Las perlas de nuestro patrimonio
EL PUENTE DE CASTROGONZALO
“El más preciso del Reino”
“El más preciso del Reino”
R. González Rodríguez
El puente más preciso del Reino, está es la frase utilizada por Francisco Javier del Mazo en 1779 para hacer entender a las autoridades del Estado la necesidad de acometer obras de reforma en el puente de Castrogonzalo, dado su estado de abandono y ruina. Por las mismas fechas Antonio Ponz insistía en que “es uno de los pasos más necesarios de toda España para Galicia, Asturias y no se debe diferir más su perfecta reedificación”.
A pesar de que algunos autores sugieren la existencia de un puente romano sobre el río Esla en este entorno, posibilidad no descartable, lo cierto es que la primera evidencia sobre el puente de Castrogonzalo procede de un documento de 1221 del Monasterio de Santa María de Arbás, situado en el puerto de Pajares. En este año el rey Alfonso IX vende a un particular, Juan Pérez, toda la heredad que le pertenecía en este puente y sus términos, en el territorio de Benavente, por 500 maravedís. De este mismo año existe otro documento en el que este monarca leonés hace donación del puente de Castrogonzalo, junto con todos sus portazgos a Juan Pérez y su mujer Estefanía. Al año siguiente, en 1222, Alfonso IX concede al Monasterio de Arbás la facultad de hacer feria en el puente de Santa Marina de Castrogonzalo, ocho días antes y ocho días después de la festividad de Santa Marina, señalando las franquicias de los concurrentes a estas ferias. De este documento se deduce que los receptores de la donación de Alfonso IX posteriormente entregaron sus heredades al monasterio de Santa María de Arbás, con lo que el puente quedó bajo su control. Poco después, en 1225, completando el dominio que tenía el monasterio en esta zona, Alfonso IX otorga al Abad de Arbás cuantos derechos le pertenecían en las dos iglesias de Castrogonzalo.
En el siglo XIV se data un interesante pleito, procedente del Archivo Municipal de Benavente, relativo al cobro de pontazgos en Castrogonzalo y el derecho a poner barcas en el río Esla. En este documento se relatan las averiguaciones realizadas por orden de Pedro Sánchez de Toro, juez del Rey en Benavente, destinadas a conocer qué puertos existían en el río y cuáles de ellos podían seguir utilizándose. Al parecer, el uso incontrolado de las barcas suponía una merma importante de los ingresos del Concejo de Benavente derivados del cobro del pontazgo del puente de Castrogonzalo, que pertenecía al Concejo. Se mencionan las barcas de Castrogonzalo, utilizadas cuando el puente se encontraba en obras de reparación; la de Barcial del Barco, que estaba bajo el control del Monasterio de Santa Colomba de la Monjas y la barca de Deustamben, en El Priorato (Milles de la Polvorosa).
También se conservan en el archivo benaventano las tarifas que se cobraban tanto en la barcas como en el puente, por el tránsito de personas y mercancías, es decir los pontazgos. Esta documentación está acompañada por voluminosos legajos relativos a obras de reparación y mantenimiento del puente a lo largo de su historia. Destacan las emprendidas en el siglo XVI, concretamente en 1550, a través de un compromiso entre el Concejo benaventano y Diego del Valle y Juan de Mondragón, canteros, sobre los arcos del puente de Castrogonzalo, por el que se nombraban dos jueces (uno por cada parte) para que dictaran sentencia arbitraria sobre la obra realizada en ellos. En 1584 y 1585 se produjo nuevamente un arrendamiento de la obra y edificio del puente.
Su aspecto actual, teniendo como base el antiguo puente medieval, es el resultado de diversas reformas, destacando las realizadas durante los siglos XVI y XVIII. En diciembre 1808, durante una de las escaramuzas de la guerra de la Independencia, el ejército británico voló con dinamita una parte importante del puente con el fin de entorpecer el avance de Napoleón, siendo posteriormente reconstruido con vigas de madera, y por último de hierro. Recientemente, en el año 2000, este sector ha sido objeto de obras de consolidación y reconstrucción.
