Más vale volando
SAN NAPOLEÓN. UNA PECULIAR DEVOCIÓN BENAVENTANA´
Benavente, a raíz de la ocupación francesa, se convirtió en la sede de una subprefectura, dependiente a su vez de la Prefectura de Astorga. Durante el largo conflicto esta institución desempeñará una destacada responsabilidad de cara al frente de Galicia, conocida a efectos militares como "Cantón de Benavente". Incluso en la documentación municipal figura en algún momento como "Provincia de Benavente".
Los años de ocupación se prolongarán hasta bien avanzado 1812, siempre bajo la administración bonapartista de José I. Benavente pasará a ser una plaza militar de relativa importancia, con un contingente numeroso acuartelado que servía como retaguardia del frente norte, establecido en torno al territorio astorgano. Igualmente, en Castrogonzalo se estableció un Cuartel General.
A raíz de todo ello se ocuparon numerosas viviendas, hospitales y conventos como albergues para la tropa y caballería. Varios de estos edificios fueron reconvertidos en acuartelamientos, casernas, paneras y almacenes militares. La administración del Pósito de la villa fue puesta al servicio del avituallamiento de los ejércitos, y los vecinos, así como la población de la comarca, fueron sometidos a frecuentes cargas y requisas, principalmente de animales de tiro y cereal.
Sobre este particular resulta de gran interés la documentación del Archivo Municipal relativa a suministros a la tropa francesa, así como la concerniente a la Junta de Subsistencias. Se conservan, por ejemplo, recibos y justificantes de entrega en los Almacenes Militares de la Plaza de Benavente de cebada y centeno, ingredientes fundamentales en la dieta de los caballos.La prolongación de la estancia francesa en Benavente durante los años posteriores a 1808 dio lugar a un intento de "normalización", de aceptación del nuevo statu quo entre los vecinos, todo ello promovido por las nuevas autoridades civiles y militares afrancesadas. Curioso exponente del Benavente afrancesado es la celebración de un culto anual al Emperador, elevado súbitamente a los altares bajo la advocación de "San Napoleón".
El 14 de agosto de 1811, según documento de nuestro Archivo Municipal, el subintendente de Benavente y su distrito, José Solís, envió una carta al presidente de la Municipalidad de Benavente convocándole a una reunión para celebrar al día siguiente la festividad de "San Napoleón". La carta es una exhortación al entusiasmo popular: "Señor Presidente de la Municipalidad de Benavente. La próxima festividad de San Napoleón hace que Vuestra Señoría, con todos los individuos de la Municipalidad y demás empleados deban reunirse en mi casa en el día de mañana y hora de las diez menos cuarto de ella, con el fin de que todos podamos concurrir a solemnizar tan feliz día en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de esta Villa, pues verificándolo, así como lo espero, creo que las intenciones de Su Excelencia el Excelentísimo Señor General de División Dumortier, de cuya orden paso a Vuestra Señoría este oficio, quedarán realizadas, y para que no pueda dudar Su Excelencia del interés que Usted tomará en que dicha función sea la más solemne se servirá darme aviso".
Cada año, con la llegada del 15 de agosto, lo católicos franceses celebraban la fiesta de la Virgen María, llamada también, como en España, fiesta de la Asunción. El 15 de agosto marca igualmente el aniversario de Napoleón I, nacido el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio (Córcega). Con la firma del Concordato con la Santa Sede (1801), que supone la reconciliación del estado francés con la Iglesia y con el papa Pío VII, se ponen las bases de un culto al Emperador, trasunto a su vez del antiguo culto imperial romano.
Se atribuye al cardenal Caprara, legado apostólico en Francia, la invención de esta peculiar modalidad devocionaria. Como el martirologio tradicional no contemplaba ningún San Napoleón fue preciso improvisar una creación ex novo. El día 2 de mayo la Iglesia conmemoraba a "Martyrum Saturnini Neopoli, Germani et Caelestini, qui, multa passi, in carcerem demum conjecti, ibi in Domino quieverunt". De Neopoli a Napoleón no hay más que un paso, así que sólo fue necesario trasladar su culto del 2 de mayo al 15 de agosto y, de esta manera, desde el año 1805 esta nueva celebración irrumpe en el calendario litúrgico de una parte de la Cristiandad. A este respecto, en Le Journal des curés, correspondiente a los días 15 y 16 de agosto de 1809 podemos leer: "¡Desde las riberas del Tíber a las del Vístula, desde las orillas del Tajo a las del Danubio, del antiguo Corcyre a la isla de Rugen, de la ciudad dónde reinó Carlos V, en la ciudad antigua de los Césares, a la que estuvo el asiento del Imperio Germánico, el mismo día, a la misma hora, el tañer del bronce de las campanas anunció la Fiesta de Napoleón! El mismo día, a la misma hora, el himno de la Victoria y del Agradecimiento resonó en cien mil templos consagrados al Señor. Cien pueblos diversos se reunieron al pie de los Altares para celebrar el nacimiento de aquél que el Universo admira, por el que Dios los destinos hace y deshace, relaja o aprieta, destruye o conserva los Estados y sus fronteras, y sus jefes y sus leyes. La Tierra proclama la gloria de Napoleón, como los Cielos anuncian la del Señor".
Se atribuye al cardenal Caprara, legado apostólico en Francia, la invención de esta peculiar modalidad devocionaria. Como el martirologio tradicional no contemplaba ningún San Napoleón fue preciso improvisar una creación ex novo. El día 2 de mayo la Iglesia conmemoraba a "Martyrum Saturnini Neopoli, Germani et Caelestini, qui, multa passi, in carcerem demum conjecti, ibi in Domino quieverunt". De Neopoli a Napoleón no hay más que un paso, así que sólo fue necesario trasladar su culto del 2 de mayo al 15 de agosto y, de esta manera, desde el año 1805 esta nueva celebración irrumpe en el calendario litúrgico de una parte de la Cristiandad. A este respecto, en Le Journal des curés, correspondiente a los días 15 y 16 de agosto de 1809 podemos leer: "¡Desde las riberas del Tíber a las del Vístula, desde las orillas del Tajo a las del Danubio, del antiguo Corcyre a la isla de Rugen, de la ciudad dónde reinó Carlos V, en la ciudad antigua de los Césares, a la que estuvo el asiento del Imperio Germánico, el mismo día, a la misma hora, el tañer del bronce de las campanas anunció la Fiesta de Napoleón! El mismo día, a la misma hora, el himno de la Victoria y del Agradecimiento resonó en cien mil templos consagrados al Señor. Cien pueblos diversos se reunieron al pie de los Altares para celebrar el nacimiento de aquél que el Universo admira, por el que Dios los destinos hace y deshace, relaja o aprieta, destruye o conserva los Estados y sus fronteras, y sus jefes y sus leyes. La Tierra proclama la gloria de Napoleón, como los Cielos anuncian la del Señor".
En la iglesia de Chesnay, muy próxima a Versalles, aún hoy se puede admirar una curiosa vidriera representando a Saint-Napoléon. La pieza fue donada en 1882 al templo por Madame Furtado Hein, esposa de un nieto del Mariscal Ney.
Éste y otros artículos del autor también pueden consultarse en:
Etiquetas: Más vale volando, Opinión
<< Home