El silbato
A CALCAPORRA
Por Juan S. Cristóstomo
“Comamos a calcaporra.../ que mañana ayunaremos” cantaba en su villancico Juan del Enzina. Esto es, en roman paladino, aprovechemos el día, que ya vendrán las vacas flacas.
Esto debió pensar Fernando Martínez Maíllo y toda la pléyade de acompañantes cuando, un caluroso día de mayo de 2003, hicieron el viaje a ninguna parte y señalaron, a plena luz y con taquígrafos, los terrenos de un secarral como el lugar donde se habría de construir el nuevo Hospital de Benavente.
Mucho ha llovido desde entonces, sobre todo en las últimas semanas y del Hospital nada. Los terrenos, que por otra parte nadie sabe de quién eran, se los llevó el viento; para el centro hospitalario la Junta no ha presupuestado ni un euro y Maíllo ha puesto mar de por medio y se nos ha ido a la Argentina cuando ha visto que arreciaba el temporal. ¡Prócer!
Aquí ha dejado, para que de cuenta de las promesas incumplidas, a Carmen Luís Heras, una de las participantes en la procesión de los terrenos. ¡Menudo marrón le ha caído a la vicepresidenta de las Cortes! Seguro que, si pudiera, encargaría al fotógrafo que trucó la fotografía de Franco con Hitler en Hendaya, que la hiciera desaparecer de aquella instantánea.
Maíllo no ha querido aguantar aquí el chaparrón –que los ríos bajan hinchados- y se nos ha ido a ver los gauchos pasar. No como Marco, de los Apeninos a los Andes -en este caso desde la Sierra de La Culebra-, ni siquiera acompañado del mono Amelio; lo de Maíllo no es un viaje como los de principios del pasado siglo en busca del porvenir, no. El artista se nos ha ido, dicen, a conocer a la colonia zamorana en el exilio o, mejor dicho, en la diáspora. Es incierto que haya ido a buscar los candidatos de Benavente y Toro; o a buscar los kilómetros que se le han perdido de la red provincial; eso son maledicencias. El presidente ha ido a lo que ha ido: a cursar “visita oficial” al país austral, a buscarse un respiro entre tanta incomprensión: que si las carreteras, que si el Hospital de Benavente, que si los servicios sociales y el Tribunal de Cuentas, que si la agricultura ecológica, que si el déficit turístico... Ya estaba harto. De paso, y ya que está allí, si logra convencer algunas voluntades, miel sobre hojuelas. De aquí, de la provincia: “¡Qué respondan otros!”, ha debido decir en pleno debate presupuestario. Y es que hasta los grandes hombres merecen un descanso.
Así que Maíllo se fue a la Argentina, pues es preciso ver mundo para comparar, para que luego digan, los que mal le quieren, que él no viaja y no conoce otras carreteras fuera de las de Zamora. Y es que es mucho lo que este prohombre tiene por recorrer, aunque la provincia le espere todavía. Dice mi padre que aún le están esperando en el ayuntamiento de Benavente, desde que es Presidente de la cosa, pero ya se ve: los benaventanos pueden seguir esperando a Maíllo, como los portugueses el retorno del rey don Sebastián.
Maíllo se ve que, en efecto, prefiere el churrasco argentino a la ternera de Aliste, la Pampa a las llanuras de la Tierra de Campos y los glaciares de la Tierra de Fuego a los paisajes de la Sierra Segundera.
Este “pibe” es capaz de marcarse un tango, lo mismo que se marcó un pasodoble en Fresno de la Polvorosa, pues garbo no le falta. “P´a boludos ya están otros, ché”. A él le escriben desde allí las crónicas, que para eso viaja con séquito.
Mientras tanto, que den otros la cara. Que el diputado Folgado se las componga como pueda, aunque la oposición le sacuda de lo lindo y lo reenvíe sin acuse de recibo para Tres Cantos. Que la vicepresidenta de las Cortes se tome una aspirina y se le pase el dolor de cabeza que se le pone cada vez que alguien le recuerda su paseo por el secarral de los terrenos (habrá que buscar en la hemeroteca a ver si prometieron el Hospital con campo de golf incluído). Que a Pilar Álvarez le recuerden también la respuesta que le dio a la embajada benaventana que la visitó en Fuensaldaña: “En Benavente no se puede construir un Hospital porque a Zamora no le interesa”.
Maíllo ha ido a respirar aires rioplatenses, que el de Zamora contamina. ¡Qué mal pensada es la oposición!
