Editorial
DESCONFIANZA
La desconfianza en uno mismo genera desconfianza en los demás. Cuando el grupo municipal del Partido Popular de Benavente solicita la colaboración de los constructores en su política de oposición, está dando a entender a los electores que no tiene confianza en la suya por medios propios. Pedirle a un empresario que se sacrifique por el Partido y siga el dictado de los que han decidido que algo que es bueno para Benavente no lo es para su estrategia política, sólo puede conducir a la desesperación. Pedirle a un empresario, en este caso de la construcción, que renuncie a una inversión y a sus potenciales beneficios es frenar el desarrollo.
Al desarrollo de esta ciudad no le basta sólo con un gobierno municipal que impulse proyectos de la envergadura del Parque Logístico; le hace falta también una oposición que esté a la altura de los retos de los nuevos tiempos, para plantear alternativas a las maneras de canalizar la inversión y aprovechar los flujos económicos que se derivan del noroeste español y del territorio portugués. Da la impresión, en determinados momentos, que las ideas de la oposición están agotadas y que todo se reduce a poner en práctica la política del ruido y hacer del “no” una bandera. Pero así, no se va a ninguna parte. La gente emprendedora tiene el derecho a que su ciudad y su inversión prosperen y generen riqueza. Por eso, desconfiarán de quienes quieren hipotecar su futuro, esto es, desconfiarán de algunos aprendices de políticos que necesitan imperiosamente que el crecimiento de Benavente se ralentice.
La desconfianza en uno mismo genera desconfianza en los demás. Cuando el grupo municipal del Partido Popular de Benavente solicita la colaboración de los constructores en su política de oposición, está dando a entender a los electores que no tiene confianza en la suya por medios propios. Pedirle a un empresario que se sacrifique por el Partido y siga el dictado de los que han decidido que algo que es bueno para Benavente no lo es para su estrategia política, sólo puede conducir a la desesperación. Pedirle a un empresario, en este caso de la construcción, que renuncie a una inversión y a sus potenciales beneficios es frenar el desarrollo.
Al desarrollo de esta ciudad no le basta sólo con un gobierno municipal que impulse proyectos de la envergadura del Parque Logístico; le hace falta también una oposición que esté a la altura de los retos de los nuevos tiempos, para plantear alternativas a las maneras de canalizar la inversión y aprovechar los flujos económicos que se derivan del noroeste español y del territorio portugués. Da la impresión, en determinados momentos, que las ideas de la oposición están agotadas y que todo se reduce a poner en práctica la política del ruido y hacer del “no” una bandera. Pero así, no se va a ninguna parte. La gente emprendedora tiene el derecho a que su ciudad y su inversión prosperen y generen riqueza. Por eso, desconfiarán de quienes quieren hipotecar su futuro, esto es, desconfiarán de algunos aprendices de políticos que necesitan imperiosamente que el crecimiento de Benavente se ralentice.
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