Una visita al dolmen de San Adrián
¡QUÉ NO SON DÓLMENES, QUÉ SON JARDINES!
Crónica de la Desolación
Por Rafael González Rodríguez No nació el artículo publicado hace unos días en este Blog sobre el dolmen de Morales de Rey con la aspiración de inaugurar una serie por entregas, pero la tarde del día 2 de mayo de 2008 era soleada e invitaba al paseo y a la excursión por los enclaves prehistóricos y romanos del Valle de Vidriales. Granucillo es una de las pocas localidades de Castilla y León que pueden presumir de contar con dos monumentos megalíticos de más de 5000 años de antigüedad, separados por apenas unos centenares de metros: Son los conocidos como dólmenes de Las Peñezuelas y San Adrián.
Como aquel otro olmo centenario de Machado, a nuestro dolmen milenario de San Adrián con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. En realidad, un auténtico vergel que, como ya ocurriera en Morales de Rey, convierte estos venerables monumentos en parterres dignos de la curiosidad de los amantes de la flora, y aún de la fauna. De igual manera que anhelaba el gran poeta sevillano, nosotros esperamos también otro milagro de la Primavera. Esto es, que alguien libere al sepulcro de la asfixia que le subyuga y le conceda un lavado de cara para hacerlo mínimamente presentable.
La reconstrucción del túmulo es ahora una rocalla donde campean las malas hierbas. El pasillo abierto para acceder al interior de la cámara sepulcral está impracticable por la acumulación de vegetación. Poco recomendable resulta también el sendero abierto desde la ermita de San Adrián. Un cartel junto al templo nos advierte que nos encontramos en la "Ruta de don Quijote", según una reciente interpretación que vine a vincular Cervantes con Sanabria. Viene aquí a cuento el célebre episodio de los molinos de viento, pero ahora oiríamos vociferar a Sancho a nuestro ofuscado Quijote: ¡Qué no son dólmenes, qué son jardines!
Visto lo visto, la otrora floreciente "Ruta arqueológica por los valles de Zamora: Vidriales, Órbigo y Eria" parece que languidece abandonada a su suerte. Una iniciativa que nació con loables pretensiones se ha quedado anquilosada en el tiempo, ofreciendo una imagen provinciana y decadente. Pasados varios años desde la puesta en marcha de un proyecto ilusionante para unas comarcas decrépitas, no ha habido una mínima acomodación de los contenidos a los nuevos tiempos para hacerlos más atractivos, con nuevas propuestas, con ofertas alternativas y, sobre todo, con el mantenimiento y puesta al día de las infraestructuras. Prueba de todo ello es el paupérrimo registro de visitas que ofrece el aula arqueológica de Arrabalde, por poner un ejemplo.
El dolmen de San Adrián está situado al pie de la ermita homónima, sobre una pequeña elevación en la vega del arroyo Almucera. Fue excavado por el Padre Morán en los años 30, junto con el contiguo de las Peñezuelas, y reexcavado en 1984 con criterios modernos. Pertenece a ese peculiar subgénero de los sepulcros megalíticos de cista, en los que no se ha documentado corredor de acceso. Consta de una cámara oval delimitada por grandes ortostatos de cuarcita. La excavación arqueológica del mismo ha proporcionado un ajuar variado, compuesto por una serie de microlitos geométricos, una punta de flecha, un prisma de cuarzo, cerámica de la Edad del Bronce (como prueba del reaprovechamiento del sepulcro en épocas posteriores), y algunas cuentas de collar discoides confeccionadas con pizarra y variscita. La variscita, piedra semipreciosa de color que va del verde al verde azulado, parece haber tenido gran predicamento en las comarcas zamoranas desde la Prehistoria. Mismamente en los teselados de la villa romana de Camarzana se empleó este material para dar mayor realce a las composiciones de sus mosaicos más nobles. Yacimientos explotados desde antiguo se localizan en varios puntos del oeste de la provincia. Ejemplares con calidad gema aparecen en Palazuelos de las Cuevas así como en Fonfría, Losacino, Mahide, San Vicente de la Cabeza, San Vitero, Rábano de Aliste, Gallegos del Río y Viñas.
Este artículo puede también consultarse en el Blog del autor:
Como aquel otro olmo centenario de Machado, a nuestro dolmen milenario de San Adrián con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. En realidad, un auténtico vergel que, como ya ocurriera en Morales de Rey, convierte estos venerables monumentos en parterres dignos de la curiosidad de los amantes de la flora, y aún de la fauna. De igual manera que anhelaba el gran poeta sevillano, nosotros esperamos también otro milagro de la Primavera. Esto es, que alguien libere al sepulcro de la asfixia que le subyuga y le conceda un lavado de cara para hacerlo mínimamente presentable.
La reconstrucción del túmulo es ahora una rocalla donde campean las malas hierbas. El pasillo abierto para acceder al interior de la cámara sepulcral está impracticable por la acumulación de vegetación. Poco recomendable resulta también el sendero abierto desde la ermita de San Adrián. Un cartel junto al templo nos advierte que nos encontramos en la "Ruta de don Quijote", según una reciente interpretación que vine a vincular Cervantes con Sanabria. Viene aquí a cuento el célebre episodio de los molinos de viento, pero ahora oiríamos vociferar a Sancho a nuestro ofuscado Quijote: ¡Qué no son dólmenes, qué son jardines!
Visto lo visto, la otrora floreciente "Ruta arqueológica por los valles de Zamora: Vidriales, Órbigo y Eria" parece que languidece abandonada a su suerte. Una iniciativa que nació con loables pretensiones se ha quedado anquilosada en el tiempo, ofreciendo una imagen provinciana y decadente. Pasados varios años desde la puesta en marcha de un proyecto ilusionante para unas comarcas decrépitas, no ha habido una mínima acomodación de los contenidos a los nuevos tiempos para hacerlos más atractivos, con nuevas propuestas, con ofertas alternativas y, sobre todo, con el mantenimiento y puesta al día de las infraestructuras. Prueba de todo ello es el paupérrimo registro de visitas que ofrece el aula arqueológica de Arrabalde, por poner un ejemplo.
El dolmen de San Adrián está situado al pie de la ermita homónima, sobre una pequeña elevación en la vega del arroyo Almucera. Fue excavado por el Padre Morán en los años 30, junto con el contiguo de las Peñezuelas, y reexcavado en 1984 con criterios modernos. Pertenece a ese peculiar subgénero de los sepulcros megalíticos de cista, en los que no se ha documentado corredor de acceso. Consta de una cámara oval delimitada por grandes ortostatos de cuarcita. La excavación arqueológica del mismo ha proporcionado un ajuar variado, compuesto por una serie de microlitos geométricos, una punta de flecha, un prisma de cuarzo, cerámica de la Edad del Bronce (como prueba del reaprovechamiento del sepulcro en épocas posteriores), y algunas cuentas de collar discoides confeccionadas con pizarra y variscita. La variscita, piedra semipreciosa de color que va del verde al verde azulado, parece haber tenido gran predicamento en las comarcas zamoranas desde la Prehistoria. Mismamente en los teselados de la villa romana de Camarzana se empleó este material para dar mayor realce a las composiciones de sus mosaicos más nobles. Yacimientos explotados desde antiguo se localizan en varios puntos del oeste de la provincia. Ejemplares con calidad gema aparecen en Palazuelos de las Cuevas así como en Fonfría, Losacino, Mahide, San Vicente de la Cabeza, San Vitero, Rábano de Aliste, Gallegos del Río y Viñas.
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Etiquetas: Patrimonio
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