Entrevista de la semana
JOSÉ MARÍA LEBRERO, ESCRITOR
Redacción
José María Lebrero (Algodre 1962) es escritor. Su último libro “Culos, 2005” ha sido todo un éxito de crítica y de ventas. Autor de varias novelas: “Ella no lo sabía, 2002” o libros de relatos, “El latir de los días, 1997” y “Sublimación contemplativa de un idealista, 1999”, compagina la literatura con su profesión de periodista en TV Castilla y León, en la redacción de Benavente.
P. ¿”Culos” es a Lebrero, lo que fue “Coños” a Prada”?
R. Dentro del panorama nacional, este libro me ha dado la posibilidad de posar el pie en el primer peldaño de la larga escalera literaria que pienso seguir escalando.
P. Habida cuenta del gran éxito que usted ha cosechado con esta colección de relatos, ¿se podría decir que hay un Lebrero antes y después de “Culos”?
R: En lo literario, sí. En mi nueva novela que he acabado en estos días, he seguido el mismo esquema que con el libro “Culos”. Con cada capítulo que he escrito he procurado, evidentemente, documentarme; pero a la hora de escribir he hecho un trabajo de orfebre. Cuando leo una novela me interesa mucho más como se cuenta que lo que cuenta. Eso mismo intento con lo que escribo, sin olvidar la trama, me preocupo muchísimo por la forma de contarlo tanto como por la trama en sí.
P. Culos topados o culos soñados, ¿cuáles dan más juego desde el punto de vista literario?
R. Sin duda los culos soñados. Es un ejercicio de pura y dura imaginación. Son culos formados y moldeados por la palabra. La literatura es imaginación. Decía Fernando Pessoa que la literatura es el arte casado con el pensamiento.
P. ¿Hay algún culo que no haya contado usted?
R. Supongo que sí. Pero estos culos fueron un fogonazo que emergieron en su día y la llama ha quedado en forma de 68 relatos. Ni más ni menos. Hubo una editorial que me instó a que escribiera otros tantos relatos para publicarme el libro porque decía que eran pocos. Me negué. Podía haberlos escrito, incluso ahora si me lo propusiera, pero sería forzar la máquina, y meterlos con calzador. No lo creí conveniente, y cómo aún escribo por pura vocación y sin ningún compromiso alimenticio, preferí no escribir más. Pero culos hay para dar y tomar.
P. ¿Dónde se siente más a gusto, en el relato corto o en la novela?
R. Muy cómodo en ambos casos. Y a la hora de escribir hay mucha diferencia. En el relato corto la primera palabra que escribes tienes que hacerlo con miras al final. Un buen cuentista sugiere en lugar de explicar. El novelista suma, el cuentista resta. Las digresiones se le perdonan al novelista, no así al cuentista. En un relato corto, hay que condensar en muy pocas líneas un máximo de significación. Un cuento es un Flash, una novela es una película entera. Eso no quiere decir que una cosa sea mejor que la otra, simplemente son distintas. Pero yo intento acomodarme a las dos.
P. ¿Escribir puede ser una desesperación?
R. Escribir es muchas cosas a la vez. Es un estado de animó; una forma de vida; es expresar tus frustraciones, deseos. Humberto Eco escribió El nombre de la rosa porque tenía ganas de envenenar a un monje, esta era su única forma de hacerlo. Escribir es aprender; es descubrirse. Descubres cosas que uno mismo desconocía. Es comprenderse a uno mismo; es comunicación. Escribir es...
P. Usted es periodista de profesión. El objetivo de una cámara hace del periodista un “voyeur”. Y, en todo caso, ¿esa observación precisa sirve para recrear ambientes literarios?
R. Sin duda alguna. En mi próximo libro quiero que el lector a la vez que lea la novela, imagine la escena como si la estuviera viendo a través del visor de una cámara. Una película leída.
P. ¿La vida pública con la que se topa a diario un periodista tiene mucho de fabulación?
R. Demasiado. Hay auténticos personajes literarios. Algunos rocambolescos.
P. Hágame un diagnóstico del estado de la literatura en la provincia de Zamora.
R: Sinceramente creo que la calificación es positiva. En la mayoría de las estadísticas estamos como la propia “Z” indica, al final. En cambio, si hubiera un barómetro para medir el estado de la literatura en la provincia, no creo que estuviéramos tan abajo.
P. Y otra del estado de los medios de comunicación.
R. Los medios de comunicación, bien, gracias. Hablo por la parte que a mí me toca. Yo en los años que llevo en esta profesión y en los diferentes medios, incluso como columnista, jamás me han censurado nada. A veces la censura llega más por el propio periodista que por el medio en sí. Es la auto-censura. En cualquier caso yo en este sentido soy muy visceral, y no aguanto que nadie intente “sugerirme” o decirme lo que tengo que decir o escribir. Hay quien tolera estas “sugerencias”, yo no.
