La Otra Voz de Benavente y Los Valles

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jueves, noviembre 08, 2007

Crónica del pedal

DIARIO DE UN CICLOTURISTA EN OTOÑO
Por Antonio Campesino
Cerezal de Aliste. 10.30 horas. Cielo azul y despejado. 17 grados y once kilómetros por hora de agradable brisa. Quince turistas venidos de Madrid y Bilbao para disfrutar de una actividad más de O. T. R. A. Zamora. Cicloturismo por el ‘PR La Ruta de los Molinos de Arroyo de Lugar SL 5-Ruta de pequeño recorrido’, homologada según la Federación de Montaña de Castilla y León. Echando un vistazo a la página doce de su manual, encontramos una serie de normas que es preciso cumplir como no hacer fuego, llevar las basuras al contenedor más cercano, no utilizar atajos para evitar la erosión del terreno, respetar la flora y la fauna y no utilizar vehículos a motor en las pistas, entre otras.
Todo perfecto. Nos situamos en el mapa del panel informativo al inicio de la ruta y nos orientamos bien, ya que está todo muy detallado. Qué bonito. Pasamos por el Centro de Interpretación del Alcornocal. Cerrado aún. En fin, dice en el folleto que los sábados abren a las once, así que esperamos verlo a la vuelta. Los habitantes del pueblo nos saludan con la mano mientras dejamos atrás Cerezal de Aliste, siguiendo la señalización blanca y verde de sus postes. No tardando mucho nos encontramos con un alcornoque al que le falta su capa protectora de corcho. Cercano también a unos castaños, el camino se pierde de vista entre la vegetación y ya podemos intuir el río Malo en el valle.
Es un espectáculo. Los milanos nos sobrevuelan y la gente empieza a cambiar impresiones animadamente. Me encanta este trabajo. Espera. Se oye ruido de motor. No, de motores. Seis o siete todoterrenos de gran cilindrada. Anda, son militares. Se para el primero. No son militares sino cazadores vestidos de guerrilleros y armados. "Buenos días. Yo, que vosotros, me daba la vuelta si no queréis que os peguen un tiro", nos indica con suma amabilidad el conductor. "Haced lo que queráis. Luego no digáis que no os hemos avisado", espeta. "Disculpe. ¿No deben poner un cartel avisando? Esto es una ruta de senderismo", decimos.
Ha sido un simple olvido. Seguro que lo ponen. ¿Cómo iban a pasar por alto algo así? Encima de la suerte que tenemos de que nos libren de las alimañas en estos espacios naturales… Me siento tranquilo. Estamos protegidos aunque veo cómo el conductor del segundo todoterreno lanza su colilla encendida entre la vegetación seca. Al momento me doy cuenta de que este defensor del medio ambiente pretendía, si acaso, librarnos de esa mala vegetación que tanto abunda por la zona y que tanto nos sobra. "Nos damos la vuelta, amigos. Dejemos que los profesionales hagan su trabajo", le digo al grupo.
Al llegar al pueblo, un lugareño me indica que, al parecer, hay una batida. Entretanto, aparecen tres deportistas en otro vehículo, vestidos también de camuflaje y plantan, aunque un poco tarde, el cartelito de ‘Zona de batida’. Sin palabras.
En resumidas cuentas. Decido llevar al grupo a otro sitio para coger las bicis pero antes regresamos al Centro de Interpretación. Vaya. Son las doce y sigue cerrado. Al final, se marchan trece turistas para que no se les haga tarde con una impresión encima que no hace falta ni comentar. Continuamos adelante tres personas.
Llamamos al Seprona de Zamora. Seguro que es un coto. ¿Cómo van a poner una ruta de senderismo homologada en un coto de caza? Es imposible que permitan pasar con todos esos todoterrenos por una ruta para caminantes recomendada y subvencionada por la Junta de Castilla y León. Seguro que hay alguna explicación. Estoy seguro. Segurísimo.

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