El puente más preciso del Reino, está es la frase utilizada por Francisco Javier del Mazo en 1779 para hacer entender a las autoridades del Estado la necesidad de acometer obras de reforma en el puente de Castrogonzalo, dado su estado de abandono y ruina. Por las mismas fechas Antonio Ponz insistía en que “es uno de los pasos más necesarios de toda España para Galicia, Asturias y no se debe diferir más su perfecta reedificación”.
A pesar de que algunos autores sugieren la existencia de un puente romano sobre el río Esla en este entorno, posibilidad no descartable, lo cierto es que la primera evidencia sobre el puente de Castrogonzalo procede de un documento de 1221 del Monasterio de Santa María de Arbás, situado en el puerto de Pajares. En este año el rey Alfonso IX vende a un particular, Juan Pérez, toda la heredad que le pertenecía en este puente y sus términos, en el territorio de Benavente, por 500 maravedís. De este mismo año existe otro documento en el que este monarca leonés hace donación del puente de Castrogonzalo, junto con todos sus portazgos a Juan Pérez y su mujer Estefanía. Al año siguiente, en 1222, Alfonso IX concede al Monasterio de Arbás la facultad de hacer feria en el puente de Santa Marina de Castrogonzalo, ocho días antes y ocho días después de la festividad de Santa Marina, señalando las franquicias de los concurrentes a estas ferias. De este documento se deduce que los receptores de la donación de Alfonso IX posteriormente entregaron sus heredades al monasterio de Santa María de Arbás, con lo que el puente quedó bajo su control. Poco después, en 1225, completando el dominio que tenía el monasterio en esta zona, Alfonso IX otorga al Abad de Arbás cuantos derechos le pertenecían en las dos iglesias de Castrogonzalo.
En el siglo XIV se data un interesante pleito, procedente del Archivo Municipal de Benavente, relativo al cobro de pontazgos en Castrogonzalo y el derecho a poner barcas en el río Esla. En este documento se relatan las averiguaciones realizadas por orden de Pedro Sánchez de Toro, juez del Rey en Benavente, destinadas a conocer qué puertos existían en el río y cuáles de ellos podían seguir utilizándose. Al parecer, el uso incontrolado de las barcas suponía una merma importante de los ingresos del Concejo de Benavente derivados del cobro del pontazgo del puente de Castrogonzalo, que pertenecía al Concejo. Se mencionan las barcas de Castrogonzalo, utilizadas cuando el puente se encontraba en obras de reparación; la de Barcial del Barco, que estaba bajo el control del Monasterio de Santa Colomba de la Monjas y la barca de Deustamben, en El Priorato (Milles de la Polvorosa).
También se conservan en el archivo benaventano las tarifas que se cobraban tanto en la barcas como en el puente, por el tránsito de personas y mercancías, es decir los pontazgos. Esta documentación está acompañada por voluminosos legajos relativos a obras de reparación y mantenimiento del puente a lo largo de su historia. Destacan las emprendidas en el siglo XVI, concretamente en 1550, a través de un compromiso entre el Concejo benaventano y Diego del Valle y Juan de Mondragón, canteros, sobre los arcos del puente de Castrogonzalo, por el que se nombraban dos jueces (uno por cada parte) para que dictaran sentencia arbitraria sobre la obra realizada en ellos. En 1584 y 1585 se produjo nuevamente un arrendamiento de la obra y edificio del puente.
Su aspecto actual, teniendo como base el antiguo puente medieval, es el resultado de diversas reformas, destacando las realizadas durante los siglos XVI y XVIII. En diciembre 1808, durante una de las escaramuzas de la guerra de la Independencia, el ejército británico voló con dinamita una parte importante del puente con el fin de entorpecer el avance de Napoleón, siendo posteriormente reconstruido con vigas de madera, y por último de hierro. Recientemente, en el año 2000, este sector ha sido objeto de obras de consolidación y reconstrucción.
Fotos: Los puentes de Castrogonzalo.
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