Artículo de opinión
PATRIMONIO RALENTIZADO *
por José Ignacio Martín Benito
El pasado jueves, 2 de febrero, la Junta de Castilla y León, declaraba Bien de Interés Cultural (BIC) el castro de “Las Labradas”, en Arrabalde, con la categoría de “zona arqueológica”, después de 18 años de espera. En efecto, el 9 de febrero de 1988 se abrió el expediente de incoación para declararlo BIC. Muchos años pues para instruir y resolver un expediente administrativo. En la Consejería de Cultura se apilan más de 170, muchos de los cuales tienen más 25 años, como es el caso del puente mayor de Toro, por poner sólo un ejemplo.
En la provincia de Zamora todavía están pendientes de resolución otros 26 expedientes. La nuestra es la provincia de la comunidad con menor número de BIC, tan sólo 110, de los cuales sólo 84 han sido declarados oficialmente. Muy lejos, por tanto de otras provincias, como Burgos, con 362, Soria con 238 o Salamanca con 206.
El ritmo de resolución de expedientes en la administración regional es extremadamente lento. Pero en el caso de la provincia zamorana esta ralentización es todavía, si cabe, mayor. Desde el año 2003 no se declaraba ningún BIC en Zamora; concretamente el último en hacerlo, antes del castro de Arrabalde, fue el del Hospital de Benavente. En este caso, la Junta lo declaró después de 25 años de espera. Hasta ese momento no se había declarado ningún otro BIC desde 1998.
Esto significa que la media de declaración de Bienes de Interés Cultural en la provincia de Zamora es de 2 cada 8 años, o lo que es lo mismo, 1 cada 4 años. Así las cosas, de seguir a este ritmo, habrá que esperar hasta el año 2098 –ya no estaremos aquí ninguno- para que se termine de declarar el último de los BIC de los 26 que están ahora pendientes.
Este ritmo en la resolución de expedientes pone en evidencia la inoperancia de la Consejería de Cultura que dirige Silvia Clemente. Haría bien la consejera en dedicar una parte de su tiempo a ocuparse de potenciar el patrimonio cultural de Castilla y León. Y una manera de potenciarlo y difundirlo es fomentar lo mediante el reconocimiento como Bien de Interés Cultural.
Uno de los activos de esta región es precisamente su patrimonio histórico y cultural. El turismo de interior debe cimentarse en su difusión. El arte y la arqueología funcionan como reclamo en todos los lugares. Pero difícilmente se puede difundir si la propia administración regional, que tiene las competencias en la materia, no es capaz de reconocerlo con la “marca de calidad” que suponen los BIC. Y es que Castilla y León no es la primera comunidad española en cuanto a riqueza patrimonial se refiere; no lo es al menos desde el punto de vista oficial. Al contrario, ocupa el furgón de cola de los BIC en España. Sí, porque en la media por municipio está en el lugar nº 16 de entre las 17 comunidades autónomas); en la media por provincia, la nº 11 y en la media de extensión territorial y por parroquia, la nº 14.
Pero si Castilla y León ocupa el último de los lugares en España, conforme a los criterios señalados, la provincia de Zamora es, a todos los efectos, la última de Castilla y León. No sólo tiene menos BIC, sino también menos conjuntos históricos: 7 en total, si contabilizamos también el de Villardeciervos, que espera con un expediente abierto desde 1987. El convento de San Francisco y el puente de Toro están entre los monumentos que más esperan: fueron incoados en 1979. En la comarca de Los Valles de Benavente aguardan, con una paciencia sin límites, la iglesia parroquial de Santa Colomba de las Carabias y el santuario de Nª Señora del Valle, en San Román, desde 1982 y 1983, respectivamente.
