Artículo de opinión
Reconocimiento ambulante
por José Ignacio Martín Benito
Existe la venta ambulante, las ferias ambulantes, pero del reconocimiento médico ambulante no habíamos oído hablar hasta que ha ocurrido en Benavente.
La Junta de Castilla y León al parecer ve con buenos ojos que sus empleados aguarden su turno a la intemperie y de uno en uno suban a una furgoneta de no más de 2 metros de anchura. Un espacio estrecho, angosto, que servía lo mismo de vestuario, que de sala para la extracción de sangre o para hacer un electrocardiograma.
Apenas dos centímetros de chapa era lo que separaba el habitáculo del exterior y, aún así, la Junta permite que se hagan las pruebas de audiometría en plena vía pública, al lado de la carretera por la que circulan todo tipo de vehículos, incluidos los pesados. El modo en que diversos empleados de la Junta de Castilla y León pasaron reconocimiento médico la pasada semana en Benavente no parece ser la mejor manera de hacerlo.
Todo esto lo digo y lo cuento en primera persona, pues fui testigo directo y afectado por las condiciones en que se ha pasado el dichoso reconocimiento. Estaba citado a las 20,30 horas en la acera pública, al lado de la furgoneta, junto con otra docena de compañeros de diversos centros de enseñanza de la ciudad. Esta, la acera, era la sala de espera, con el cielo como techo. Después de media hora de espera a la intemperie, mi turno de acceso al interior del furgón tuvo lugar en torno a las 9,00 h. de la mañana. Entregué la muestra de orina y me hicieron la extracción de sangre; me volvieron a dar cita a las 12,20 h. para el resto de las pruebas. Omito la situación de falta de limpieza del interior, pues de ello ya se ha hablado.
Benavente puede carecer de un nuevo y moderno Hospital, gracias al empecinamiento de los responsables autonómicos, pero cuenta todavía con centros de salud y otros centros médicos de carácter privado, que reúnen las condiciones para que la Junta pase el reconocimiento a sus empleados.
El hacerlo como se ha hecho es una humillación profesional, una degradación humana y una falta de consideración y de respeto a las personas. Sirvan estas líneas para que esto no vuelva a suceder.
por José Ignacio Martín Benito
Existe la venta ambulante, las ferias ambulantes, pero del reconocimiento médico ambulante no habíamos oído hablar hasta que ha ocurrido en Benavente.
La Junta de Castilla y León al parecer ve con buenos ojos que sus empleados aguarden su turno a la intemperie y de uno en uno suban a una furgoneta de no más de 2 metros de anchura. Un espacio estrecho, angosto, que servía lo mismo de vestuario, que de sala para la extracción de sangre o para hacer un electrocardiograma.
Apenas dos centímetros de chapa era lo que separaba el habitáculo del exterior y, aún así, la Junta permite que se hagan las pruebas de audiometría en plena vía pública, al lado de la carretera por la que circulan todo tipo de vehículos, incluidos los pesados. El modo en que diversos empleados de la Junta de Castilla y León pasaron reconocimiento médico la pasada semana en Benavente no parece ser la mejor manera de hacerlo.
Todo esto lo digo y lo cuento en primera persona, pues fui testigo directo y afectado por las condiciones en que se ha pasado el dichoso reconocimiento. Estaba citado a las 20,30 horas en la acera pública, al lado de la furgoneta, junto con otra docena de compañeros de diversos centros de enseñanza de la ciudad. Esta, la acera, era la sala de espera, con el cielo como techo. Después de media hora de espera a la intemperie, mi turno de acceso al interior del furgón tuvo lugar en torno a las 9,00 h. de la mañana. Entregué la muestra de orina y me hicieron la extracción de sangre; me volvieron a dar cita a las 12,20 h. para el resto de las pruebas. Omito la situación de falta de limpieza del interior, pues de ello ya se ha hablado.
Benavente puede carecer de un nuevo y moderno Hospital, gracias al empecinamiento de los responsables autonómicos, pero cuenta todavía con centros de salud y otros centros médicos de carácter privado, que reúnen las condiciones para que la Junta pase el reconocimiento a sus empleados.
El hacerlo como se ha hecho es una humillación profesional, una degradación humana y una falta de consideración y de respeto a las personas. Sirvan estas líneas para que esto no vuelva a suceder.
[Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de sus autores].
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