Artículo de opinión
DESBOCADO *
por José Ignacio Martín Benito
No corren buenos tiempos para la política. Mejor dicho, para su práctica. Parece que el efecto cascada o dominó ha descendido desde las esferas nacionales hasta las locales.
por José Ignacio Martín Benito
No corren buenos tiempos para la política. Mejor dicho, para su práctica. Parece que el efecto cascada o dominó ha descendido desde las esferas nacionales hasta las locales.
Hay quien entiende que la práctica de la oposición es romperle el traje y desnudar al contrario y, así, vapulearle con escarnio en la arena pública, cual Ecce Homo, con insultos e improperios.
Hay, también, quienes piensan que cuanto mayor sea la escalada verbal, más eco tendrá su oposición; que cuanto más se agreda a los contrarios, estos serán más débiles y los agresores más fuertes.
Desde unos meses para acá hemos oído en Benavente de todo. Justamente, desde el tiempo en que abandonó Ángel Cachón el grupo popular y la portavocía la asumió Manuel Vega, la subida de tono y de ruido ha ido en aumento.
Uno, que entiende que la política es el empeño por conseguir una sociedad mejor y más justa, no acaba por acostumbrarse al ruido y al insulto. Tengo el convencimiento que también otras muchas personas de buena voluntad reprueban estos métodos y estas formas y lo que quieren es que se trabaje con serenidad. Para conseguir resultados es preciso trabajar con la cabeza fría y el corazón caliente, no al revés.
Desde unos meses para acá hemos oído en Benavente de todo. Justamente, desde el tiempo en que abandonó Ángel Cachón el grupo popular y la portavocía la asumió Manuel Vega, la subida de tono y de ruido ha ido en aumento.
Uno, que entiende que la política es el empeño por conseguir una sociedad mejor y más justa, no acaba por acostumbrarse al ruido y al insulto. Tengo el convencimiento que también otras muchas personas de buena voluntad reprueban estos métodos y estas formas y lo que quieren es que se trabaje con serenidad. Para conseguir resultados es preciso trabajar con la cabeza fría y el corazón caliente, no al revés.
Por eso, la escalada verbal de la que algunos están haciendo gala desde los bancos de la oposición es reprobable. No todo vale en política. Se comienza por llamar “inútil” a un concejal; se continúa por decirle a otra concejala “que se marche para su casa a hacer lo que sabe”; se insulta a un técnico llamándole “el brazo tonto del PLB”; a los rivales políticos se les califica como “el trío la-la-la” y a los consejeros del Centro de Transportes se les llama “los cinco lobitos”.
Todas estas “lindezas” no hacen sino prostituir la lengua de Nebrija y de Cervantes. La oratoria del español que manejan algunos les puede servir para hacer una gracia en “un ambiente privado y festivo”, pero no en un espacio público, en donde el respeto a la verdad y, también, a las personas, debería guiar nuestras acciones.
Si alguien se ha desbocado, otros, que tienen también una responsabilidad, deberían reconducir la situación. Cuando se actúa como portavoz de un grupo, se representa a ese grupo. ¿Comparten pues los miembros del grupo de concejales del PP lo que sale por boca de su portavoz? Si la forma de hacer política es esta, conmigo que no cuenten.Hay quien piensa que todo obedece a una planificación meditada: a un intento de denigrar la vida pública, a extender la creencia de que “todos son iguales”, para así esconder las propias limitaciones; pero no, afortunadamente no todos somos iguales. Los hay que, por fortuna, respetamos a las personas y a sus familias, aunque piensen y actúen de manera diferente a la nuestra
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