La Tradición de Gigantes y Cabezudos
LOS GIGANTES Y CABEZUDOS EN LAS FIESTAS DE BENAVENTE (I)
Por Juan Carlos de la Mata Guerra
La tradición de los Gigantes en Benavente es muy antigua, data de finales del siglo XV y comienzos del XVI, en que éstos ya figuraban como un componente más de la procesión del Corpus Christi. Así es frecuente que incluyan en las partidas de gastos correspondientes a dichas fiestas los frecuentes reparos, aderezo de vestimentas, pelucas y adornos de los gigantes, así como las propinas a los mozos que los portaban y bailaban. Pero remontándonos muy atrás ya en los siglos XV y XVI, según se desprende de la documentación municipal, en la llamada “función del Corpus” se incluían además de representaciones consistentes en Autos Sacramentales, un gran desfile en el que participaban junto a otros figurantes “Los Gigantes y Gigantillas”. Así en las partidas de gastos de dichas fiestas, y junto a los gastos ceremoniales, se recogen también los correspondientes a las retribuciones y propinas a aquellos individuos que participaban en el desfile procesional.
Las representaciones del Corpus
La procesión del Corpus constituía una manifestación colectiva de exaltación eucarística y de adoctrinamiento sobre las verdades y misterios de la fe católica, que eran en algunos casos de difícil comprensión para el pueblo. En Benavente como en otros muchos lugares del país; aunque con diversas variaciones, se celebró durante siglos toda una gran escenificación procesional. Mediante esta escenificación o representación, que habría que situar entre lo religioso y lo profano, se pretendía extender estos misterios religiosos entre el pueblo llano de una forma efectiva y didáctica.
La fiesta iba precedida de un novenario y en la víspera del Corpus, a modo de pórtico de la fiestas se realizaban hogueras y fuegos de artificio. El jueves de Corpus tenía lugar pues una Misa Solemne que culminaba con una magna procesión que era a la vez una muestra de veneración eucarística y de escenificación de diferentes pasajes bíblicos (Apóstoles, Ángeles, Vírgenes, Santos, Herodes, El Bautista, etc.). Estos personajes eran identificados por medio de máscaras o caretas que caracterizaban a los distintos personajes bíblicos que componían la procesión, las cuales; tal y como se desprende de la documentación conservada desde el siglo XV, habían de ser reparadas frecuentemente junto con sus pelucas. Estos personajes lucían su indumentaria identificativa o bien portaban los atributos de martirio característicos de cada personaje, gracias a los cuales eran fácilmente reconocidos por el pueblo.
En el complejo entramado de la fiesta figuraban también otros elementos aparentemente profanos, pero que estaban cargados de connotaciones simbólico religiosas, como eran: las Grullas, un especie de pájaros fantásticos o águilas que simulaban agitar sus alas y que eran conducidas por cinco muchachos, la Gomia o tarasca que era uno de las invenciones centrales de la representación y que era una especie de monstruo mitológico o basilisco de madera y cartón, venía a representar al mal y que finalmente sería vencido por el Santísimo. Era portado sobre ruedas de madera a modo de carro y guiado por cuatro personas tal y como se especifica en la relación de gastos festivos. Junto a estos participaban en esta representación por las calles principales de la villa, grupos que ejecutaban diversas danzas como eran las Serranas, las Zíngaras o gitanas, los Zafarrones, los Caballicos, consistentes estos últimos en jinetes disfrazados y engalanados con armazones que simulaban el tronco de un caballo. Un personaje al que se hace mención especial entre el conjunto de danzantes es el Birria, el cual vendría a representar a una especie de demonio o ser maléfico.
Por Juan Carlos de la Mata Guerra
La tradición de los Gigantes en Benavente es muy antigua, data de finales del siglo XV y comienzos del XVI, en que éstos ya figuraban como un componente más de la procesión del Corpus Christi. Así es frecuente que incluyan en las partidas de gastos correspondientes a dichas fiestas los frecuentes reparos, aderezo de vestimentas, pelucas y adornos de los gigantes, así como las propinas a los mozos que los portaban y bailaban. Pero remontándonos muy atrás ya en los siglos XV y XVI, según se desprende de la documentación municipal, en la llamada “función del Corpus” se incluían además de representaciones consistentes en Autos Sacramentales, un gran desfile en el que participaban junto a otros figurantes “Los Gigantes y Gigantillas”. Así en las partidas de gastos de dichas fiestas, y junto a los gastos ceremoniales, se recogen también los correspondientes a las retribuciones y propinas a aquellos individuos que participaban en el desfile procesional.
Las representaciones del Corpus
La procesión del Corpus constituía una manifestación colectiva de exaltación eucarística y de adoctrinamiento sobre las verdades y misterios de la fe católica, que eran en algunos casos de difícil comprensión para el pueblo. En Benavente como en otros muchos lugares del país; aunque con diversas variaciones, se celebró durante siglos toda una gran escenificación procesional. Mediante esta escenificación o representación, que habría que situar entre lo religioso y lo profano, se pretendía extender estos misterios religiosos entre el pueblo llano de una forma efectiva y didáctica.
La fiesta iba precedida de un novenario y en la víspera del Corpus, a modo de pórtico de la fiestas se realizaban hogueras y fuegos de artificio. El jueves de Corpus tenía lugar pues una Misa Solemne que culminaba con una magna procesión que era a la vez una muestra de veneración eucarística y de escenificación de diferentes pasajes bíblicos (Apóstoles, Ángeles, Vírgenes, Santos, Herodes, El Bautista, etc.). Estos personajes eran identificados por medio de máscaras o caretas que caracterizaban a los distintos personajes bíblicos que componían la procesión, las cuales; tal y como se desprende de la documentación conservada desde el siglo XV, habían de ser reparadas frecuentemente junto con sus pelucas. Estos personajes lucían su indumentaria identificativa o bien portaban los atributos de martirio característicos de cada personaje, gracias a los cuales eran fácilmente reconocidos por el pueblo.
En el complejo entramado de la fiesta figuraban también otros elementos aparentemente profanos, pero que estaban cargados de connotaciones simbólico religiosas, como eran: las Grullas, un especie de pájaros fantásticos o águilas que simulaban agitar sus alas y que eran conducidas por cinco muchachos, la Gomia o tarasca que era uno de las invenciones centrales de la representación y que era una especie de monstruo mitológico o basilisco de madera y cartón, venía a representar al mal y que finalmente sería vencido por el Santísimo. Era portado sobre ruedas de madera a modo de carro y guiado por cuatro personas tal y como se especifica en la relación de gastos festivos. Junto a estos participaban en esta representación por las calles principales de la villa, grupos que ejecutaban diversas danzas como eran las Serranas, las Zíngaras o gitanas, los Zafarrones, los Caballicos, consistentes estos últimos en jinetes disfrazados y engalanados con armazones que simulaban el tronco de un caballo. Un personaje al que se hace mención especial entre el conjunto de danzantes es el Birria, el cual vendría a representar a una especie de demonio o ser maléfico.
(Continuará)
Foto: Gigantes y cabezudos, el sábado en Santa María.
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