La Otra Voz de Benavente y Los Valles

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jueves, enero 31, 2008

La esquina

TOPILLOS Y PRESUPUESTOS
Por José Ignacio Martín Benito

Repunta la plaga de topillos en el nordeste provincial zamorano y el delegado de la Junta, Alberto de Castro, proclama: “Es el momento de luchar contra los topillos”. ¿Ahora? ¿Acaso los prolíficos ratones, que arrasan sembrados y cosechas, han aparecido de repente?
Da la impresión que la Junta de Castilla y León ha estado dormida o aletargada durante meses, mientras los roedores han acampado a sus anchas. No será porque en la Consejería de Agricultura desconocieran el problema.
Parece que la clorofacilona no ha servido más que para envenenar otras especies. Que se lo pregunten si no a los cazadores de Toro. Allí sólo, en el coto de Montelarreina, aparecieron más de 300 liebres muertas, víctimas del veneno destinado a los topillos. Así que no sé qué solución dará ahora nuestro particular Cid Campeador. Ya me veo a De Castro, reconvertido en un nuevo flautista de Hamelín, tocando la flauta para llevarse los topillos al Duero, donde perecerán ahogados.

Mientras tanto, a Saturnino Mañanes, alcalde de Benavente, el Servicio de Intervención del Ayuntamiento, le devuelve el presupuesto a los corrales. Ni el propio alcalde ni el experto y avezado concejal de Hacienda han sido capaces de elaborar un presupuesto en condiciones. Y eso que De Dios debe ser de Ciencias, por lo que, siguiendo su explicada teoría ante los medios informativos, debe saber y entender de esto; no como los pobres periodistas, que son de letras y no deben estar preparados para entender las emborronadas cuentas del concejal.
Un toro este, el de los presupuestos, que ni Mañanes ni el concejal de Hacienda han sido capaces de torear, como tampoco lo hace Valdeón en Zamora. Y es que el cartel de los primeros espadas, en esta corrida presupuestaria, está muy devaluado.
Mañanes bastante ha tenido con subirse espectacularmente el sueldo. Ahí hizo un gran esfuerzo intelectual, por lo que debió gastar buena parte de sus neuronas; y, claro, ahora, agotado de tanta concentración, parece que no ha estado muy atinado. Ni siquiera con la ayuda de Dios. Y es que la elaboración de las cuentas es algo más mundano que celestial.

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