El martes cine
EL FETICHE PROYECTA "LA EDAD DE LA IGNORANCIA"
Del director de "Las invasiones bárbaras"
Del director de "Las invasiones bárbaras"
El Cineclub Fetiche de Benavente, proyecta este martes 28 de octubre, a las 21h, en los Multicines Benavente "La edad de la ignorancia", la última película de Denys Arcand. Este director obtuvo en el 2004 el Oscar a la mejor película extranjera por "Las invasiones bárbaras".
FICHA TÉCNICA
Título original: L'Age des ténèbres
Título original: L'Age des ténèbres
Año: 2007
Director: Denys Arcand
Reparto: Marc Labreche, Diane Kruger, Sylvie Léonard, Caroline Neron, Rufus Wainwright, Macha Grenon, Emma de Caunes, Didier Lucien, Rosalie Julien, Jean-René Ouellet
Guión: Denys Arcand
Música: Philippe Miller
Productora: Cinémaginaire Inc. / Mon Voisin Productions - Cinémaginaire Inc. / Mon Voisin Productions
Género: Comedia
Estreno: 11- 04- 2008
Duración: 100 minutos.
Sinopsis
En sus sueños, Jean-Marc es un caballero con una brillante armadura, una estrella del escenario y de la pantalla, y un novelista de éxito que tiene a las mujeres rendidas a sus pies. En la realidad, es un don nadie, un chupatintas, un marido insignificante, un padre fracasado que fuma a escondidas.
Pero Jean-Marc consigue resistir sin caer en la tentación de su mundo de sueños y decide darse otra oportunidad en el mundo real.
"Mitad comedia bufa, mitad tragedia griega o tal vez el espejo de la sociedad que inevitablemente se va creando, La edad de la ignorancia es una sátira sobre la soledad, sobre la incomunicación, sobre el miedo a que no nos escuchen, a que no nos amen".
Al principio pensé en que La edad de la ignorancia iba a ser una comedia bufa, una especie de opereta de tres peniques con personajes surrealistas, pero se tarda muy poco en percibir que nada induce a la risa: el patético Jean Marie Leblanc, un funcionario que no funciona, un triste ciudadano cuya vida sólo existe cuando su fantasía se encabrita y se cree un novelista de éxito o un político consagrado. En realidad, Jean Marie es un cincuentón verde que todavía guarda ejemplares del Playboy con los que se procura el placer que su mujer no le proporciona, un trabajador insensible que fuma a escondidas y que no tiene relación alguna con sus dos hijas. Hacia el primer tercio del film pensé en Kafka, pensé en el héroe gris de American beauty, pensé tozudamente en el desasosiego de una vida enferma que desaloja cualquier esperanza de luz. Definitivamente La edad de la ignorancia, a pesar del jocoso cartel y de las idas y venidas de mujeres desnudas o del desconcertante arranque, en el que Rufus Wainwright, extraído de la portada del Discovery de mi amada E.L.O., canta una pieza entre lo vodevilesco y lo operístico mientras una rubia juguetona y procaz se revuelve entre sábanas de raso y cojines persas de sueño de Sherezade. A la mitad de la película, Kafka ya ha tomado las riendas de la trama: todo es absurdo, un absurdo absurdamente consentido.
