La Otra Voz de Benavente y Los Valles

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jueves, noviembre 16, 2006

Diario del peregrino del Hospital (IX)

DE SEVILLA A SANTIAGO

Día 29 de Mayo de 2006
Vilavella - Xunqueira de Ambía


Nos despertamos a la misma hora de todos los días, pero hemos dormido toda la noche de un tirón. Desayunamos en el hostal y nos ponemos en camino a las ocho y media. Vamos por la carretera con la idea de tomar el camino en el primer pueblo que encontraremos: O Pereiro.
Entramos en el pueblo y nos encontramos con el panadero. Le preguntamos por el camino y nos dice que no lo tomemos porque está lleno de agua y no se puede ir con la bici. Iremos por la carretera nacional hasta La Gudiña.
Se afloja otra vez el manillar de mi bici. Buscamos un taller a la orilla de la carretera y pedimos una llave inglesa. Amablemente nos la dejan y solucionamos el problema. Sería un problema bajar cuestas con mucha pendiente con el manillar flojo.
A la entrada a La Gudiña nos encontramos con la pareja con la que coincidimos en el hostal. Como van por Verín, les damos unas pegatinas para que vayan poniendo por los albergues. Vemos un punto de información turística y paramos, pero está cerrado. Decidimos pasar por el albergue. Paramos a comprar comida y bebida porque, según el libro de ruta, no podremos comprar hasta Laza.
Buscamos el albergue y vamos hacia allí. Pero está cerrado, no podemos verlo ni recoger información. Volvemos para tomar el camino, que es la calle paralela a la carretera nacional. A la salida del pueblo tomamos una carretera comarcal que nos lleva a Venda do Espiño. Son 7 km. por un paisaje de montaña marcado por la ondulación del terreno.
A través de asfalto llegamos a Venda da Teresa, continuamos nuestro camino divisando a la derecha el embalse de Portas. Aquí hacemos una parada para “urgencias fisiológicas”, contemplar el paisaje y hacer fotos. Esta zona es preciosa, se ven unos valles impresionantes. Continuamos hasta llegar a Venda da Capela. La siguiente población es Venda da Bolaño.
Después de caminar durante un buen trecho por la carretera, volvemos a entrar en camino, con la vista puesta en el embalse y en los túneles del tren. Comienza con una buena subida, un repecho. Después continúa el camino por una zona bastante llana para terminar con una bajada terrible: de 1.090 m a 892 m en 6 km. por una cuesta llena de piedras. Algunos momentos tenemos que bajarnos de la bici y hacerlo andando con las manos en los dos frenos. Este tramo debería tener señalizado una alternativa para bicis, porque te la juegas en ese descenso. Llegamos a Campobecerros.
Cruzamos el pueblo y tomamos dirección hacia Portocamba. Es una pequeña localidad de casas que está casi deshabitada. Es una subida de 3 km. En esta zona nos encontramos con la triste consecuencia de un gran incendio forestal. Una gran extensión de robles, pinos, castaños y retama estaba calcinada por el fuego. ¡Qué pena da contemplar este espectáculo de árboles negros y el seco polvo del suelo de color marrón oscuro!
Desde Portocamba se divisa todo el valle de Laza. Es una vista de postal. Iniciamos un rápido descenso por caminos de tierra, ondulantes, con curvas para salvar varios desniveles. El borde del camino es un precipicio; da vértigo mirar para ese lado. El incendio forestal ha terminado y ahora disfrutamos de un verde paisaje que nos recrea la vista.
Nos encontramos con un grupo de peregrinos que se dirigen a Laza. Paramos a charlar un rato y les damos unas pegatinas para que vayan poniendo en los albergues. Seguimos descendiendo hasta la población de As Eiras. Cruzamos el pueblo y continuamos descendiendo por un camino asfaltado hasta Laza. En total hemos realizado un descenso de 11 km. y medio, pasando de una cota 943m a 480 m.
