La imagen de hoy
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Por Emiliano Pérez Mencía
Al pasar por algunas calles de Ayoó de Vidriales vemos que aún se conservan sobre las paredes de casas antiguas cruces como ésta, que indicaban cada una de las 14 estaciones del Via Crucis, práctica religiosa habitual durante la Cuaresma. Es de buena madera y como que no hubiesen pasado los años por ella. Está clavada sobre pared de tapial y adobe, y protegida por unas losas de piedra. Algunos vecinos de Ayoó, emigrados a otros pueblos y ciudades en busca de trabajo y acomodo, se han olvidado del pueblo que les vio nacer, de su arquitectura y de cruces, calvarios y demás mobiliario urbano. Ellos tienen su casa de ladrillo con cemento, a poder ser con jardín y piscina, para cuando caen por el pueblo.
Pero los pocos que viven allí, muchos de ellos ya mayores, valoran más estas cosas que, según algunos, pertenecen al pasado. Y se lamentan de que toda o casi todo lo que vieron y vivieron vaya desapareciendo.
La cruz de Ayoó seguirá ahí hasta que ellos quieran, para recordar a vecinos y visitantes no solo la Cuaresma y el Via Crucis, sino también su pasado, un pasado lleno, a veces, de calvarios y necesidades. Lo que no explican es cómo, en pleno siglo XXI, todavía algunas no se han solucionado. Y de ello culpan a quienes les administran o gobiernan, que andan en discusiones sobre asuntos hospitalarios o farmacéuticos, cuando temas de tanta trascendencia no tenían que plantear problema alguno, pues afectan a los humanos. Y ellos lo son como los de Mombuey, Vega del Castillo o San Pedro de Ceque. Ellos tiene derecho, la ley está a su favor. Ya han rezado y llevado la cruz durante muchos años.
Al pasar por algunas calles de Ayoó de Vidriales vemos que aún se conservan sobre las paredes de casas antiguas cruces como ésta, que indicaban cada una de las 14 estaciones del Via Crucis, práctica religiosa habitual durante la Cuaresma. Es de buena madera y como que no hubiesen pasado los años por ella. Está clavada sobre pared de tapial y adobe, y protegida por unas losas de piedra. Algunos vecinos de Ayoó, emigrados a otros pueblos y ciudades en busca de trabajo y acomodo, se han olvidado del pueblo que les vio nacer, de su arquitectura y de cruces, calvarios y demás mobiliario urbano. Ellos tienen su casa de ladrillo con cemento, a poder ser con jardín y piscina, para cuando caen por el pueblo.
Pero los pocos que viven allí, muchos de ellos ya mayores, valoran más estas cosas que, según algunos, pertenecen al pasado. Y se lamentan de que toda o casi todo lo que vieron y vivieron vaya desapareciendo.
La cruz de Ayoó seguirá ahí hasta que ellos quieran, para recordar a vecinos y visitantes no solo la Cuaresma y el Via Crucis, sino también su pasado, un pasado lleno, a veces, de calvarios y necesidades. Lo que no explican es cómo, en pleno siglo XXI, todavía algunas no se han solucionado. Y de ello culpan a quienes les administran o gobiernan, que andan en discusiones sobre asuntos hospitalarios o farmacéuticos, cuando temas de tanta trascendencia no tenían que plantear problema alguno, pues afectan a los humanos. Y ellos lo son como los de Mombuey, Vega del Castillo o San Pedro de Ceque. Ellos tiene derecho, la ley está a su favor. Ya han rezado y llevado la cruz durante muchos años.
<< Home