La Esquina

EL ICONO DEL MUNDIAL

Reflexiones en torno a una dorada reliquia

Por José Ignacio Martín Benito

Hay costumbres que no cambian. La veneración de los iconos es algo que va unido al hombre occidental, en general, y al ibérico, en particular. Ya sean reliquias o imágenes de cristos, vírgenes y santos, lo cierto es que el común de los mortales no duda en hacer colas para venerar los originales o las réplicas, que tanto montan.

Benavente vivió el sábado una de esas jornadas de veneración de las reliquias. En este caso doradas, ad maiorem gloria de los Iniesta, Villa, Casillas, Xavi y el resto de futbolistas que ganaron en Sudáfrica en julio pasado la Copa del Mundo de Fútbol. Y como en otros lugares del solar patrio, a Benavente llegó también el trofeo. Fueron once horas de exposición ante las puertas de la iglesia de Santa María. De las reliquias sagradas se pasó a las profanas, pero dio lo mismo. Los hombres parece que se conforman con los ídolos y con el becerro de oro, en este caso en forma de balón sostenido.

Chicos y grandes se acercaron a la plaza de la Madera benaventana para comprobar que no fue un sueño televisivo, y tocar con sus manos la ilusión que vivieron el pasado 11 de julio, cuando el orgullo nacional se vistió de rojo.

Desconoce el cronista si la dorada reliquia tendrá poderes taumatúrgicos, como las canillas y otros huesos de la santidad, pero a juzgar por la expectación que despertó, diríase que, con poder o sin él, lo cierto es que a lo largo de la piel de toro, miles de manos quisieron acariciar el mágico trofeo, conseguido por un esfuerzo colectivo y por los designios de la providencia en forma del pulpo "Paul".

Pero el sueño pasó, aunque como en el caso del de Constantino, la señal prevalecerá; en este caso, en la memoria de una ciudad y de sus gentes. De ilusiones también se vive.

Foto: Una familia benaventana con la Copa del mundo de Fútbol (interbenavente.net).