La Otra Voz de Benavente y Los Valles

Otra voz, otra opinión, otra manera de ver y contar la realidad. -------- Año VIII. 2014

jueves, octubre 19, 2006

Diario del peregrino del Hospital

DE SEVILLA A SANTIAGO (V)
Por Santiago Ferreras Vecino

Día 25 de Mayo de 2006
Casar de Cáceres – Aldeanueva del Camino


Después de una noche de poco dormir salimos a las ocho de la mañana del albergue. Nos hacemos una foto para el recuerdo y comienza la aventura un día más. La primera parte del recorrido, hasta el embalse de Alcántara para cruzar el río Tajo, es por un camino de tierra rodeado de jaras y encinas que tiende hacia abajo. Hay varios miliarios. En un paisaje muy bonito que se hace agradable con el frescor de la mañana. Al llegar a una cancela en la loma nos encontramos con los dos malagueños que van en bici; les pedimos que nos hagan una foto y se van. Nos encontraremos con ellos más veces a lo largo del día.
Al pasar la puerta aparece un perro grande que se nos acerca. Seguimos como si no pasara nada. Nos da unos buenos lametazos en la pierna durante un rato y se vuelve a su finca. Este último tramo hasta el embalse de Alcántara es por un camino de toboganes paralelo a la carretera nacional, donde entramos para cruzar el río Almonte.
Seguimos la señalización por la carretera y cruzamos el río Tajo. Pasado 1 kilómetro sale un desvío a la derecha. Es un camino que asciende rápidamente sobre el embalse. Un tramo malo de grandes piedras en el suelo, que en algunos momentos tenemos que bajarnos de la bici por la gran dificultad para mantener el equilibrio. Pensábamos que por esta zona estaba el albergue turístico de la Vía de la Plata, pero no lo vemos. Desde allí arriba hay una gran vista del embalse y del valle de Grimaldo. Este tramo es muy duro para hacerlo en bici, son unos 15 km. de camino con mucha piedra entre jaras y encinas, con láminas de rocas verticales en el camino que nos hace botar permanentemente.
Pasamos un indicador de madera que contiene una leyenda sobre el camino de Santiago. De pronto nos encontramos con “bichos” negros con grandes cuernos a la orilla del camino que nos miran. Decidimos tirar “p´alante” y que sea lo que Dios quiera. Nos miran pero no se mueven. Suena el teléfono de Emilio y se para entre la manada. Yo le digo que, como es una llamada personal, le espero un poco más adelante fuera del alcance de esos bichos con cuernos. Nos encontramos con unos peregrinos que van hasta Salamanca, les damos unas pegatinas.
Hay una bifurcación en el camino: una dirección hacia Cañaveral y otra de frente hacia Grimaldo. Decidimos seguir rectos hacia arriba. Pasamos junto a un parque de bomberos forestales. Nos paramos a pedir agua. El bombero es muy amable y tiene agua fresca. Nos cuenta que en esta zona durante el verano hace muchísimo calor. Nos aconseja subir el puerto de los Castaños por la carretera.
Iniciamos la ascensión. Nos llaman de la revista “Así son las cosas” para preguntarnos por dónde vamos y cuándo llegaremos a Salamanca para hacer las fotos. Comienza a hacer calor durante la subida. Llegamos a la cota 505 m. y desde allí bajamos a Grimaldo. Paramos junto a una fuente para comer y beber algo. Miramos la ruta a seguir. El camino va paralelo a la carretera. Después de la experiencia del mal camino anterior, decidimos bajar por carretera hasta el cruce de Riolobos y retomar el camino en ese lugar.
Allí nos encontramos de nuevo con los malagueños. Paramos a poner unas pegatinas y entramos en la finca Valparaíso. Pasamos entre las vacas. El paisaje se va transformando en zonas de regadío que nos irán acompañando hasta nuestra llegada a San Gil. Entramos por donde la calzada romana va paralela al camino transitable recomendado, observándose naves ganaderas y secaderos de tabaco. Pasamos por una finca donde nos sale un perro suelto que nos da un buen susto; menos mal que no pasó de ahí.
En San Gil paramos a comprar y reponer fuerzas. Nos sentamos a la sombra para esperar nuestra conexión diaria con la Cadena Ser de Benavente. Nos llama Rafa, el secretario del instituto “Los Sauces” de Benavente, nos están siguiendo a través de La Otra Voz de Benavente y Los Valles. Nos comenta que nos acompañará con la bici cuando nos acerquemos a Zamora.
Desde San Gil continuamos hasta la localidad de Carcaboso, a 12 km. utilizando la que fuera calzada romana, hoy cubierta de asfalto y convertida en carretera de servicio para los regantes de la Confederación hidrográfica del Tajo. El paisaje que se ve son cultivos de maíz y tabaco.
