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LA ERMITA DEL CRISTO
Por Emiliano Pérez Mencía

En Matilla de Arzón tienen esta ermita a las afueras del pueblo, dedicada a Cristo atado a la columna, cuya construcción es antigua, tanto o más que la cofradía que la cuida y administra. Su interior esta reparado y también su exterior, aunque se advierta que algo falta en sus muros y fachada oriental.
Pero lo que llama y sorprende a los visitantes, o al menos a los que por primera vez se acercan al pueblo, es la construcción, no de uno, sino de dos depósitos de agua que la rodean y que le hacen perder su belleza y la originalidad de su construcción.
Muchas ermitas de esta comarca están ubicadas en lugares solitarios y elevados, como puestas allí para que los vecinos y viandantes las vean desde lejos al pasar por el lugar y para que el Cristo, la Virgen o el Santo, desde las alturas, puedan contemplar mejor al pueblo y extender sobre los habitantes su manto protector. Pero la de Matilla perdió esa soledad y belleza desde el momento en que a su lado, y pensando más en necesidades humanas que en protecciones divinas, o artísticas y arqueológicas, construyeron, no uno, sino los dos depósitos de agua. Es verdad que ésta es necesaria y los dioses la propician y desean que no falte a los humanos, pero lo que nunca pensaría el Cristo de Matilla es que sus vecinos no se pusiesen de acuerdo para buscar un lugar para su construcción un poco más alejado de la ermita que lo alberga.
Y es que arquitectos o aparejadores, alcaldes y concejales, abades o mayordomos de las cofradías, y los vecinos de los pueblos, deben ponerse de acuerdo en este tipo de actuaciones que van a quedar así durante muchos años para la contemplación, y muchas veces lamentación, de las generaciones futuras.