La chicharra
CINISMO NAVIDEÑO
Por José Mª Lebrero Vecino
Sí, llegó la navidad. No quiero que nadie se sienta obligado a seguir leyendo esta columna y ofenda su buen corazón; eres muy libre de parar ahora mismo la lectura. Allá tú si decides continuar.
Si hay algo que me jode de estas fiestas es el cinismo; esa desvergüenza a la hora de mentir. En estas fechas esa obscenidad descarada brota como las malas hierbas en un otoño lluvioso.
La verdad suele ser una importante traba para el cinismo, por eso me molestan tanto estas mentiras piadosas. Pura hipocresía. Es curioso que quien durante todos los meses del año te ha puesto mil y una zancadillas te desee Feliz Año Nuevo; que te den, no me interesan tus cínicos deseos. Pamplinas. ¿Y las cenas navideñas de empresa? Que aproveche; yo prefiero elegir a los comensales. Déjate de cumplidos, no me des palmaditas en la espalda que tengo artrosis. Como dice mi compañero de fatigas literarias Antonio Salinero en su última novela "A vida o a muerte”, donde nada es lo que parece: “se odian cordialmente en público y se despellejan en privado”; cínicos de mierda. Al igual que se necesita algo más que un pañuelo para llorar, debería de existir algo más que una cínica sonrisa y un apretón de manos en estos deseos navideños. Pero en este caso la realidad hace esquina con la calle tramoya. Esto no es espíritu navideño, yo lo llamo cinismo navideño.
¡Ah!, Y en noche vieja, a toque de silbato, todos a divertirse: bailar, saltar y reír. Que bien. Ja, ja, ja. Feliz Año.
Nos vemos en la cuesta de enero.
Por José Mª Lebrero Vecino
Sí, llegó la navidad. No quiero que nadie se sienta obligado a seguir leyendo esta columna y ofenda su buen corazón; eres muy libre de parar ahora mismo la lectura. Allá tú si decides continuar.
Si hay algo que me jode de estas fiestas es el cinismo; esa desvergüenza a la hora de mentir. En estas fechas esa obscenidad descarada brota como las malas hierbas en un otoño lluvioso.
La verdad suele ser una importante traba para el cinismo, por eso me molestan tanto estas mentiras piadosas. Pura hipocresía. Es curioso que quien durante todos los meses del año te ha puesto mil y una zancadillas te desee Feliz Año Nuevo; que te den, no me interesan tus cínicos deseos. Pamplinas. ¿Y las cenas navideñas de empresa? Que aproveche; yo prefiero elegir a los comensales. Déjate de cumplidos, no me des palmaditas en la espalda que tengo artrosis. Como dice mi compañero de fatigas literarias Antonio Salinero en su última novela "A vida o a muerte”, donde nada es lo que parece: “se odian cordialmente en público y se despellejan en privado”; cínicos de mierda. Al igual que se necesita algo más que un pañuelo para llorar, debería de existir algo más que una cínica sonrisa y un apretón de manos en estos deseos navideños. Pero en este caso la realidad hace esquina con la calle tramoya. Esto no es espíritu navideño, yo lo llamo cinismo navideño.
¡Ah!, Y en noche vieja, a toque de silbato, todos a divertirse: bailar, saltar y reír. Que bien. Ja, ja, ja. Feliz Año.
Nos vemos en la cuesta de enero.
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