Por Juan S. Cristóstomo
“Comamos a calcaporra.../ que mañana ayunaremos” cantaba en su villancico Juan del Enzina. Esto es, en roman paladino, aprovechemos el día, que ya vendrán las vacas flacas.
Esto debió pensar Fernando Martínez Maíllo y toda la pléyade de acompañantes cuando, un caluroso día de mayo de 2003, hicieron el viaje a ninguna parte y señalaron, a plena luz y con taquígrafos, los terrenos de un secarral como el lugar donde se habría de construir el nuevo Hospital de Benavente.
Mucho ha llovido desde entonces, sobre todo en las últimas semanas y del Hospital nada. Los terrenos, que por otra parte nadie sabe de quién eran, se los llevó el viento; para el centro hospitalario la Junta no ha presupuestado ni un euro y Maíllo ha puesto mar de por medio y se nos ha ido a la Argentina cuando ha visto que arreciaba el temporal. ¡Prócer!
Aquí ha dejado, para que de cuenta de las promesas incumplidas, a Carmen Luís Heras, una de las participantes en la procesión de los terrenos. ¡Menudo marrón le ha caído a la vicepresidenta de las Cortes! Seguro que, si pudiera, encargaría al fotógrafo que trucó la fotografía de Franco con Hitler en Hendaya, que la hiciera desaparecer de aquella instantánea.
Maíllo no ha querido aguantar aquí el chaparrón –que los ríos bajan hinchados- y se nos ha ido a ver los gauchos pasar. No como Marco, de los Apeninos a los Andes -en este caso desde la Sierra de La Culebra-, ni siquiera acompañado del mono Amelio; lo de Maíllo no es un viaje como los de principios del pasado siglo en busca del porvenir, no. El artista se nos ha ido, dicen, a conocer a la colonia zamorana en el exilio o, mejor dicho, en la diáspora. Es incierto que haya ido a buscar los candidatos de Benavente y Toro; o a buscar los kilómetros que se le han perdido de la red provincial; eso son maledicencias. El presidente ha ido a lo que ha ido: a cursar “visita oficial” al país austral, a buscarse un respiro entre tanta incomprensión: que si las carreteras, que si el Hospital de Benavente, que si los servicios sociales y el Tribunal de Cuentas, que si la agricultura ecológica, que si el déficit turístico... Ya estaba harto. De paso, y ya que está allí, si logra convencer algunas voluntades, miel sobre hojuelas. De aquí, de la provincia: “¡Qué respondan otros!”, ha debido decir en pleno debate presupuestario. Y es que hasta los grandes hombres merecen un descanso.
Así que Maíllo se fue a la Argentina, pues es preciso ver mundo para comparar, para que luego digan, los que mal le quieren, que él no viaja y no conoce otras carreteras fuera de las de Zamora. Y es que es mucho lo que este prohombre tiene por recorrer, aunque la provincia le espere todavía. Dice mi padre que aún le están esperando en el ayuntamiento de Benavente, desde que es Presidente de la cosa, pero ya se ve: los benaventanos pueden seguir esperando a Maíllo, como los portugueses el retorno del rey don Sebastián.
Maíllo se ve que, en efecto, prefiere el churrasco argentino a la ternera de Aliste, la Pampa a las llanuras de la Tierra de Campos y los glaciares de la Tierra de Fuego a los paisajes de la Sierra Segundera.
Este “pibe” es capaz de marcarse un tango, lo mismo que se marcó un pasodoble en Fresno de la Polvorosa, pues garbo no le falta. “P´a boludos ya están otros, ché”. A él le escriben desde allí las crónicas, que para eso viaja con séquito.
Mientras tanto, que den otros la cara. Que el diputado Folgado se las componga como pueda, aunque la oposición le sacuda de lo lindo y lo reenvíe sin acuse de recibo para Tres Cantos. Que la vicepresidenta de las Cortes se tome una aspirina y se le pase el dolor de cabeza que se le pone cada vez que alguien le recuerda su paseo por el secarral de los terrenos (habrá que buscar en la hemeroteca a ver si prometieron el Hospital con campo de golf incluído). Que a Pilar Álvarez le recuerden también la respuesta que le dio a la embajada benaventana que la visitó en Fuensaldaña: “En Benavente no se puede construir un Hospital porque a Zamora no le interesa”.
Maíllo ha ido a respirar aires rioplatenses, que el de Zamora contamina. ¡Qué mal pensada es la oposición!
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