de Mayo de 2006
Torremejía- Casar de Cáceres
Salimos de Torremejía después de haber descansado. Buscamos las flechas amarillas del camino en el pueblo, como no las encontramos decidimos tomar la carretera. Un par de km. después encontramos el camino que sale a la derecha, lo tomamos pero tenemos que volver a la carretera porque la vegetación no nos permite avanzar por él. La carretera hasta Mérida tiende hacia abajo y se va muy bien.
Salimos del Guadalquivir en Sevilla y vamos a pasar por el Guadiana en Mérida. A lo largo de este viaje cruzaremos los principales ríos de la vertiente atlántica de la península ibérica.
La entrada en Mérida es por el puente romano. Paramos a hacernos unas fotos para el recuerdo y lo cruzamos, dando un paseo por el centro histórico. Visitamos el templo de Diana y nos dirigimos a la oficina de turismo para preguntar por nuestras credenciales de peregrinos.
Nos dan una dirección del centro y llaman para confirmar que nos atenderán. Vamos y en un domicilio particular nos dan las credenciales, ya somos unos peregrinos documentados, con los papeles en regla.
Hay mucho que ver y poco tiempo. Decidimos ver el teatro romano construido entre los años 16 y 15 a. C. con una capacidad para seis mil espectadores y el anfiteatro levantado en el año 8 a. C. Buena cuenta de esta visita son las fotos que realizamos en estos lugares. Pasamos por delante del Museo Nacional de Arte Romano, donde vemos por la cristalera un tramo de la calzada romana. Emilio hace la firme promesa de volver con más tiempo para visitar esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.
Salimos de Mérida en dirección norte parando para comprar avituallamiento. Por el camino divisamos el acueducto de los Milagros que mide unos 830 m. y 25 de altura y sirve para transportar las aguas del embalse de Proserpina.
Tomamos la carretera del embalse, bien señalizada, donde tenemos que subir un fuerte repecho. Hoy será otro día de calor, pero parece que el viento en contra no ha hecho acto de presencia. Esto quiere decir que es un buen día para ir en bici.
Paramos en la presa romana del embalse de Proserpina a hacernos unas fotos y poner unas pegatinas del Hospital de Benavent. Seguimos por la carretera unos km. buscando la señal que nos indique la entrada en un camino. La señalización es abundante. Una flecha amarilla nos indica entre encinares la dirección la dirección hasta el Carrascalejo, pedaleando entre toros que nos miran detrás de sus vallas. Sube la adrenalina.
El camino es ancho aunque con mucha arena, lo que hace que algunas veces derrape la rueda de la bici. Llegamos a El Carrascalejo, donde aprovechamos para dejar constancia de nuestra reivindicación poniendo algunas pegatinas. Y desde allí ascendemos hasta Aljucén a dos Km. y ochocientos m, nuestro siguiente punto en el camino. Allí paramos a descansar, tomar alimento y bebida y visitar la iglesia parroquial de San Andrés.
Una vez repuestas las fuerzas salimos por la antigua carretera que conecta la población con la N-630 para cruzar el río. No encontramos la señalización de nuevo, hasta que frente a la gasolinera vemos las flechas que nos van a llevar a un paraje muy bonito.
El camino continúa paralelo al río y entre un paisaje de encinas que forman el Parque Natural de Cornalvo. El camino es ancho aunque tiende hacia arriba. Tenemos que pasar algunas portelas que guardan extensos territorios donde el cerdo ibérico “campa a sus anchas”. Después de unos km. salimos por una portela que nos lleva a la N-630, en un lugar donde la futura autovía discurre paralela y se ha debido comer el camino.
Hacemos un descanso para nuestra cita diaria con la cadena Ser de Benavente en conexión telefónica y seguimos nuestro camino por la carretera hasta Cruce de las Herrerías. Allí paramos a recuperar líquidos, comprando una botella de agua fresca y nos sentamos para decidir los pasos a seguir.
Alcuéscar se desvía de nuestro camino por lo que seguimos adelante. Hace mucho calor, hoy no hace viento que nos retrase la marcha. Llevamos un buen ritmo y posiblemente podamos recuperar el retraso acumulado en estos dos días anteriores.
Nuestro siguiente sitio de paso es Casas de Don Antonio, donde entramos por un antiguo cordel ganadero. Nos hacemos unas fotos en un puente medieval que salva las aguas del río Ayuela, parando a tomar alimento y bebida junto a un árbol a la entrada del pueblo.
