La Fiesta del Toro Enmaromado
HACE MÁS DE CIEN AÑOS
Por Juan Carlos de la Mata
La imagen de Benavente de finales del siglo XIX no difiere mucho de la de algunas viejas fotografías amarillentas que hasta nosotros han llegado. En estas viejas instantáneas aparecen como atrapadas escenas llenas de dinamismo y de sabor a lo auténtico, imágenes que descubren al que las contempla hoy la vida cotidiana de sus gentes. En el tránsito secular el pulso de la por entonces “Villa de Benavente” (que no alcanzará el título de ciudad hasta el año 1929), se acelera ante la magnitud de los acontecimientos exteriores aunque sin perder de vista las eventualidades y sucesos específicos de los benaventanos.Con ardor patriótico se siguen con avidez las noticias de aquellos años nefastos en que los soldaditos españoles se baten en la manigua cubana o en las selvas de Filipinas luchando heroicamente. El mismo ardor con que se lanzaban toda clase de improperios contra aquellos filibusteros y devoradores de tocino, aquellos impíos adoradores del dólar, aquellos fementidos y cobardes enemigos de España que vapuleaban los últimos restos de nuestro imperio. Con calificativos semejantes los periódicos de la época se hacían eco de aquellos días nefastos.Aquel año de 1898 fue de especial preocupación por las noticias que a la villa llegaban sobre la insurrección en Ultramar. Benavente sigue con gran expectación la marcha de los acontecimientos, las repercusiones de la contienda en la vida cotidiana se dejan sentir. Se siguen con interés y avidez las informaciones y noticias sobre la contienda, especialmente las referentes a los oriundos de la villa y de su comarca. Aquellos acontecimientos crean un ambiente poco propicio para alegrías y jolgorios. La consiguiente crisis de subsistencias y carestía de los alimentos de primera necesidad que reporta la guerra de Cuba, junto con el malestar social que se genera inducen y obligan al ayuntamiento benaventano a suspender el festejo del toro enmaromado que desde tiempo inmemorial se celebra:
“El Ayuntamiento en vista de las circunstancias tan críticas que atraviesa la Nación con las guerras de Estados Unidos, Cuba y Filipinas, teniendo en cuenta que se contribuye con mil pesetas a la suscripción nacional para el fomento de la marina y las necesidades de la guerra, además del calamitoso año de sequía, carestía del pan y escasez de trabajo de los braceros, acuerda la suspensión por este año de dicha fiesta”.
A pesar de la decisión del Ayuntamiento la iniciativa popular logra vencer el abatimiento y amargura que sume, como al resto de los españoles, a los vecinos de Benavente. Aunque como coloquialmente se dice: “no estaba el horno para bollos”, la juventud benaventana principalmente, apoyada por algunos entusiastas del festejo consiguen con esfuerzo y tenacidad que el rito anual se cumpla. El día primero de junio de aquel año del noventa y ocho a iniciativa del concejal Sr. García Vázquez, quien se había opuesto a la supresión temporal de tan tradicional festejo expuso ante la Corporación Municipal lo siguiente:
“...que muchos jóvenes de esta villa llevados de su afición a la tradicional fiesta le habían manifestado que se disponían con permiso de la autoridad competente a correr el toro bravo enmaromado de costumbre la víspera del Ssmo. Corpus Chisti, costeado de su peculio y suplicaban interesase del Ayuntamiento el acuerdo correspondiente concediéndoles la maroma de su propiedad, que tiene destinada para tal función...”. El arraigo de la fiesta y la voluntad del pueblo de Benavente de que la tradición no se rompa hace que un grupo de vecinos por propia iniciativa se decida a organizar la fiesta, pese a los momentos críticos que atraviesa el país y la decisión previa tomada por su Ayuntamiento. Ante este hecho los ediles no pueden sino revocar su decisión anterior y facilitar lo solicitado por los vecinos y la Corporación Municipal decide que: “... después de hacer constar que aunque tiene acordado la supresión de la fiesta por este año, más bien por las circunstancias extraordinarias que atraviesa la Nación que por el estado económico del erario municipal, acordó acceder a lo solicitado”.
Por otra parte la celebración del Corpus continúa en esta época con toda solemnidad como se señala reiterativamente en los acuerdos municipales. “... Se acordó autorizar a la Comisión de Fiestas para cuanto sea necesario a la mayor solemnidad de la festividad del Ssmo. Corpus Christi”. Todavía se conservaban por entonces algunos de los componentes o elementos que fueron característicos durante siglos de la procesión y función del Corpus en Benavente, como es la ejecución de danzas durante la procesión: “... Por el alcalde presidente se propuso y quedó acordado gratificar a Pío Hilera Ortiz y demás compañeros de danza por asistir a la procesión del Ssmo. Corpus Christi con la cantidad de veinticinco pesetas...”.
Era por entonces Benavente una villa inmersa aún en la rutina del mundo rural. Una villa a la que tomaba el pulso el reloj de Santa María (aquel mítico reloj que se remozaba para lanzar sus campanadas de fin de siglo). Benavente como el resto del país comenzaba a despertar de una larga siesta. Entonces como ahora, trascurridos algo más de cien años de aquellos acontecimientos, la antigua villa se ha trasformado en una ciudad pujante que encara el futuro con renovadas esperanzas.
Era por entonces Benavente una villa inmersa aún en la rutina del mundo rural. Una villa a la que tomaba el pulso el reloj de Santa María (aquel mítico reloj que se remozaba para lanzar sus campanadas de fin de siglo). Benavente como el resto del país comenzaba a despertar de una larga siesta. Entonces como ahora, trascurridos algo más de cien años de aquellos acontecimientos, la antigua villa se ha trasformado en una ciudad pujante que encara el futuro con renovadas esperanzas.
<< Home