La Otra Voz de Benavente y Los Valles

Otra voz, otra opinión, otra manera de ver y contar la realidad. -------- Año VIII. 2014

miércoles, diciembre 06, 2006

La Otra Voz de Los Sauces

EL BOTELLÓN

El pasado día 20 de Noviembre a las ocho de la tarde tuvo lugar en la casa de Cultura de la Encomienda de Benavente una charla-coloquio sobre “El botellón. Perspectivas para la familia”, impartida por Juan Carlos López Hernández, profesor del I.E.S. “Los Sauces”. Estaba organizada por el AMPA del centro, en colaboración con el Ayuntamiento de Benavente y destinada a madres, padres y jóvenes con inquietud en este tema.
Con un lenguaje cercano, Juan Carlos nos fue desarrollando una charla, en la que nos acercó a este problema con datos, estadísticas, propuestas insuficientes y actitudes equivocadas que podemos tomar.
La última parte de la charla nos presenta propuestas. Para todos aquellos que hubieran deseado asistir y no pudieron, presentamos una síntesis de la conferencia realizada por el ponente.


Santiago Ferreras Vecino
Presidente del AMPA
Familia y cultura del alcohol

Las estadísticas cantan y sería poco recomendable obviar un nuevo fenómeno que adquiere tintes preocupantes para cuantos nos dedicamos a la difícil tarea de la educación, bien desde casa con los hijos, bien desde las instituciones con los ciudadanos o bien desde la escuela con los alumnos.
El consumo de alcohol entre los jóvenes no es una tragedia terminal. Todos nuestros antepasados bebieron y, en ocasiones, también lo hicieron en exceso, pero en algunos jóvenes, no pocos, hoy se impone un consumo de alcohol compulsivo, de elevada graduación y concentrado en los fines de semana con el único objetivo de alcanzar la diversión anhelada, ese puntillo que permita flipar en colores para romper la monotonía de la semana y quedarse con el personal.
No me parece insignificante que el 47% de los jóvenes se haya emborrachado alguna vez y que un número importante de estos lo hagan de manera sistemática cada fin de semana. Tampoco me parece un dato nada despreciable que la edad media de inicio al consumo de alcohol ronde los trece años. Sin ser un drama apocalíptico, lo que sí es cierto es que esta nueva cultura juvenil es la punta de un iceberg que muestra sólo una parte del verdadero problema, éste es, a mi juicio, la ausencia de referentes y sentido que la sociedad ofrece a los más jóvenes. Desconozco en qué hemos fallado al transmitir una herencia moral tan vacía como la que algunos viven y por la que algunos mueren, pero no cabe duda de que algo no ha funcionado en la entrega de los valores fundamentales sobre los que nosotros construimos el edificio de nuestras vidas.
No es mi intención rehabilitar el proyecto añoranza para afirmar que cualquier tiempo pasado fue mejor, más bien quisiera aprovechar este síntoma para leerlo en clave positiva y poder así reorientar las estrategias de trabajo con nuestros niños y jóvenes. Tres instancias son las que, a mi entender, deberían poner manos a la obra para provocar el inmediato divorcio entre jóvenes y alcohol. Estas son familias, administraciones públicas y escuela.
Permítanme que recoja algunos consejos básicos para ser aplicados desde la familia porque ésta es el mejor seguro social, preventivo y paliativo. La institución familiar puede y debe ofrecer valores para aprender a descubrir y amar el bien, de manera práctica y efectiva, para ayudar a la maduración personal y social de los más jóvenes, para facilitarles el pensar, decidir y actuar por sí mismos. Para ello es necesario que cada familia se plantee consolidar un proyecto de educación propio cuyas pautas fundamentales podrían ser:

Mantener una buena relación de afecto con los hijos
. Transmitirles que son queridos, aceptados, valorados por sí mismos.
. Estar a su lado.
. Interesarse por la marcha cotidiana de sus actividades.
. Dedicarles un tiempo diario prefijado.

- Promover la autoestima y la resistencia a la frustración de los hijos
. Para lo primero es preciso evitar juzgar y sentenciar a los hijos (eres un...), compararle, ridiculizarle, amenazarle o elogiarle en exceso.
. Para lo segundo es bueno enseñarles a asumir sus propios fracasos como una ocasión de reflexión y de mejora porque de los errores también se puede aprender, potenciar en ellos la voluntad.

- Cuidar que exista una buena comunicación entre todos los miembros de la familia:
. Comentar las propias vivencias, preocupaciones o problemas cotidianos.
. Conocer sus opiniones aunque no las compartamos.
. Razonar, cuidar las formas.

- Informar y sensibilizar a los hijos sobre las drogas y sobre los efectos asociados a su consumo.

- Establecer normas adecuadas que regulen la vida familiar y la conducta de sus miembros:
. Claras, realistas, consistentes y coherentes.
. Sin contradicciones.
- Controlar el manejo de dinero por parte de los hijos. Las cantidades a asignar han de basarse en:
. Las posibilidades económicas de la familia.
. El grado de cumplimiento de las normas y obligaciones familiares.
. Conocimiento por parte de los padres de las actividades realizadas por los hijos.
. Sin atender al dinero que les den a sus amigos en sus casas.

- Conversar con ellos acerca de sus amigos.
- No beber ni fumar en su presencia.
- Colaborar en iniciativas de asociacionismo familiar.
- Cuidar y promover iniciativas de ocio saludable y formativo.

Sin olvidarnos de que es muy legítimo y deseable plantear a las administraciones públicas y a los centros escolares la necesidad de que se ofrezcan alternativas a este “modus vivendi” juvenil, debemos apostar por recuperar la verdadera orientación ante la vida y esto no es posible si no se aborda desde el ámbito de relacionalidad más primigenio: la familia. Sólo ella será capaz de reinventarse a sí misma para luchar activamente contra el anodino aburrimiento que lleva a nuestros chavales a beber de manera sistemática y compulsiva, porque si algo genera alcoholismo es el aburrimiento, la incapacidad de descubrir argumentos que llenen de sentido la vida y que permitan descubrirla como una aventura digna de ser vivida. Pongámonos, pues, a la tarea.

Juan Carlos López Hernández