Avnzamos por un camino que va paralelo a la carretera. Nos encontramos con un miliario muy bien conservado, seguimos por el camino pero la vegetación se va comiendo el sendero y resulta imposible ir con la bici por allí. Desde la carretera se ve el bonito puente de Santiago, de origen romano y trazos medievales. Emilio se para un instante para hacerle una foto.
Hoy es el día que más calor hace desde que comenzamos la peregrinación. Al llegar a Aldea de Cano paramos en una sombra para un merecido descanso. En este momento tenemos claro que al menos hoy llegaremos hasta Cáceres porque nos faltan solamente 22, 5 km. Allí, al bajarme de la bici y ponerme en cuclillas, siento un fuerte dolor en mi rodilla izquierda. Por un momento pienso que no podré dar pedales. Me siento y se me va pasando. Es el comienzo de una tendiditis que me acompañará a lo largo de todo el camino. Pero teníamos que cumplir nuestro pacto: “Nuestros dolorcillos debíamos sufrirlos en silencio, como en el anuncio”.
Y si no que se lo digan a Emilio y su dolor de espalda, que no le “dolía casi nada”…
Nuestro siguiente punto del camino es Valdesalor, donde pasamos sin detenernos. Subimos el puerto de Las Camelias; desde allí se divisa al fondo la cuidad de Cáceres. Entramos siguiendo las flechas amarillas que nos llevan hasta el corazón urbano. En una avenida paramos para pedir agua fresca en un taller y preguntar el camino del centro. Subimos por una cuesta y estamos en el casco antiguo. Nos dirigimos a la oficina de turismo de la plaza de España. Sellamos nuestras credenciales y pedimos dejar las bicis allí. No nos dejan. Así que con un plano del centro y con todas nuestras cosas nos vamos a dar un paseo por su casco histórico, admirable conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986.
Tenemos que subir unas escaleras con nuestras bicis para ir a ver el Museo Provincial, situado en la casa-palacio de las Veletas. Este originario alcázar almohade, remodelado posteriormente como palacio, tiene un gran aljibe en su sótano que recoge las aguas de lluvia de todo el edificio.
Emilio se reafirma en su idea de volver por esta Vía de la Plata porque hay mucho que ver y necesita dedicar tiempo este precioso casco histórico. Sentados en las escaleras de la plaza de España programamos donde dormir. Llamamos a Casar de Cáceres, se está a 11 km. para que nos confirmen si hay plazas en el albergue municipal. La respuesta es afirmativa. A la salida de la cuidad compramos unas coca colas y bollería para reponer fuerzas. Paramos en un jardín, nos tumbamos en la hierba y descansamos.
Vamos por una carretera local. Es una impresionante recta con varios toboganes. Vamos deprisa porque nos aguarda una cama, ducha y cena. Cuando miro para atrás compruebo que Emilio no viene detrás. Doy la vuelta y lo veo venir al fondo. Espero. Cuando se acerca me dice que se le salió la cadena, se atasca y le resulta difícil volver a colocarla. Cuando me quiere avisar estaba lejos y no podía oírle. Todo esta solucionado. Llegamos, sellamos la credencial en un bar-restaurante y nos vamos al albergue. Es un edificio rehabilitado por el Ayuntamiento en la Plaza de España, en lo que fuera antigua calzada romana. Este edificio dispone de capacidad para veinte personas.
Buscamos una cama, nos damos una ducha, estiramientos musculares y un periodo de descanso. Recibimos la llamada diaria de José Ignacio para el artículo del día en La Otra Voz. Hablamos con nuestros compañeros de albergue. Hay dos malagueños que han venido por la sierra de Ronda y Córdoba.
Vamos a cenar. Pedimos de postre torta de Casar, pero no entra en el menú del día; nos quedaremos sin probarla. Después de dar un paseo por el pueblo y ver la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre los siglos XV y XVI, nos vamos al albergue a dormir. Esa noche es famosa porque la campana del reloj del Ayuntamiento se oye muchísimo. Oímos todas las señales horarias con repetición, los cuartos y las medias. Todo esto, acompañado de unos buenos ronquidos, da como resultado una noche de insomnio y poco descanso.
En la etapa de hoy hemos recorrido 105 km. llegando al albergue a las siete de la tarde, después de haber dedicado tiempo a visitar Mérida y Cáceres. Hemos recuperado el retraso sobre la programación prevista.
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