La Otra Voz de Benavente y Los Valles

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miércoles, marzo 27, 2013

Una mirada histórica

LA INESTABILIDAD DE LOS CUESTOS DE LA MOTA DE BENAVENTE: UNA MIRADA HISTÓRICA

José Ignacio Martín Benito
El derrumbe de los Cuestos de la Mota de Benavente la madrugada del pasado 16 de marzo, llevándose por delante la pasarela peatonal, ha deparado una polémica sobre si el Ayuntamiento tenía o no conocimiento de la inestabilidad del terreno. Además del informe geotécnico de la empresa Rodio que detectaba en 2004 “un talud.., con un volumen de tierra inestable de 60.000-70.000 metros cúbicos”, hay diversos testimonios históricos sobre la inseguridad del terreno.
Los Cuestos y su pronunciada pendiente hacia lo que los documentos llaman “la Madre Vieja del Órbigo” (Ría de Don Felipe), han sido históricamente un terreno inseguro, que ya dio quebraderos de cabeza al IV conde de Benavente, Rodrigo Pimentel, a finales del siglo XV. Las declaraciones de los testigos del pleito entre la viuda del conde y su hijo informan de la inestabilidad del lugar:
La fortaleza de Benavente se quedó toda posteada, que se quería hundir, porque estaba toda armada sobre falso lo que estava de la parte del río”. De hecho, se cayeron varias torres, como declaran los testigos: “se hundió la torre de sobre el río, que está contra Ventosa, y la torre de las Eminas y los corredores de la sala grande”. De ahí la reconstrucción que tuvo que hacer el V conde Alfonso Pimentel, impulsor de una reforma de la fortaleza y constructor de la torre del Caracol; torre, por cierto, que en tiempo reciente ha debido ser anclada por Paradores, a raíz de la aparición de grietas en el terreno.
Cuando el ayuntamiento compró la fortaleza comenzó una demolición sistemática de lo que aún quedaba en pie. La demolición del castillo por las brigadas municipales entre 1915 y 1929 tuvo un doble objetivo: dar trabajo a la gran masa de jornaleros -en lo que se llamaban las obras del “plus obrero” y conjurar así la grave crisis económica de la época- y, por otro lado, ensanchar los paseos y jardines de la Mota. Las actas municipales están llenas de referencia a estos trabajos. El derribo de la fortaleza permitió extraer piedra y tierra. La piedra se vendía para construcciones o se empleaba en el firme de calles y carreteras. Con la tierra se rellenaba y ensanchaba La Mota. El 5 de marzo de 1915 el ayuntamiento aprobó las condiciones “para la caba, carga, transporte y descarga de seiscientos metros cúbicos de tierra del Torreón de la Fortaleza a los paseos de la Mota Baja.”. Al año siguiente se pagó a Francisco y Fructuoso Cachón 1.000 ptas y 80 cts. “por el arrastre de tierras del Castillo a la Mota Vieja”. En abril de 1927 el Seminario El Pueblo informaba de que había comenzado “el derrumbamiento de las paredes de tierra de La Fortaleza”.
Fue así como se explanó y ensanchó La Mota, de lo que hablan también los documentos gráficos. A la inestabilidad natural, hay que añadir, además, que buena parte del talud, es relleno artificial.
Por otro lado, las conclusiones del geólogo J. Jordá Pardo (Brigecio, 1996) sobre Los Cuestos de la Estación, son perfectamente trasladables a los de la Mota: “En el sistema escarpe-ladera de Los Cuestos de la Estación existe una gran inestabilidad cuyos resultados son la formación de desprendimientos en la parte alta y de deslizamientos en la parte baja. Estos movimientos tienen su génesis en las propias características del terreno (drenaje insuficiente, litologías, situación geomorfológica, etc) y en actuaciones antrópicas recientes”.

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