Artículo de opinión
Veinte años de Gobierno regional*
Por Jesús Cuadrado
EL PP gobierna en Castilla y León desde 1987 y, cuando se celebren las próximas elecciones autonómicas, se cumplirán veinte años de dominio político continuado por parte del mismo partido. ¿Es mucho tiempo o, como en el tango, 'que veinte años no es nada'? Una administración pública puede hacer muchas cosas en dos décadas; hasta cuatro planes quinquenales, muchos presupuestos, muchas programaciones a medio y largo plazo. Es periodo suficiente para someterse a examen, y no sería sensato recurrir a la falta de tiempo como disculpa. Dos décadas dan de sí, tanto que un tercio de los castellanos y leoneses no han conocido más gobierno regional que el del PP. Muchos años, sin duda, pero, ¿cuál ha sido su utilidad para la región? Analicemos aquellos indicadores que admiten poca polémica, que son universalmente aceptados como la expresión del grado de salud de una comunidad.
Por Jesús Cuadrado
EL PP gobierna en Castilla y León desde 1987 y, cuando se celebren las próximas elecciones autonómicas, se cumplirán veinte años de dominio político continuado por parte del mismo partido. ¿Es mucho tiempo o, como en el tango, 'que veinte años no es nada'? Una administración pública puede hacer muchas cosas en dos décadas; hasta cuatro planes quinquenales, muchos presupuestos, muchas programaciones a medio y largo plazo. Es periodo suficiente para someterse a examen, y no sería sensato recurrir a la falta de tiempo como disculpa. Dos décadas dan de sí, tanto que un tercio de los castellanos y leoneses no han conocido más gobierno regional que el del PP. Muchos años, sin duda, pero, ¿cuál ha sido su utilidad para la región? Analicemos aquellos indicadores que admiten poca polémica, que son universalmente aceptados como la expresión del grado de salud de una comunidad.
Con un ritmo de crecimiento igual al del conjunto del país durante estos veinte años, hoy seríamos tres millones de castellanos y leoneses, y no los dos y medio que somos. Como en el anuncio, la población no engaña, a la hora de medir el éxito o fracaso de un proyecto político. Así, en 1987 los castellanos y leoneses éramos el 6,69% de de la población española, en el 2005 habíamos bajado al 5,69%; en esos diez y ocho años Castilla y León ha perdido nada menos que el 15% de peso relativo en España. De cada mil españoles 67 éramos castellanos y leoneses hace veinte años, y hoy somos 57. Aún peor, si tenemos en cuenta que es en los últimos cinco años cuando la pérdida de nuestro peso demográfico en España ha alcanzado un mayor ritmo. ¿El futuro? Poco tranquilizador, salvo que se produzca un cambio radical en esta tendencia. Cuando los líderes regionales ponen las esperanzas del crecimiento de la población de Castilla y León en la inmigración exterior, ¿se han parado a pensar en cómo se está distribuyendo por comunidades autónomas? En los datos del pasado mes de agosto, de cada 1.000 extranjeros afiliados a la Seguridad Social en España solo 28 correspondían a nuestra región; una proporción que representa menos de la mitad de nuestro peso demográfico en el país. ¿De qué están satisfechos quienes han tenido la responsabilidad del gobierno regional durante estos años?
¿Muchos datos? Galileo decía que la realidad solo se entiende cuando se puede traducir a lenguaje matemático. Desde luego hay datos que, sin seleccionar árboles de manera sectaria, pueden reflejar el bosque de la evolución histórica de Castilla y León en los últimos veinte años. ¿Podemos los castellanos y leoneses averiguar con datos objetivos qué ha pasado en nuestra región en los últimos veinte años? Podemos (todo está en los libros), y su conocimiento es un derecho ciudadano. Añadamos a la población la creación de riqueza. En 1987, cuando el PP empezó a gobernar en Castilla y León, nuestro PIB representaba el 6,35% del total español; en el 2005, el 5,40%. Una caída de un punto porcentual en esos años, ¿no es una sangría? De cada 1.000 euros del PIB español, 64 eran de Castilla y León hace veinte años; en el 2005, tan solo 54. Sí, una sangría que es urgente detener, y más peligrosa si tenemos en cuenta que esta pérdida de peso en España se ha ido acelerando en los últimos años. No hay estudio sectorial, de detalle, que pueda ocultar esto, por muy fina que sea la operación de camuflaje.
El número de ocupados, los puestos de trabajo de la región, reflejan lógicamente la misma evolución. Así, si la encuesta de población activa de 1987 expresa que de cada 1.000 empleos en España, 69 se ubican en Castilla y León, en la última publicada del 2006 los puestos de trabajo de la región son solo 53 de cada 1.000 de España. La misma evolución se puede observar en los datos de afiliación a la Seguridad Social. Dónde estábamos y dónde estamos, esa es la cuestión. A veces, quienes han estado al frente de la comunidad durante estos años tienen la tentación de utilizar el dato de nuestro PIB per cápita en relación con la Unión Europea como prueba de lo bien que nos van las cosas. Gracias a nuestro desarrollo recibiremos menos fondos europeos, se dice. Para reír, si no fuera porque hablamos de las cosas de comer. Consulten Eurostat, comparen datos, y comprobarán cómo Castilla y León está entre las comunidades autónomas con menor ganancia en ese indicador (solo cuatro tienen peores datos) y, aún peor, las mejoras se producen, no porque nuestro PIB crezca más (crece menos que el de Europa y el de España), sino porque mejoramos su distribución per cápita gracias a que nuestra población no aumenta y la de España sí.
Frente a esta realidad, ¿usted puede entender las expresiones de autosatisfacción de quienes han gobernado en Castilla y León durante estos veinte años? Yo, no. Como tampoco alcanzo a interpretar la estrategia regional centrada en denunciar supuestas caídas en la inversión pública del Gobierno de Zapatero en la región, cuando los datos, los que cualquiera puede comprobar en la página web de la Consejería de Hacienda del propio Gobierno regional, o en las de las asociaciones de contratistas regionales o nacionales, muestran justamente lo contrario. ¿Y hasta qué punto! La inversión de los gobiernos de Aznar en Castilla y León, entre 1997 y el 2003, fue de 690 millones de euros de media por año; la del gobierno de Zapatero es, en el 2005 y los seis primeros meses del 2006, de 1.200 millones de euros por año. Todo está en los libros. Por eso, no entiendo la insistencia en un argumento tan contradictorio con los datos, con la realidad. Además, este tipo de mistificaciones, tan frecuentes en la región durante estos años, tienen mucho que ver con las causas de la sangría que estamos viviendo. ¿Tanta retórica, tanta ocultación de la realidad! Mal está que cada día haya menos Castilla y León en España, pero será aún peor si no nos hemos enterado. Que ya decía mi paisano León Felipe: «pero me han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos». Sí, es hora de exámenes en Castilla y León.
* Artículo publicado en El Norte de Castilla el día 3 de octubre de 2006.
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