La chicharra
LOS LIBROS SON PARA EL VERANO
Por José Mª Lebrero Vecino
¿Los libros son para el verano? Los libros son para cualquier época del año; y lo demás son excusas sin fundamento. Por qué siempre se utiliza el subterfugio del tiempo para no leer. No tengo tiempo, se suele decir para justificar la ausencia de lectura. Se utiliza el tiempo, ese bien tan poco preciado porque lo perdemos con demasiada frecuencia, para acallar nuestras propias conciencias. Cada persona es muy libre de hacer lo que le venga en gana en su tiempo libre, pero es absurdo agarrarse a la falta de tiempo para argumentar que no lee. Sería más lícito decir: yo no leo porque no quiero. Y punto. Pero muy pocas son las personas que se atreven a reconocer que no les gusta leer. Esas mismas personas que no tienen tiempo para la lectura, suelen estar dos, tres, y hasta cuatro horas diarias viendo la televisión, “actividad” que veo muy loable, pero que, curiosamente, es un medio al que también desprecian continuamente, alegando que no hay nada que ver. Si no hay nada que ver, por qué les dedican tanto tiempo. Ven los documentales de la 2; ja.
No pretendo ser autobiográfico, pero, ¿hay alguna forma mejor de viajar, de descubrir nuevos parajes, correr grandes nuevas aventuras, y aprender muchísimas cosas sin moverte de casa que con un libro?
Se lee más en el verano, dicen. Lo cierto es que yo me fijo cuando voy a la playa, a la piscina, al río, a la terraza de un bar… Y sólo algún espécimen raro como yo se atreve a sacar un libro. ¿Cuánto se lee entonces en el invierno?
En estas fiestas veraniegas en la mayoría de los pueblos ¿Cuántas actividades culturales nos hemos encontramos en los programas? Hay una excepción que confirma la regla: Valdescorriel; un pueblo que con apenas doscientos habitantes, gracias a la asociación cultural “Santa Marta”, es capaz de congregar en un acto cultural un sábado por la tarde, en pleno mes de agosto, y con 35 grados de temperatura, a casi cien personas.
Según la última encuesta, en Castilla y León seguimos por debajo de la media nacional en el hábito de la lectura. Al igual que para llorar se necesita algo más que un pañuelo, para leer se necesita algo más que un libro.
Uno de los momentos más ilusionantes es el que precede a la lectura. “La promesa de la lectura”, decía Italo Calvino. La promesa de los libros nuevos, digo yo. Y seguro que usted tiene uno.
Por José Mª Lebrero Vecino
¿Los libros son para el verano? Los libros son para cualquier época del año; y lo demás son excusas sin fundamento. Por qué siempre se utiliza el subterfugio del tiempo para no leer. No tengo tiempo, se suele decir para justificar la ausencia de lectura. Se utiliza el tiempo, ese bien tan poco preciado porque lo perdemos con demasiada frecuencia, para acallar nuestras propias conciencias. Cada persona es muy libre de hacer lo que le venga en gana en su tiempo libre, pero es absurdo agarrarse a la falta de tiempo para argumentar que no lee. Sería más lícito decir: yo no leo porque no quiero. Y punto. Pero muy pocas son las personas que se atreven a reconocer que no les gusta leer. Esas mismas personas que no tienen tiempo para la lectura, suelen estar dos, tres, y hasta cuatro horas diarias viendo la televisión, “actividad” que veo muy loable, pero que, curiosamente, es un medio al que también desprecian continuamente, alegando que no hay nada que ver. Si no hay nada que ver, por qué les dedican tanto tiempo. Ven los documentales de la 2; ja.
No pretendo ser autobiográfico, pero, ¿hay alguna forma mejor de viajar, de descubrir nuevos parajes, correr grandes nuevas aventuras, y aprender muchísimas cosas sin moverte de casa que con un libro?
Se lee más en el verano, dicen. Lo cierto es que yo me fijo cuando voy a la playa, a la piscina, al río, a la terraza de un bar… Y sólo algún espécimen raro como yo se atreve a sacar un libro. ¿Cuánto se lee entonces en el invierno?
En estas fiestas veraniegas en la mayoría de los pueblos ¿Cuántas actividades culturales nos hemos encontramos en los programas? Hay una excepción que confirma la regla: Valdescorriel; un pueblo que con apenas doscientos habitantes, gracias a la asociación cultural “Santa Marta”, es capaz de congregar en un acto cultural un sábado por la tarde, en pleno mes de agosto, y con 35 grados de temperatura, a casi cien personas.
Según la última encuesta, en Castilla y León seguimos por debajo de la media nacional en el hábito de la lectura. Al igual que para llorar se necesita algo más que un pañuelo, para leer se necesita algo más que un libro.
Uno de los momentos más ilusionantes es el que precede a la lectura. “La promesa de la lectura”, decía Italo Calvino. La promesa de los libros nuevos, digo yo. Y seguro que usted tiene uno.
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