La imagen de hoy

LOS CHUPITELES O PINGANILLOS

Por Emiliano Pérez Mencía

Hace años ya que no se veía por estas tierras lo que en casi todas las provincias de Castilla y León llamamos pinganillos o chupiteles y para lo que en otros lugares utilizan otros nombres. Me refiero a los carámbanos de hielo, más o menos largos y puntiagudos, que cuelgan de las canales de algunas edificaciones, cuando se hiela el agua de la lluvia o se derrite la nieve.
Este año con la bajada de las temperaturas y las lluvias y nieves que han caído y que están cayendo, ha sido posible verlos, y además en abundancia. El hecho no ha pasado desapercibido para muchas personas, sobre todo para los mayores, pues les ha recordado cosas que vieron y vivieron en el pasado.
En zonas de montaña, en donde las temperaturas suelen ser más bajas, y hay más hielos y deshielos, este fenómeno se produce con más frecuencia. Y sobre todo en los pueblos o localidades en las que todavía existen cuadras, pajares, cochineras u otro tipo de granjas con tejados de teja curva o de uralita. Resulta que el calor de los animales llega al techo de dichos edificios y contribuye a derretir la nieve o hielo que haya sobre ellos. El agua, al caer, y ya fuera del tejado, se va congelando hasta producir los pinganillos, que forman, en algunas ocasiones, verdaderas estalactitas.
Estos chupiteles pueden ser de distinto tamaño y su grosor es mayor al comienzo, pero luego terminan de forma aguda y punzante, hasta el punto de que se pueden convertir en una espada de Damocles si, al paso de los viandantes, alguno se desprende y cae sobre su cabeza o sobre su cuerpo.
La imagen de hoy nos muestra uno de los tejados del Parador de Turismo de Benavente con chupiteles, aunque de pequeño tamaño, junto a la chimenea. Seguramente que todos los que estos días han pasado y paseado por el lugar habrán visto, además de los jardines y el paisaje nevado de las vegas, que rodean la ciudad, los pinganillos o chupiteles colgando y adornando a su manera el alero del tejado.