José María Lebrero (Algodre 1962) es escritor. Su último libro “Culos, 2005” ha sido todo un éxito de crítica y de ventas. Autor de varias novelas: “Ella no lo sabía, 2002” o libros de relatos, “El latir de los días, 1997” y “Sublimación contemplativa de un idealista, 1999”, compagina la literatura con su profesión de periodista en TV Castilla y León, en la redacción de Benavente.
P. ¿”Culos” es a Lebrero, lo que fue “Coños” a Prada”?
R. Dentro del panorama nacional, este libro me ha dado la posibilidad de posar el pie en el primer peldaño de la larga escalera literaria que pienso seguir escalando.
P. Habida cuenta del gran éxito que usted ha cosechado con esta colección de relatos, ¿se podría decir que hay un Lebrero antes y después de “Culos”?
R: En lo literario, sí. En mi nueva novela que he acabado en estos días, he seguido el mismo esquema que con el libro “Culos”. Con cada capítulo que he escrito he procurado, evidentemente, documentarme; pero a la hora de escribir he hecho un trabajo de orfebre. Cuando leo una novela me interesa mucho más como se cuenta que lo que cuenta. Eso mismo intento con lo que escribo, sin olvidar la trama, me preocupo muchísimo por la forma de contarlo tanto como por la trama en sí.
P. Culos topados o culos soñados, ¿cuáles dan más juego desde el punto de vista literario?
R. Sin duda los culos soñados. Es un ejercicio de pura y dura imaginación. Son culos formados y moldeados por la palabra. La literatura es imaginación. Decía Fernando Pessoa que la literatura es el arte casado con el pensamiento.
P. ¿Hay algún culo que no haya contado usted?
R. Supongo que sí. Pero estos culos fueron un fogonazo que emergieron en su día y la llama ha quedado en forma de 68 relatos. Ni más ni menos. Hubo una editorial que me instó a que escribiera otros tantos relatos para publicarme el libro porque decía que eran pocos. Me negué. Podía haberlos escrito, incluso ahora si me lo propusiera, pero sería forzar la máquina, y meterlos con calzador. No lo creí conveniente, y cómo aún escribo por pura vocación y sin ningún compromiso alimenticio, preferí no escribir más. Pero culos hay para dar y tomar.
P. ¿Dónde se siente más a gusto, en el relato corto o en la novela?
R. Muy cómodo en ambos casos. Y a la hora de escribir hay mucha diferencia. En el relato corto la primera palabra que escribes tienes que hacerlo con miras al final. Un buen cuentista sugiere en lugar de explicar. El novelista suma, el cuentista resta. Las digresiones se le perdonan al novelista, no así al cuentista. En un relato corto, hay que condensar en muy pocas líneas un máximo de significación. Un cuento es un Flash, una novela es una película entera. Eso no quiere decir que una cosa sea mejor que la otra, simplemente son distintas. Pero yo intento acomodarme a las dos.
P. ¿Escribir puede ser una desesperación?
R. Escribir es muchas cosas a la vez. Es un estado de animó; una forma de vida; es expresar tus frustraciones, deseos. Humberto Eco escribió El nombre de la rosa porque tenía ganas de envenenar a un monje, esta era su única forma de hacerlo. Escribir es aprender; es descubrirse. Descubres cosas que uno mismo desconocía. Es comprenderse a uno mismo; es comunicación. Escribir es...
P. Usted es periodista de profesión. El objetivo de una cámara hace del periodista un “voyeur”. Y, en todo caso, ¿esa observación precisa sirve para recrear ambientes literarios?
R. Sin duda alguna. En mi próximo libro quiero que el lector a la vez que lea la novela, imagine la escena como si la estuviera viendo a través del visor de una cámara. Una película leída.
P. ¿La vida pública con la que se topa a diario un periodista tiene mucho de fabulación?
R. Demasiado. Hay auténticos personajes literarios. Algunos rocambolescos.
P. Hágame un diagnóstico del estado de la literatura en la provincia de Zamora.
R: Sinceramente creo que la calificación es positiva. En la mayoría de las estadísticas estamos como la propia “Z” indica, al final. En cambio, si hubiera un barómetro para medir el estado de la literatura en la provincia, no creo que estuviéramos tan abajo.
P. Y otra del estado de los medios de comunicación.
R. Los medios de comunicación, bien, gracias. Hablo por la parte que a mí me toca. Yo en los años que llevo en esta profesión y en los diferentes medios, incluso como columnista, jamás me han censurado nada. A veces la censura llega más por el propio periodista que por el medio en sí. Es la auto-censura. En cualquier caso yo en este sentido soy muy visceral, y no aguanto que nadie intente “sugerirme” o decirme lo que tengo que decir o escribir. Hay quien tolera estas “sugerencias”, yo no.
Recientemente me llamaron de una asociación en Benavente para presentar una cena “benéfica”, y el día antes cuando ya tenía escrito lo que tenía que comentar, me dicen que tengo que decir “esto, lo otro y lo de más allá”. Le contesté que José Mª Lebrero Vecino era pobre pero aún no había perdido la dignidad. Por supuesto no presenté el acto. Que aproveche.
Foto: José María Lebrero, en el estudio de TV Castilla y León, en Benavente.
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