El director canadiense Denys Arcand hurga en la incomunicación del mundo, en su capacidad para crear burbujas en las que alojar a sus habitantes más sensibles. Los que no lo son, aquellos ajenos al dolor o a la emoción, viven en sus oficinas, venden pisos, se fuman una cajetilla en un atasco o gastan un tercio de la nómina en alitas de pollo prefabricados que devoran sin apetito mientras las noticias vocinglan que el virus de la estupidez (o era una enfermedad de verdad) ya se ha cobrado miles de vidas. Y va a más. Arcand mezcla con inteligencia (a veces una inteligencia cargante, excesivamente a gusta consigo misma) brochazos de comedia negra y finas líneas de cinismo y de hipocresia, de egoísmo y de insatisfacción. Nada que no podamos ver en el mundo o que no podamos sentir cerca. Ojalá nunca demasiado cerca. El apocado y fantasioso Jean Marie lee El libro del desasosiego, la obra negra del negro Pessoa, mientras su madre muere en una cama de un psiquiátrico. Ese Jean Marie es el mismo que sueña con la grandeza y con el lirismo, con la vida de los otros, pero hasta la fantasía le exaspera. En el último tramo de la película, despide a los fantasmas que le han mantenido con vida los últimos años: los manda a paseo, los ignora y se refugia en una casa a la vera de la playa, en un idílico vergel de paz y de manzanas, en donde el tiempo transcurre con la parsimonia que exige su desintoxicación. De hecho, Arcand no finaliza su película: la deja abierta, crea la sensación de que tal vez nuestro héroe doméstico, el pajillero convulso que ha malgastado su vida en la familia equivocada, haya muerto y la casa azotada por las olas (que son también grises) sea el cielo, algún tipo de cielo corregible e inofensivo.
El burócrata sentimental ha desafiado las leyes y ha encontrado la paz en la mansedumbre de un cesto de manzanas en el que poder evadirse y sobre el que proyectar (sin ningún tipo de prisa, ajeno a ninguna obligación) sus ansias, sus deseos, la inequívoca raza de sus sentimientos.
Sin ser una película redonda, que no lo es, La edad de la ignorancia (terrible título del original en francés L'age des tenebres) consigue involucrarnos en su delirante trama. Eso, en estos tiempos, es mucho.
FILMOGRAFÍA
En 2003, Las invasiones bárbaras, que ganó el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, además de ser nominada al Oscar al Mejor Guión Original; ganó tres César, Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión; fue Mejor Guión en el Festival de Cannes; obtuvo numerosos Génie y otros 35 premios en todo el mundo.
En 1987, El declive del imperio americano, que ganó el Premio FIPRESCI de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, fue nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, obtuvo 9 Génie en Canadá y numerosos premios en festivales internacionales.
4 "Hueles eso? ¿Lo hueles muchacho? Es napalm. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler napalm por la mañana!. Un día bombardeamos una colina y cuando todo acabó, subí. No encontramos un solo cadáver de esos chinos de mierda. ¡Qué pestazo a gasolina quemada! Aquella colina olía a... victoria". Robert Duvall (Apocalypse new).
Estreno: 11- 04- 2008
Duración: 100 minutos.
Sinopsis
En sus sueños, Jean-Marc es un caballero con una brillante armadura, una estrella del escenario y de la pantalla, y un novelista de éxito que tiene a las mujeres rendidas a sus pies. En la realidad, es un don nadie, un chupatintas, un marido insignificante, un padre fracasado que fuma a escondidas.
Pero Jean-Marc consigue resistir sin caer en la tentación de su mundo de sueños y decide darse otra oportunidad en el mundo real.
"Mitad comedia bufa, mitad tragedia griega o tal vez el espejo de la sociedad que inevitablemente se va creando, La edad de la ignorancia es una sátira sobre la soledad, sobre la incomunicación, sobre el miedo a que no nos escuchen, a que no nos amen".
