La Otra Voz de Benavente y Los Valles

Otra voz, otra opinión, otra manera de ver y contar la realidad. -------- Año VIII. 2014

lunes, febrero 27, 2006

Caminos de Santiago

CAMINO DEL TERA O CAMINO SANABRÉS
Tramo: Paradores de Castrogonzalo-Benavente y Benavente-Santa Cristina de la Polvorosa
J. C. de la Mata Guerra

Encrucijada de caminos y, por tanto, de caminantes y peregrinos, Benavente conserva interesantes testimonios de su tradición jacobea. Varias fueron las instituciones que prestaban apoyo y hospitalidad al viandante, siendo la más conocida el llamado Hospital de la Piedad (fundado en 1516). Entre los caminos de peregrinación que confluían en la villa de los condes-duques uno de los más transitados era el que discurría por el valle del Tera.
El peregrino llegaba a Benavente coincidiendo en el Camino Real y en el Puente de Castrogonzalo, que se levanta sobre el río Esla, con otros contingentes de peregrinos procedentes del centro, sur y levante peninsular. Después de recalar y recibir albergue en Benavente, éste podía proseguir su viaje bordeando la cerca o muralla de la villa desde la Puerta de Santa Cruz hasta las inmediaciones del castillo de la Mota. No lejos de éste se encontraba el conocido como “Puente de Piedra”, el cual se alzaba sobre un caño o ramal del río Órbigo. También podía optar el devoto peregrino tras recorrer sus rúas y plazas, por visitar algunos sus templos, entre los que se encontraba uno dedicado al Apóstol Santiago.
El peregrino después de salvar el caño o madre vieja del Órbigo debía recorrer un frondoso paraje de arboledas, flanqueado el camino a su izquierda por la hermosura del Jardín de los Condes, y a derecha por las huertas del pago de Valmonio. Para continuar su viaje debía atravesar, a la altura de Santa Cristina de la Polvorosa, el verdadero río Órbigo, bien por el llamado vado de Santiago y en dirección a Velilla, o bien utilizando alguna de las barcas establecidas en su curso fluvial. Dejaba atrás el caminante la villa de Benavente y el magnífico alcázar de los Pimentel, que desde lo más prominente de un altozano, como pétreo testigo de la grandeza de sus señores, dominaba la vega.

Foto: Fachada del Hospital de la Piedad (Benavente).