Al llegar a un cruce perdemos la señalización por lo que tomamos dirección a Carcaboso, que está a unos 2 km. Hace muchísimo calor y se nos está acabando el agua. Al entrar nos encontramos con la iglesia de Santiago Apóstol, con varios miliarios recuperados en la plaza. Paramos a hacernos una foto y descansar. Encontramos la señalización de flechas amarillas y paramos a pedir agua fresca en una casa, sale una señora que nos manda sentarnos en un banco a la sombra; nos trae unas cervezas sin alcohol y agua fresca. Es lo mejor que nos podía pasar.
Al salir del pueblo el camino se bifurca. Un joven nos dice que tomemos el de la izquierda que está mejor y haremos menos kilómetros. Al llegar al canal de agua hay una señalización horizontal indicando seguir la carretera junto al canal hacia la izquierda. Vamos haciendo camino y no encontramos ninguna otra señalización. Llegamos a un pueblo y preguntamos dónde estamos. Es Valdeobispo. Nos orientan para entrar en el pueblo e ir por carretera hasta Venta Quemada. Hace muchísimo calor, tenemos poco agua y el cansancio se va acumulando en nuestras piernas. La carretera tiende hacia arriba por un terreno de encinares con la hierba seca.
Llegamos al cruce de carretera que une Ahigal con Oliva de Plasencia, frente a Venta Quemada. Paramos a pedir agua. Sale una señora que, con pocas ganas, nos llena los bidones de agua del tiempo. Desde aquí el camino nos lleva a Cáparra, a unos 6 km. El camino es llano, aunque cada vez se va estrechando más. Tenemos la sensación de llevar muchos kilómetros recorridos por una zona lejos de la civilización. Estamos entre encinares. Hwemos vadeado algún que otro arroyo. Llega un momento que parece que la vegetación se va a comer en camino y no podemos continuar. Pero de pronto se abre y aparece ante nosotros el arco cuadrifronte de Cáparra. Paramos a hacernos unas fotos y ver las ruinas de esta ciudad emplazada en plena calzada romana. Aquí volvemos a encontrarnos con los malagueños, que tienen pensado dormir también en Aldeanueva del Camino.
Salimos cruzando la carretera para seguir por un estrecho camino entre paredes de piedra y alambradas, con encinares a ambos lados. Pasamos varias portelas de ganado y arroyos hasta salir a una carretera asfaltada. Hace muchísimo calor, no tenemos agua y estamos agotados. Son las seis de la tarde. Pasan unos señores con un camión, les pedimos agua y nos dicen que no tienen. Nos informan que nos falta poco, unos 6 o 7 km. para llegar. Nos tomamos un zumo, esta muy caliente, pero es líquido y estamos deshidratados. Seguimos por la carretera pensando en poder llegar al albergue. Parece que no llegamos a ninguna parte.
A las seis y media nos encontramos dos señores a la puerta de una finca. Les pedimos agua pero nos informan que no tienen y el agua del pozo no es potable. Por segunda vez nos dicen que nos faltan 5 o 6 km. Esto es interminable. Seguimos por esa carretera y de pronto se termina y tenemos que cruzar un arroyo. Emilio lo cruza sin quitarse las zapatillas. Yo me pongo las sandalias y lo pasamos. No vemos la señalización; preguntamos a otro señor y nos indica. Cuando vemos la N-630 son las siete de la tarde, estamos sedientos, deshidratados y nos faltan 7 km. que la carretera va hacia arriba.
Paramos a beber nuestros últimos zumos y agotados pedaleamos hasta llegar a Aldeanueva del Camino. Este es uno de esos momentos duros donde parece que no ves el final y llegas al límite de la resistencia, pero lo superamos y podemos contarlo. Fuimos derechos al albergue. Quedaban cuatro plazas, dos para nosotros y otras dos para una pareja que venía andando. Estiramientos, ducha y rápidamente a comprar provisiones para el día siguiente antes de que cerraran las tiendas. Dormiremos en la primera planta, una habitación de cuatro camas. Sabéis con quien ¿Pues sí, con los dos malagueños?
Nos llama José Ignacio para la crónica diaria para La Otra Voz de Benavente y los Valles. Mando un mensaje a mi sobrina Esther para quedar mañana en Salamanca y nos vamos a cenar. Después de cenar, vamos a sellar las credenciales y a dormir porque estamos agotados. Ha sido la etapa más dura hasta ahora. Según el libro de ruta son 110 km. pero el cuentakilómetros del malagueño indica 124 km.
Los somieres de las camas se hunden. Emilio decide tirar el colchón en el suelo. A mí me da igual, estoy tan cansado que dormiría en cualquier sitio. Por la noche tenemos en la habitación uno que ronca, muchísimo. Emilio se va a dormir para el pasillo, pero vuelve porque en el suelo hace frío. Coge el reproductor de MP3, lo pone a tope y a escuchar música. De vez en cuando hacía la rana para ver si dejaba de roncar un poco, pero no le oía porque tenía tapones en los oídos. Como dijo uno de ellos por la mañana."Hay que traer tapones, lo dice el libro del Camino de Santiago".