Al principio pensé en que La edad de la ignorancia iba a ser una comedia bufa, una especie de opereta de tres peniques con personajes surrealistas, pero se tarda muy poco en percibir que nada induce a la risa: el patético Jean Marie Leblanc, un funcionario que no funciona, un triste ciudadano cuya vida sólo existe cuando su fantasía se encabrita y se cree un novelista de éxito o un político consagrado. En realidad, Jean Marie es un cincuentón verde que todavía guarda ejemplares del Playboy con los que se procura el placer que su mujer no le proporciona, un trabajador insensible que fuma a escondidas y que no tiene relación alguna con sus dos hijas. Hacia el primer tercio del film pensé en Kafka, pensé en el héroe gris de American beauty, pensé tozudamente en el desasosiego de una vida enferma que desaloja cualquier esperanza de luz. Definitivamente La edad de la ignorancia, a pesar del jocoso cartel y de las idas y venidas de mujeres desnudas o del desconcertante arranque, en el que Rufus Wainwright, extraído de la portada del Discovery de mi amada E.L.O., canta una pieza entre lo vodevilesco y lo operístico mientras una rubia juguetona y procaz se revuelve entre sábanas de raso y cojines persas de sueño de Sherezade. A la mitad de la película, Kafka ya ha tomado las riendas de la trama: todo es absurdo, un absurdo absurdamente consentido.
El director canadiense Denys Arcand hurga en la incomunicación del mundo, en su capacidad para crear burbujas en las que alojar a sus habitantes más sensibles. Los que no lo son, aquellos ajenos al dolor o a la emoción, viven en sus oficinas, venden pisos, se fuman una cajetilla en un atasco o gastan un tercio de la nómina en alitas de pollo prefabricados que devoran sin apetito mientras las noticias vocinglan que el virus de la estupidez (o era una enfermedad de verdad) ya se ha cobrado miles de vidas. Y va a más. Arcand mezcla con inteligencia (a veces una inteligencia cargante, excesivamente a gusta consigo misma) brochazos de comedia negra y finas líneas de cinismo y de hipocresia, de egoísmo y de insatisfacción. Nada que no podamos ver en el mundo o que no podamos sentir cerca. Ojalá nunca demasiado cerca. El apocado y fantasioso Jean Marie lee El libro del desasosiego, la obra negra del negro Pessoa, mientras su madre muere en una cama de un psiquiátrico. Ese Jean Marie es el mismo que sueña con la grandeza y con el lirismo, con la vida de los otros, pero hasta la fantasía le exaspera. En el último tramo de la película, despide a los fantasmas que le han mantenido con vida los últimos años: los manda a paseo, los ignora y se refugia en una casa a la vera de la playa, en un idílico vergel de paz y de manzanas, en donde el tiempo transcurre con la parsimonia que exige su desintoxicación. De hecho, Arcand no finaliza su película: la deja abierta, crea la sensación de que tal vez nuestro héroe doméstico, el pajillero convulso que ha malgastado su vida en la familia equivocada, haya muerto y la casa azotada por las olas (que son también grises) sea el cielo, algún tipo de cielo corregible e inofensivo.
El burócrata sentimental ha desafiado las leyes y ha encontrado la paz en la mansedumbre de un cesto de manzanas en el que poder evadirse y sobre el que proyectar (sin ningún tipo de prisa, ajeno a ninguna obligación) sus ansias, sus deseos, la inequívoca raza de sus sentimientos.
Sin ser una película redonda, que no lo es, La edad de la ignorancia (terrible título del original en francés L'age des tenebres) consigue involucrarnos en su delirante trama. Eso, en estos tiempos, es mucho.
FILMOGRAFÍA
En 2003, Las invasiones bárbaras, que ganó el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, además de ser nominada al Oscar al Mejor Guión Original; ganó tres César, Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión; fue Mejor Guión en el Festival de Cannes; obtuvo numerosos Génie y otros 35 premios en todo el mundo.
En 1987, El declive del imperio americano, que ganó el Premio FIPRESCI de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, fue nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, obtuvo 9 Génie en Canadá y numerosos premios en festivales internacionales.
4 "Hueles eso? ¿Lo hueles muchacho? Es napalm. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler napalm por la mañana!. Un día bombardeamos una colina y cuando todo acabó, subí. No encontramos un solo cadáver de esos chinos de mierda. ¡Qué pestazo a gasolina quemada! Aquella colina olía a... victoria". Robert Duvall (Apocalypse new).
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