Así las cosas, los responsables regionales en materia de patrimonio, deberían salir de este letargo y poner al patrimonio de la región, en general y al de la provincia de Zamora, en particular, en el lugar que por historia y cultura le corresponde.
por José Ignacio Martín Benito
El pasado jueves, 2 de febrero, la Junta de Castilla y León, declaraba Bien de Interés Cultural (BIC) el castro de “Las Labradas”, en Arrabalde, con la categoría de “zona arqueológica”, después de 18 años de espera. En efecto, el 9 de febrero de 1988 se abrió el expediente de incoación para declararlo BIC. Muchos años pues para instruir y resolver un expediente administrativo. En la Consejería de Cultura se apilan más de 170, muchos de los cuales tienen más 25 años, como es el caso del puente mayor de Toro, por poner sólo un ejemplo.
En la provincia de Zamora todavía están pendientes de resolución otros 26 expedientes. La nuestra es la provincia de la comunidad con menor número de BIC, tan sólo 110, de los cuales sólo 84 han sido declarados oficialmente. Muy lejos, por tanto de otras provincias, como Burgos, con 362, Soria con 238 o Salamanca con 206.
El ritmo de resolución de expedientes en la administración regional es extremadamente lento. Pero en el caso de la provincia zamorana esta ralentización es todavía, si cabe, mayor. Desde el año 2003 no se declaraba ningún BIC en Zamora; concretamente el último en hacerlo, antes del castro de Arrabalde, fue el del Hospital de Benavente. En este caso, la Junta lo declaró después de 25 años de espera. Hasta ese momento no se había declarado ningún otro BIC desde 1998.
Esto significa que la media de declaración de Bienes de Interés Cultural en la provincia de Zamora es de 2 cada 8 años, o lo que es lo mismo, 1 cada 4 años. Así las cosas, de seguir a este ritmo, habrá que esperar hasta el año 2098 –ya no estaremos aquí ninguno- para que se termine de declarar el último de los BIC de los 26 que están ahora pendientes.
Este ritmo en la resolución de expedientes pone en evidencia la inoperancia de la Consejería de Cultura que dirige Silvia Clemente. Haría bien la consejera en dedicar una parte de su tiempo a ocuparse de potenciar el patrimonio cultural de Castilla y León. Y una manera de potenciarlo y difundirlo es fomentar lo mediante el reconocimiento como Bien de Interés Cultural.
Uno de los activos de esta región es precisamente su patrimonio histórico y cultural. El turismo de interior debe cimentarse en su difusión. El arte y la arqueología funcionan como reclamo en todos los lugares. Pero difícilmente se puede difundir si la propia administración regional, que tiene las competencias en la materia, no es capaz de reconocerlo con la “marca de calidad” que suponen los BIC. Y es que Castilla y León no es la primera comunidad española en cuanto a riqueza patrimonial se refiere; no lo es al menos desde el punto de vista oficial. Al contrario, ocupa el furgón de cola de los BIC en España. Sí, porque en la media por municipio está en el lugar nº 16 de entre las 17 comunidades autónomas); en la media por provincia, la nº 11 y en la media de extensión territorial y por parroquia, la nº 14.
Pero si Castilla y León ocupa el último de los lugares en España, conforme a los criterios señalados, la provincia de Zamora es, a todos los efectos, la última de Castilla y León. No sólo tiene menos BIC, sino también menos conjuntos históricos: 7 en total, si contabilizamos también el de Villardeciervos, que espera con un expediente abierto desde 1987. El convento de San Francisco y el puente de Toro están entre los monumentos que más esperan: fueron incoados en 1979. En la comarca de Los Valles de Benavente aguardan, con una paciencia sin límites, la iglesia parroquial de Santa Colomba de las Carabias y el santuario de Nª Señora del Valle, en San Román, desde 1982 y 1983, respectivamente.
Así las cosas, los responsables regionales en materia de patrimonio, deberían salir de este letargo y poner al patrimonio de la región, en general y al de la provincia de Zamora, en particular, en el lugar que por historia y cultura le corresponde.
Foto: El dolmen de Arrabalde, que aún no está declarado BIC. Cortesía de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y Leon.
* Este artículo se publica hoy también en http://lacronicadebenavente.blogspot.com
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