Decidimos ir hacia el albergue para conocerlo, descansar y poner unas pegatinas. Al llegar nos encontramos con una chica extranjera que dice que se va a comer y tiene que dejar todo cerrado. Pasamos al baño, llenamos las botellas de agua fresca y salimos fuera. Llega otro peregrino extranjero, abre, entra y nos deja fuera. Vuelve a salir a dejar las botas fuera, entra y cierra. Nos parece una actitud inaceptable. Emilio piensa en esconderle las botas, cuando nos vayamos, al final decidimos meterle una piedra para que se acuerde de nosotros.
Nos llaman de la radio: Cadena Ser de Benavente para la conexión diaria. Yo tengo que ir al baño y no puedo atenderles. Emilio pone como incidencia del día mis dos visitas al “Sr. Roca”. En Benavente se van a pensar que….
Llegan varios peregrinos al albergue. Uno habla nuestra misma lengua y nos informa que le dejan una llave a cada uno con la condición de no dejar entrar a nadie. Comentamos la poca hospitalidad de la norma. Pero él se reafirma en que debe cumplirla, si no, le quitan la llave. No estamos de acuerdo y zanjamos el tema por falta de consenso. Tenemos que descansar tumbados en la hierba de jardín, donde aprovechamos para comer y beber.
Consultamos nuestro libro de ruta. Ahora viene una fuerte subida por un camino “similar a un cortafuegos”. Como hay alternativa por carretera decidimos afrontar esta subida por la carretera: un puerto de 14 Km. que parte de la cota 480 m y termina en 950 m.
Son las tres de la tarde y hace un sol de justicia. Se avecina una dura ascensión. Los tres primeros km. hasta Soutelo Verde tiene unas rampas suaves y aprovechamos la sombra de los numerosos árboles que hay junto a la carretera. A partir de aquí, iniciamos un fuerte ascenso por carretera con unas rampas de mucho desnivel. Tengo que parar varias veces a tomar aire. Este es, sin duda, el puerto más duro que hemos subido en todos los días de camino. El Padornelo y La Canda son mucho más suaves que éste.
Emilio iba “sobrao”, de vez en cuando me daba ánimos. Cada curva pensaba que ya era la última, pero después de una venía otra, y después otra y…. Esto no parecía tener fin. ¡Qué largo se me hizo este puerto! Pero tanta dificultad tenía su pequeña recompensa, las vistas de los valles son impresionantes, dignas de pararse a contemplarlas unos instantes.
Y como todo lo que empieza acaba, aunque parezca mentira, llegamos arriba. A partir de aquí iniciamos un cómodo y rápido descenso de unos 5 km. hasta Vilar del Barrio. Bajamos otra vez a una cota de 667 m.
Paramos en el pueblo para decidir dónde dormir esa noche. Paramos en la terraza de un bar en el centro del pueblo a tomar una coca cola y descansar. Son las 17,30 h. y nos faltan poco más de 18 Km. hasta Xunqueira de Ambía. El terreno es llano con un leve descenso en la parte final. Llamamos para confirmar si hay camas para dormir esa noche. Nos dicen que sí, que no se llena el albergue, siempre quedan plazas libre.
Subimos en nuestras bicis y continuamos nuestro camino. Pasamos delante de un conjunto de hermosos hórreos donde paramos a hacer la foto de rigor. El camino discurre sin dificultad, vamos a través de una llanura de líneas rectas inacabables. Pasamos por Bobadela a Pinta donde cambia completamente el aspecto del paisaje: a partir de aquí vamos subiendo entre impresionantes helechos. Después realizamos un suave descenso entre rocas hasta Xunqueira de Ambía.
Con la señalización amarilla llegamos directamente al albergue. Está muy bien. Tiene veinticuatro plazas en dos habitaciones y una gran sala con cocina. Nos damos una ducha, estiramientos musculares y descanso. Mi rodilla me duele bastante, solamente me apetece estar tumbado en la cama. Emilio va al pueblo: buscar un lugar para cenar, comprar provisiones para mañana y sellar las credenciales. Nos llama José Ignacio para La Otra Voz de Benavente y Los Valles.
Vuelve Emilio, hay un bar cerca que sirven comidas y cenas para peregrinos. Vamos a cenar… ¡Que cena más buena! El día que mejor hemos cenado en todo el camino de Santiago. Estaba todo buenísimo. Nos volvemos al albergue y a descansar. Aquí hay gente que ya está acostada a las nueve, eso quiere decir que mañana nos despertarán pronto. Hoy ha sido una dura etapa de unos 90 km., sobre todo el puerto de la Alberguería.