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jueves, enero 08, 2009

Recordando a las víctimas

MAÑANA SE CUMPLEN 50 AÑOS DE LA TRAGEDIA DE RIBADELAGO
Un cañón de luz recordará esta madrugada a las 144 personas que murieron por la rotura de la presa de Vega de Tera.

La Otra Voz/Europa Press
Esta madrugada se recuerda en Ribadelago, en Sanabria, a las víctimas de la tragedia que sacudió al pueblo y a toda España la noche del 9 de enero de 1959. La rotura de la presa de Vega de Tera, hizo que casi ocho millones de metros cúbicos de agua bajaron por el cañón del río Tera y arrasaran la localidad sanabresa, llevándose la vida de 144 personas.
La presa, de unos 200 metros de longitud, formaba parte de un pequeño complejo hidroeléctrico y estaba situado por encima del lago de Sanabria. Su capacidad era de 7 hectómetros cúbicos de agua, y fue inaugurada por Franco el día 25 de septiembre de 1956.

Desde que comenzara el año, una fortísima tormenta descargaba lluvias torrenciales sobre la comarca de Sanabria. Aquella mañana había sido muy fría, alcanzándose al llegar la noche los 18 grados bajo cero. Recogidos sus animales, los habitantes de Ribadelago se habían retirado pronto a sus casas y muchos no esperaron la anochecida para buscar el calor de la cama. Nadie podía imaginar la tragedia que estaba a punto de desencadenarse. Las extremas temperaturas habían producido fisuras en la pared de granito y hormigón de la presa y esta no pudo resistir el enorme volumen de agua que aportaba el embravecido cielo. De repente, el dique cede y se produce una brecha de 70 metros de ancho y 30 de alto por la que se escapa un mar de ocho mil millones de litros de agua. Una avenida torrencial y violenta que discurre a gran velocidad por el cañón del río Tera buscando loca su desembocadura al lago. Al llegar al pueblo de Ribadelago arrasó con cuanto encontró a su paso. De las 170 viviendas que lo componían, solo quedaron en pie 25, y el caudal de agua, con su carga de piedras, ramas y lodo, alcanzó en varios puntos los 9 metros de altura. Muchos de sus habitantes, al oír el estruendo de la tromba que se avecinaba, buscaron refugio en las zonas altas –algunos se salvaron aferrados a la espadaña de la iglesia o a las copas de los árboles-, pero otros, ciegos ante la posibilidad de ver escapar sus pocas posesiones, se empeñaron en salvar enseres y animales. De los 549 vecinos, 144 perdieron la vida aquella noche aciaga. Y el desastre pudiera haber sido mayor de no absorber el lago el gigantesco caudal del embalse. Casi tres metros subió el nivel de su superficie y, a la mañana siguiente, en ella se veían flotar muebles, aperos, escombros y ganado. Se pudieron rescatar 28 cadáveres, dándose por desaparecidos 116 cuerpos, y la estimación de daños ascendió a 90 millones de pesetas, unos 540.000 euros, cantidad muy considerable para la época. Nada más conocerse la tragedia comenzaron a recibirse ayudas tanto de las instituciones como de multitud de particulares, haciéndose cargo el Tesoro Público de las indemnizaciones.
El juicio sobre lo ocurrido se celebró apenas dos meses más tarde y en el mismo se concluyó que las causas de la rotura del muro de la presa habían sido la deficiencia de los materiales, el extraordinario volumen de las precipitaciones y la rigurosidad de la temperatura. Hoy día, aunque muchos de sus antiguos vecinos han regresado al antiguo pueblo de Ribadelago, nadie de la comarca ha podido olvidar aquella noche de tragedia.

Los actos de homenaje a las víctimas y a los supervivientes se iniciarán mañana por la tarde con un gran cañón de luz que iluminará tres kilómetros del cañón por el que bajó el agua procedente del pantano que reventó a media noche, mientras era llenado por primera vez.
Por la noche, habrá una actuación de la coral Tierras Altas de Sanabria con un repertorio popular. Al día siguiente, coincidiendo con el momento en que se produjo la rotura de la presa, las campañas de Ribadelago repicarán como lo hicieron en aquel momento. La organización pedirá también a los ayuntamientos de la zona que secunden ese acto.
A media mañana se producirá el acto institucional con una recepción a los supervivientes. Además, se inaugurará el monumento que el escultor Ricardo Flecha ha hecho para conmemorar la catástrofe. Se trata de una escultura de más de dos metros y medio de altura fundida en bronce que representa a una madre protegiendo a su hijo. "La imagen de la mujer abrigando y protegiendo al hijo con el manteo se repite en muchas de las imágenes que se tomaron al día siguiente cuando los supervivientes buscaban víctimas y enseres entre los escombros", relató Ricardo Flecha.
El monumento, alejado de la imaginería funeraria, pretende ser "sobre todo un homenaje a los supervivientes, a los que fueron capaces de sacar delante de nuevo el pueblo, como esa mujer y su hijo".
El día 10 de enero se proyectarán en Ribadelago varios documentales sobre la tragedia, así como las imágenes emitidas en su momento por el NO-DO y un trabajo realizado por el Museo Etnográfico de Castilla y León.

Foto: 1.Hospital de campaña para atender a los heridos de la tragedia de Ribadelago. 2. Rastreandoe en el río Tera en busca de víctimas.

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